El arraigo de los pescadores conduce a un próspero futuro

PUNTA ABREOJOS, B.C.S. — En una noche muy oscura, una tripulación navegaba por Bahía Asunción, cuando de repente un intenso rayo iluminó la cubierta de su lancha. Desde la panga de donde provenía la luz, unos hombres armados interrogaron a los sorprendidos marineros. Estos temían por sus vidas ante el riesgo de que fuesen narcotraficantes. Pero respiraron tranquilos al enterarse de que la panga transportaba vigilantes de una de las nueve cooperativas pesqueras de abulón y langosta en la costa Pacífico de la Península de Baja California. Los patrulleros, igual, se sintieron aliviados al saber que los interceptados eran capitaneados por el director del Centro de Investigaciones sobre Biodiversidad del Museo de Historia Natural de San Diego, Exequiel Ezcurra.

El perspicaz doctor en Ecología Matemática reconocía en la guardia costera autónoma una respuesta a la peor amenaza de la pesca en la región del Golfo de California: la piratería. Los centinelas de las cooperativas forman parte de la estrategia de pesca comunitaria, que ha valido a las cooperativas la certificación internacional como sustentables y a colocarse como modelo en la industria.

Las historias de éxito en la pesca de las cooperativas abarcan desde la Isla Cedros en el norte hasta Punta Abreojos en el sur de la costa occidental de la Península de Baja California. Ante un panorama generalmente desolador, de sobreexplotación de pesca y degradación del hábitat, dan aliento a la industria pesquera, la actividad más importante de la zona del Golfo de California. Mientras otras microeconomías van pa’ abajo por las presiones demográficas y de la globalización del comercio, las de las cooperativas prometen prosperidad, y todo porque pusieron la debida atención a la conservación de las especies que les dan sustento. La tradición de autogestión proveniente de la organización cooperativa las hace una fuerza formidable en los nuevos mercados. Esperan conquistarlos con la certificación y con marcas propias. “Es el único lugar entre Cabo San Lucas y Vancouver en donde el abulón y la langosta son aprovechados de manera sustentable,” anota Ezcurra, exdirector del Instituto Nacional de Ecología (INE).

Punta Abreojos: Las historias de éxito abarcan desde aquí hasta Isla Cedros. Foto: Dahl McLean

Aquí como en el resto del mundo, la pesca peligra. Vive una crisis de abasto y demanda. Más del 75% de las pesquerías excedieron o están en límite máximo de su capacidad, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Al parecer, la industria pesquera se atrapa figurativamente en sus propias redes. Tiene que satisfacer las demandas de terceros y asegurar su propia sobrevivencia a la vez. Finalmente las soluciones dependerán de crear un orden del caos vigente. Los retos requieren de una mezcla de fórmulas que van desde el respeto a las zonas de usos y costumbres hasta las vedas, desde retirar embarcaciones hasta utilizar nuevas tecnologías, desde suprimir subsidios hasta apoyar con créditos, desde las áreas naturales protegidas hasta las granjas acuícolas, desde el manejo cooperativo y el manejo comunitario compartido con el gobierno hasta la diversificación de fuentes de ingreso. En todo es necesaria la capacitación y educación ambiental que genera la voluntad de cuidar el recurso hoy para promover su abundancia mañana.

Los langosteros enfilan rumbo a proa

El bramar armónico del motor de 75 caballos fuera de borda lleva la panga a su recorrido diario por 75 trampas de langosta. Martín Murillo y Jorge Leere, dos de los 158 socios de la cooperativa de Punta Abreojos, identifican sus trampas entre las de otras 40 pangas langosteras de la cooperativa, por el color de las boyas. Los pescadores fabricaron estas trampas con ventanillas para langostas de menor tamaño y con grapas biodegradables para evitar daños a la fauna silvestre. Por ley, cada langosta capturada debe tener un cefalotórax de 82.5 mm de longitud mínimo. Mientras Murillo apunta la proa hacia las olas, Leere mide todas las langostas de cada trampa, y regresa al mar la mitad de las capturadas por ser pequeñas. Hoy, cerca del fin de la temporada de cinco meses, la captura es de 58 especímenes, pero a principios de la temporada en octubre, se pueden obtener hasta 500 por jornada. Cada kilo significa un ingreso por pescador de 6 mil pesos, luego de su venta a China. Se puede llevar un límite de seis ejemplares a casa para el consumo propio en la quincena. En casa de Murillo, Sara Nieto, sinaloense que vino del otro lado del Golfo de California hace 21 años para casarse con él, toma una langosta y con un cuchillo la corta por en medio a todo lo largo. “Pobrecita, le duele,” repite con simpatía aparentemente genuina mientras el animal todavía se retuerce en el sartén con mantequilla, sal y pimienta.

