"Acapulco-ización:" ¿La etapa final del turismo?

La costera, la vieja zona turística de Acapulco, actualmente proyecta una nueva vibra asombrosa. Barras glamorosas y restaurantes, casinos y distribuidores al por menor salpican una capa exclusiva a un centro turístico que, no hace mucho tiempo, oscilaba en el abismo del olvido.

Pero la pulida imagen enmascara un problema más profundo que aflige no sólo a Acapulco, sino también a otros destinos turísticos de México: más gente buscando menos dólares turísticos. Apenas hay que preguntarle a Laura Caballero, residente de Acapulco y defensora de la pequeña empresa.

"Estamos prácticamente en peligro de extinción porque nuestros negocios no logran cubrir los gastos," dijo Caballero. "Cuando es temporada turística, no hay turistas. No vienen a nuestros negocios."

Caballero, inmersa en el sector turístico desde su adolescencia, creció en una economía donde los pequeños comerciantes, dueños de restaurantes, agentes de viajes y otros lograban mantener unos niveles de vida adecuados a partir del flujo constante de turistas extranjeros y nacionales. Hoy en día, sin embargo, la supervivencia económica es un asunto dudoso para la clase media del sector turístico. En la actualidad, se enfrentan a turistas que gastan poco y, con menos de ellos procedentes del extranjero, Caballero y otros residentes están en aprietos.

"Las grandes empresas, la globalización, nos han devorado," sostuvo Caballero. "Además, vemos que esta administración (municipal) está favoreciendo a los que no pagan impuestos. Estamos como el jamón en un emparedado."

Vendiendo su joyería en la calle, Camero Gerardo Torres es uno de los numerosos comerciantes indígenas "semi-permanentes" a los cuales se atribuye cierta culpa por competencia desleal ya que los vendedores informales no pagan impuestos. Torres, un residente de Acapulco por 47 años que habla náhuatl además de español, desafió alegaciones que los vendedores ambulantes indígenas conducían a propietarios de negocios a la bancarrota.

"Hay mucho negocio, muchos comerciantes y vendedores establecidos," Torres afirmó. "No somos competición para los comerciantes establecidos porque ellos venden artículos más costosos."

No obstante, Torres acertó que no es siempre fácil ganarse la vida actualmente.

El nuevo modelo turístico de México

Caballero y Torres son actores dispares en un drama monetario que se esta desarrollando en Acapulco. Surgiendo primero como un centro turístico orientado al viajero Mexicano en donde los habitantes locales administraban pensiones y servían comida hecha en casa a los visitantes hambrientos, Acapulco luego volte ó su mirada hacia los extranjeros afluentes de los EEUU y otras naciones en una apuesta acertada de fama mundial la cual, a su vez, fue impulsada por la caída post-revolucionaria del popular destino turístico Cubano.

Vendido como el paraíso del Pacífico, Acapulco se convirtió en un destino playero que sacudió del " norte puritano " a aquellos gringos interesados en una semana o dos de margaritas y sexo desinhibido. Con todos los servicios incluidos, esta etapa del turismo generó los hoteles rascacielos que se levantaron sobre la bahía de Acapulco. Además de la nueva clase media, una clase trabajadora de ocupación hotelera, representada por los sindicatos afiliados al ex partido político dominante de México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), dominó el panorama económico. Para los años 80, sin embargo, el escenario internacional del turismo comenzó a decaer tras la obvia contaminación del medio ambiente y la competencia de nuevos centros turísticos como Cancún, lo cual fue un duro golpe. Como un visitante anterior lo describió, "estuve en Acapulco hace unos 20 años y nunca volvería porque la contaminación y la basura en el océano eran evidentes incluso a cinco millas de la costa."

De hecho, muchos turistas extranjeros no volvieron, en lugar trasladándose a Cancún, Los Cabos y Puerto Vallarta. Irónicamente, Cuba se asomó otra vez como un competidor. En Acapulco, mientras tanto, los nuevos turistas eran mayormente mexicanos, divididos entre masas de visitantes de clase baja que iban de pasada por uno o dos días y los veraneantes afluentes que gravitaban hacia la novedad de Punta Diamante, un destino desarrollado lejos de las zonas turísticas en decadencia física y financiera.

Antes lleno a capacidad durante casi todo el año, Acapulco y sus fortunas ahora dependían de los largos fines de semana de vacaciones mexicanos conocidos como "puentes" y de las vacaciones tradicionales de verano, Pascua e invierno. Períodos lentos de vacaciones, como el verano del 2008, se igualan al desastre económico para muchos, especialmente en la víspera del principio de la temporada baja que los locales llaman "Septiembre Negro."

