Activistas transfronterizos remontan la lucha en contra de "el muro de la muerte"

Un espíritu de pasión energizó una marcha del día del trabajo estadounidense en contra del muro fronterizo que construye el gobierno de George W. Bush. La marcha fue organizada por grupos de derechos humanos, religiosos, de estudiantes chicanos y otros activistas de ambos lados de la frontera México-Estados Unidos. Los manifestantes salieron de Forth Hancock, Texas, para un recorrido de cuatro días por la frontera entre Sunland Park, Nuevo México y Anapra, México, localizado en el límite noroeste de Ciudad Juárez. Al tiempo que los manifestantes pasaban por poblados pequeños, hablando con los residentes, el trabajo proseguía en la nueva barrera fronteriza a corta distancia de la calle en El Paso.

"Nadie dijo que la caminata por justicia iba a ser agradable," dijo el caminante Javier Pérez, un miembro del staff del Centro de Trabajadores Agrícolas Fronterizos, con base en el Paso. "Así que nos mantendremos caminando hasta cumplir nuestro objetivo, que es destruir el muro antes de que sea construido."

Sin que lo supieran Pérez y sus compañeros, un juez federal en El Paso había rechazado discretamente el 29 de agosto una solicitud de una orden preeliminar para impedir temporalmente al Departamento de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés) que construyera casi 700 millas de muro en diferentes secciones de la frontera. El condado de El Paso y co-demandantes de gobiernos locales, grupos ambientalistas y el pueblo Ysleta del Sur habían solicitado la orden de detención de la obra, en tanto no se atendiera el asunto de que el DHS estaba ignorando más de 30 leyes ambientales federales y otras leyes para realizar el proyecto.

En una demanda interpuesta el pasado junio en una corte federal de distrito, los demandantes cuestionaron la autoridad constitucional del Secretario de Seguridad Interna, Michael Chertoff, y su departamento para evitar las leyes.

Pero en su veredicto el juez federal de distrito, Frank Montalvo, estableció que los demandantes no demostraron que los posibles daños ocasionados por el muro fueran más trascendentes que los intereses de seguridad nacional. Se han hecho comentarios abundantes acerca de la facilidad con que el gobierno de Bush ignora leyes federales usando argumentos de seguridad nacional; pero el Juez Montalvo hizo notar que la acción del Congreso estadounidense durante la época de Clinton le daba naturaleza legal a la acción del DHS. Además de legislación más reciente, el juez federal citó la reforma migratoria de 1996 que entregó al Procurador General (y a su sucesor jurisdiccional, el DHS) el poder de dispensar el acatamiento de leyes para construir barreras y carreteras fronterizas. A pesar de la decisión inicial del Juez Montalvo, el caso de El Paso en contra del muro fronterizo continúa, como sucede con otra gran demanda interpuesta por la Coalición Fronteriza de Texas, un grupo de alcaldes y empresarios locales.

El veredicto del Juez Montalvo ocurrió después de que la Suprema Corte se negara a escuchar una queja interpuesta por Sierra Club y Defensores de la Vida Silvestre en contra de la construcción del muro fronterizo en Arizona.

Aunque todavía falta que todos los asuntos legales se diriman, la tendencia de las cortes federales, en lo relativo a la controversia del muro fronterizo, es validar la concentración de mayores poderes en el brazo ejecutivo del gobierno. Esto significa que un funcionario seleccionado con el visto bueno del Congreso, puede evadir décadas de leyes aprobadas por representantes electos. La batalla del muro fronterizo tiene inmensas implicaciones para la naturaleza de la gobernanza en los Estados Unidos.

Otra acción legal en curso en Texas pone a prueba a propietarios individuales que se enfrentan al DHS. Actualmente, Ayuda Legal de Texas está defendiendo 10 casos que el gobierno federal ha abierto en contra de propietarios de tierra molestos por la expropiación de sus propiedades para la construcción del muro. El DHS ha actuado de una manera "muy inflexible en contra de los propietarios en el sur de Texas," acusó el abogado de Ayuda Legal de Texas, Jerry Wesevich. "Nos vamos a asegurar de que el gobierno federal siga cada ley federal, punto."

Jay J. Johnson Castro Sr., que administra un hostal en el pueblo fronterizo Del Rio, en Texas, estaba "sorprendido y aterrado" cuando escuchó acerca de los planes de amurallar sus amadas tierras fronterizas. Él notó que los vecinos de Del Rio y Ciudad Acuña se llevan bien. Johnson un veterano de Vietnam, mencionó también que su madre de 85 años, quien trabajó como remachadora en un astillero durante la Segunda Guerra Mundial, también estaba preocupada por el cambio en el rumbo político que la construcción del muro significa en los Estados Unidos.