Martín Murillo y Jorge Leere: Fabricaron estas trampas para langostas. Foto: Dahl McLean

Entre Punta Abreojos y las otras ocho cooperativas pesqueras, la Federación Regional de Sociedades Cooperativas de la Industria Pesquera de Baja California (Fedecoop) tiene una captura anual de 1 mil 400 toneladas de langosta, misma que obtuvo la certificación en 2004 de Scientific Certification Systems, Inc., por el manejo sustentable de la pesca de acuerdo con las normas internacionales del Consejo para la Administración Marina (MSC, por sus siglas en inglés). Los cooperativistas no sólo han revertido la disminución en la reproducción de la especie, sino que han hasta duplicado el volumen de producción desde el año 2000, en el caso de Isla Cedros. Con esto, la federación se convirtió en la primera pesquería comunitaria en países en vías de desarrollo en obtener la certificación. La eco-etiqueta que recibe significa mayor competitividad y mejores precios en el mercado europeo, donde los comensales demandan garantías para el ambiente y la comunidad productora. Más de 100 compradores de alimentos marinos, incluyendo grandes cadenas de supermercados de Francia, Alemania, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos, se han comprometido a comprar productos con el logotipo del MSC.

Miden todas las langostas: Así obtuvieron la certificación del manejo sustentable. Foto: Dahl McLean

En la autoregulación se encuentra el origen del uso de las ventanillas para que escapen las langostas menores, además de una prohibición para emplear redes en zonas de desove. Las cooperativas establecen castigos, como el de 15 días sin derecho a pescar al abrir la temporada. Estas medidas son consensuadas con base en la asesoría de técnicos en los consejos directivos. El monitoreo y las evaluaciones periódicas contribuyen a las decisiones comunitarias. Los órganos de vigilancia ahuyentan a los pescadores furtivos de fuera. La auto-comercialización es el siguiente paso para Punta Abreojos, que empieza a exportar jurel enlatado hacia San Diego y Florida de la marca Punta Abreojos, de su propia empresa Punta Abreojos Fishing Co. La diversificación en las fuentes de ingreso es parte de la estrategia seguida por las cooperativas. Por ejemplo, además de la venta de jurel, Punta Abreojos cultiva semilla de abulón, y después de cuatro años de veda comunitaria para reestablecer la población silvestre, ya lo vende. La cooperativa también impulsa el cuidado de las especies protegidas como las tortugas marinas, con fines de ecoturismo en su campo del Estero El Coyote. Al decir de Miguel Valenzuela, encargado de producción y de la cría de abulón en Punta Abreojos, “Es mejor tener un futuro más seguro para que nuestros hijos miren la langosta, y el abulón también; que no nada mas vean la foto”.

“ …que no nada mas vean la foto”. Foto: Talli Nauman

Desde hace 30 años, las cooperativas se responsabilizan, no sólo de la actividad productiva, sino también de los servicios en sus localidades, incluidos el abasto de agua mediante desalinizadoras, la energía eléctrica, los caminos, la seguridad, la salud y la educación. Esas responsabilidades motivan a los integrantes a capacitarse y asegurar la productividad necesaria para evitar el colapso de la infraestructura. El apoyo del gobierno a penas empieza a llegar a los campos pesqueros pequeños como Punta Abreojos con una población de mil habitantes. Ahora, con la introducción de plantas generadoras de la Comisión Federal de Electricidad, de créditos del estado para comprar motores para las pangas, o de proyectos de muelles provenientes de la Secretaría de Turismo, los cooperativistas influyen en la toma de decisiones y participan en el manejo de sus actividades. En la tarea de asegurar la sustentabilidad, reciben apoyo de académicos y de las organizaciones ambientalistas World Wildlife Fund y Comunidad y Biodiversidad, entre otras. Al igual, los aciertos les han llevado a proporcionar ayuda a otros pescadores, desde Centroamérica hasta las Islas Galápagos en Ecuador, incluidas las comunidades en toda la región del Golfo. En los análisis recopilados por World Wildlife Fund se observa que las prácticas de las cooperativas “tienen un valor de manejo y conservación para los recursos pesqueros de cualquier región y en particular en el Alto Golfo de California”. (Ver la nota de acompañamiento “Los pescadores ribereños …”).

Los pescadores ribere

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