"Éste es el mes del año que queremos eliminar," comenta en son de broma Filiberto, un recepcionista de uno de los pocos hoteles restantes administrados por familias de Acapulco.

Un cambio notable ha sido el giro hacia el turismo residencial. Atraídos por el encanto de la bahía de Santa Lucía, los extranjeros adinerados comenzaron a comprar "time-shares" o propiedades a tiempo compartido y condominios para sus visitas. Cada vez más, los hoteles enfrentaron la competencia de empresarios "piratas" que alquilaban habitaciones baratas a visitantes de bajos recursos.

Los cambios en el turismo también influenciaron los tipos de negocios que funcionaban en Acapulco. Disfrutando de su visita playera con una cocina en el condominio, los turistas podían comprar su propia comida en el nuevo Wal-Mart o en uno de los grandes supermercados mexicanos en vez de degustar los sabores de un restaurante local.

Incluso el viejo negocio de la esquina, o "changarro", al cual se refirió el ex Presidente Vicente Fox como el faro de la oportunidad capitalista pequeña, se esta convirtiendo rápidamente en una institución obsoleta, mientras las tiendas de autoservicio (convenience stores) de estilo norteamericano comienzan a aparecer a dos o tres por cuadra en algunas zonas. La cadena más grande de ese tipo, OXXO, es de una corporación del norte de México con las siglas FEMSA, la cual embotella la Coca-Cola.

Javier Reynada Carbajal, presidente de la rama de Acapulco de la Cámara Nacional de Comercio, dijo al diario EL Sur de Acapulco que 80 negocios locales de diversas clases afiliadas a su organización han cerrado sus puertas este año solamente.

"El turismo que si llega, viene con muy pocos gastos," dijo Reynada. "No gastan como lo hacían antes. Ahora vienen con neveritas frías, con sus pollos asados, para manejar sus vacaciones con bajos presupuestos y esto ha sido un duro golpe a la economía de Acapulco, porque ahora el único negocio es tener un OXXO o un supermercado."

Mientras que la economía general empeora, la gente continúa trasladándose a la ciudad desde el campo, la vivienda asequible y los servicios básicos son escasos, la basura se acumula en lugares públicos y la congestión causada por el tráfico llena las calles de conductores temerarios. La seguridad pública ha disminuido a tal punto que el Departamento de Estado de los EEUU advierte a turistas que Acapulco esta entre los lugares más peligrosos a visitar en México.

Según la prensa, una turista finlandesa fue presuntamente drogada y violada en la famosa discoteca Palladium, mientras que un escritor norteamericano fue asaltado y robado en una playa popular este verano. Contribuyendo a la mala publicidad, numerosos turistas se ahogan en las aguas de Acapulco y las costas de Guerrero cada año.

Uno, dos, tres muchos Acapulcos

Aunque es visto como un destino turístico fuera de onda, Acapulco está realmente una vez más en la vanguardia del turismo mexicano influenciando modas o tendencias para el siglo XXI. A un grado o a otro, las fuerzas económicas y sociales que configuran a Acapulco también influyen a los centros turísticos de todo el México.

En Puerto Vallarta, Jalisco, un número cada vez mayor de críticos llama al proceso "Acapulco-ización." Un simple vistazo en dirección al viejo pueblo pesquero revela rápidamente por qué. En las orillas de la bahía de Banderas y en el centro de la ciudad, las filas de un tráfico creciente congestionan las calles y las torres de condominios ahora besan un horizonte que comienza a asemejarse al de Acapulco.

Tatiana Meneses, una joven graduada de universidad que ayuda a su familia a administrar un restaurante de comida típica, regres ó de la universidad para encontrar cinco centros comerciales grandes, dos cinemas grandes y "rascacielos" en la playa. Wal-Mart, Costco y Starbucks llegaron a la ciudad.

En Puerto Vallarta, "El verde del dólar" significa más que el "verde de la ecología," Meneses afirmó.

Durante la administración municipal de Gustavo González Villaseñor (2003-2006), funcionarios aprobaron centenares de permisos de construcción sospechosos. Dos proyectos enormes de condominios, Península Towers y Gran Venetian, construidos cerca de una falla sismológica, simbolizan la transformación de Vallarta. Con el auge de los recién llegados, la población de Puerto Vallarta se acercó a 300,000 habitantes.

En los años de González, los parques de la ciudad con árboles y sombra fueron excavados y convertidos en estacionamientos y puntos de venta al por menor. Algunos ciudadanos se opusieron a la demolición y enfrentaron a un escuadrón de la policía enviado para calmar la oposición.

"La pérdida de los parques tradicionales no fue un caso singular," escribió un miembro del Grupo Ecológico de Puerto Vallarta, R.C. Walker. "Como ahora puede ser visto, era el principio del fin para el Puerto Vallarta tradicional."

Para muchos, el último clavo en el ataúd fue la venta del antiguo Hotel Molino de Agua para el desarrollo de un condominio. Una muy querida institución local, el hotel era un lugar visitado por las familias locales, las cuales podían ir en un fin de semana para tomar un chapuzón en la piscina y relajarse bajo la sombra de un árbol a cambio de la compra de unas pocas bebidas y comidas. Se dijo que el cantante norteamericano Willy Nelson permanecía encantado con el Molino.

Cansados con el camino de su ciudad, Meneses y otros residentes afines formaron una nueva organización este año: Vallarta Verde. El objetivo del grupo es equilibrar el desarrollo económico con la protección ecológica, y preservar el carácter histórico de la ciudad antigua de Vallarta.

La cofundadora de Vallarta Verde, Greta Fuentes, sostuvo que la incorporación de Vallarta en una economía con estilo "Acapulquesco" roba a los residentes locales de uno futuro significativo. En una ciudad abarrotada de condominios, muchos jóvenes solo tendrán la oportunidad de llegar a ser criadas, jardineros o obreros, Fuentes observó.

Inspeccionando el constante aumento de la construcción en las exuberantes online casino laderas sobre la ciudad portuaria, Fuentes abog ó por un enfoque con "sentido común" al desarrollo. "Apenas imaginen las "Rocky Mountains" con Penínsulas y torres de 50 plantas. No entiendo …," ella dijo.

La venta de Puerto Vallarta marca la conquista final de la costa de México. Desde el Mar de Cortez en el norte al Mar Caribe en el sur, prácticamente cada rincón y grieta que podrían apropiar y convertir en una empresa provechosa esta en juego. Megaproyectos como la Riviera Nayarit, prevista para 19 comunidades al norte de Puerto Vallarta, abrirá paso a millares de nuevas habitaciones de hotel y residencias privadas.

A pesar de tiempos económicos difíciles, la Secretaría Federal de Turismo de México (SECTUR) divulgó que $706 millones fueron invertidos en nuevos sectores turísticos en Nayarit durante los primeros cuatro meses del 2008. Inversionistas mexicanos contaron con el 68.4% del dinero, con los capitalistas españoles y holandeses manejando la mayor parte del resto del capital. Tal vez, como señal de cambiantes fortunas y poder, la inversión norteamericana, al igual que la canadiense, fue pobre.

El jefe de SECTUR, Rodolfo Elizondo, elogió a Nayarit como la nueva joya turística de México, insistiendo en que el desarrollo ordenado producirá un "desarrollo turístico sostenible" respetuoso del ambiente.

Para mantener un flujo adicional de visitantes extranjeros, el gobierno mexicano está promoviendo una expansión masiva de la industria de cruceros en prácticamente todos los puertos del país. En el México moderno, aparentemente no hay nada más sagrado. Varios hoteles incluso fueron construidos ilegalmente en el Parque Nacional de Tulum en el corazón del antiguo centro místico de los mayas, y un campo de golf y canales de estilo veneciano se prevén como parte del desarrollo del "Downtown Tulum".

Después de reunirse en 2004 y 2005, los ecologistas y activistas comunitarios de 10 estados en el Pacífico mexicano emitieron la poco notable, pero significativa, Declaración San Blas. El poner en marcha los irregulares puertos, bienes raíces, desarrollos turísticos y otros progresos, fue responsable de todo tipo de daños al medio ambiente. Los activistas culparon a la corrupción y al juego de influencias por la "entrega de la soberanía nacional en beneficio de corporaciones privadas grandes nacionales y extranjeras" bajo el pretexto de progreso y desarrollo, según el periódico La Jornada.

Los firmantes de la declaración incluyeron a Bios Iguana, la Alianza para la Sostenibilidad de la Costa Noroeste Mexicana, Guerreros Verdes y la Red de Organizaciones No Gubernamentales Ambientales de Zihuatanejo, entre otros.

El desarrollo masivo ha tropezado con la oposición local en muchos lugares—con resultados mixtos. Una notable batalla reciente sobre un nuevo terminal de cruceros propuesto para Zihuatanejo hizo que la Secretaría de Comunicaciones y Transporte de México no respaldara el proyecto tras la oposición local.

Caída ambiental

La protección del medio ambiente tomó decididamente un asiento trasero durante el desarrollo de Acapulco y sus centros turísticos vecinos. En los últimos años, Acapulco, Cancún, Puerto Vallarta y Zihuatanejo han sufrido varias crisis de desperdicios sólidos con resultados mixtos.

Citado por el noticiario Reforma, un informe del 2007 del Programa Ambiental de las Naciones Unidas estimo que un 36% de los manglares costeros de México han sido destruidos, eliminando hábitats vitales para la vida acuática y exponiendo a las zonas costeras a mayores daños por huracanes. Otro informe reciente citado en la prensa mexicana y publicado por la Academia Nacional de las Ciencias de los EEUU advirtió que México estaba perdiendo sus manglares a un índice de 2.5% por año. El informe fue escrito por el científico mexicano Octavio Aburto y varios colegas.

El tratamiento inadecuado de aguas residuales es un grave problema en las zonas costeras, y con frecuencia los turistas se bañan en aguas potencialmente peligrosas ensuciadas con bacterias coliformes fecales.

Lanzando una campaña de océanos limpios, Greenpeace México es crítico del gobierno mexicano por aplicar estándares cinco veces más bajos que los de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evaluar si una determinada playa es segura para los nadadores.

Usando el estándar de la OMS de 100 enterococos por cada 100 mililitros de agua como el límite aceptable de coliformes fecales, Greenpeace denomin ó recientemente a 17 playas mexicanas como lugares de riesgo para los nadadores, incluyendo áreas en Ensenada, Cancún, Puerto Vallarta y Zihuatanejo, entre otros.

El Ministerio Federal de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México (Semarnat) publica los resultados de la prueba de coliformes fecales en las playas turísticas en su página web, pero la puntualidad de la información publicada es discutible. Por ejemplo, Semarnat no publicó resultados actualizados este año para los meses de julio y agosto, una época cuando millones de mexicanos acuden a las playas a pesar de que la contaminación del agua aumenta a menudo debido a las lluvias del verano.

El Congreso mexicano y la administración del Presidente Felipe Calderón no ignoran el problema, y han presupuestado $120 millones este año para un fondo especial de tratamiento de aguas residuales destinado a las zonas turísticas.

Un programa de $73 millones de dólares para rehabilitar el decrépito sistema de tratamiento de aguas residuales de Acapulco se ha puesto en marcha por la administración de Calderón, con $35 millones de la suma prometidos por el gobierno de España. Greenpeace y otros están observando cómo resultará la iniciativa federal.

¿Alternativas al desarrollo turístico?

Más de medio siglo de desarrollo turístico en Acapulco y otras comunidades ha producido épocas de desarrollo económico, la apropiación de tierras mexicanas por extranjeros, la degradación ambiental y una economía turística cada vez más dividida y orientada a visitantes de diversos estratos sociales. Inevitablemente, el legendario turismo del gringo aventurero y playero se ha convertido en un turismo médico; incluso se habla de comercializarlo como "turismo final" y de la construcción de hospicios mientras la generación "baby boom" envejece y muere.

Aunque el turismo proporciona mas de 2.4 millones de trabajos en México, según SECTUR, no ha reducido las desigualdades sociales ni ha mejorado generalmente las economías rurales que concebiblemente podrían ser una fuente de una variedad de productos que se consumen en destinos turísticos.

La pregunta que se ignora en gran medida es si la economía turística de México puede inclusive sostener a la población que intenta vivir de ella. Como en el caso del petróleo, el turismo en México puede haber alcanzado ya su cima. Acapulco, Cancún y ahora incluso Puerto Vallarta, son actualmente ciudades medianas o grandes con cientos de miles de habitantes. Sin embargo, ninguna de ellas realmente produce los productos que consume, ni tiene alguna otra actividad económica que no sea el turismo.

Una tentativa de instalar plantas de maquiladora en Acapulco a finales de los 90 no dio fruto, y gobiernos de todos los colores políticos en las comunidades turísticas continúan apostando por el turismo. De hecho, ya están pensando reemplazar a los gringos ausentes con turistas asiáticos debido al gran desarrollo económico de esa regi ón.

En la ausencia de una nueva y atrevida visión económica con el serio apoyo del gobierno mexicano, Acapulco y sus descendientes continuarán en la misma trayectoria hacia un futuro incierto, insostenible. Algunos, como Laura Caballero, afirman que la cultura, la atmósfera y las relaciones sociales se están perdiendo. Quizás con un poco de nostalgia, Caballero abogó por el rescate del pequeño comerciante.

"El trato que recibes de una cadena grande no es igual cuando visitas uno de nuestros mercados," Caballero insistió. "Muchas veces, una se hace bien amiga de nuestros visitantes. Esto es lo que nuestros pequeños comerciantes ofrecen, en contraste con las cadenas grandes."

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