Concluyendo que él no podría observar en silencio la construcción del muro en su patio de enfrente, Johnson ayudó a fundar el grupo no gubernamental Embajadores Fronterizos y comenzó a caminar a lo largo de la frontera para protestar contra el proyecto en 2006. Para el extrovertido activista, el muro representa una imposici ón de división entre norte y sur.

En México y América Latina, el muro es visto como un símbolo de racismo, xenofobia y militarismo. Los críticos como el estudioso Felipe Ortego y Gasca han comparado el muro de la administración Bush con las fallas históricas de la Gran Muralla China, la Línea Maginot y el Muro de Berlín.

Todos en contra del muro

Si el muro es terminado como se planeó en la Ley de Frontera Segura de 2006—una ley patrocinada por Peter King, el representante republicano por Nueva York— é ste consistirá de una serie de barreras seccionales que van de paredes de 18 pies (5.48 m etros) de alto a bardas más pequeñas, dependiendo de la localidad. El servicio de investigación del Congreso estima que la construcción y mantenimiento del muro costará alrededor de US $49 mil millones, pero en una carta al Secretario Chertoff a principio de este año, el senador estatal de Texas Eliot Shapleigh (Demócrata por El Paso), un crítico prominente, dijo que las expropiaciones y otros gastos seguramente incrementarán el costo total del proyecto.

La construcción real del cercado se ha subcontratado a un consorcio de compañías privadas lideradas por Boeing.

En la parte estadounidense de la frontera, los gobiernos locales, los funcionarios electos, las organizaciones de la sociedad civil, las comunidades indígenas y los individuos se oponen al muro en múltiples frentes. Las organizaciones ambientalistas como Sierra Club afirman que la barda interferirá con el hábitat animal, interrumpirá patrones de flujos migratorios de vida silvestre y alterará ecosistemas frágiles. Para los indígenas como el pueblo Ysleta del Sur, Texas, el muro es una invasión a tierras utilizadas para rituales sagrados.

Los defensores nbso online casino reviews de los inmigrantes culpan al muro de provocar que migrantes desesperados provenientes del sur se vean forzados a tomar rutas más peligrosas en su apuesta por una nueva vida en El Norte, incrementando de esta manera el conteo de muertos que ya alcanza los miles. Por esta razón muchos activistas llaman al proyecto del DHS "el muro de la muerte."

Los mayores partidarios del muro, que frecuentemente residen lejos de las fronteras, contraatacan argumentando que se necesita una barrera más fuerte para proteger a los Estados Unidos de los inmigrantes ilegales, los criminales y los terroristas.

Aunque la instalaci ón de muros en la frontera se intensificó durante del gobierno del presidente demócrata Bill Clinton, las demandas por un muro más grande y mejor crecieron escandalosamente como consecuencia de los ataques terroristas del 9-11, aún cuando ninguno de los secuestradores de Al Qaeda se infiltró a través de la frontera con México.

El muro como un mecanismo de trampa

El muro agrega un recordatorio estético a las comunidades fronterizas de que están cada vez más aprisionadas por puntos de revisión de visas, rastreo en bases de datos, vigilancia de alta tecnología, centros privados de detención migratoria y patrullas de vigilancia de la ley o militares.

Dos investigadores de la Universidad de Texas en El Paso, Guillermina Gina Nuñez-Mchiri y Josiah Heyman, argumentan que los migrantes indocumentados que viven cerca de la frontera y en el interior de los Estados Unidos están cada vez más "atrapados" e incapacitados de moverse libremente entre sus países de origen y Estados Unidos o aún dentro de los Estados Unidos.

En un artículo publicado en el 2007 en la revista académica Human Organization, Nuñez-Mchiri y Heyman documentan como la ubicación estratégica de puntos de revisión de la patrulla fronteriza en las autopistas principales, combinada con acciones locales de vigilancia de la ley orientadas a descubrir y deportar inmigrantes indocumentados, atrapa a los migrantes.

Analizando la colocación de trampas como un subproducto de la migración desatada por un capitalismo avanzado y globalizado, los académicos de El Paso ilustraron como el aprisionamiento físico lleva a un cautiverio económico, citando por ejemplo el caso de un hombre anciano en el sur de Nuevo México quien recurrió a un usurero para resolver una crisis personal. Los migrantes atrapados sufren "múltiples trabas," escribieron Nunez-Mchiri y Heyman.

Aunque él es un ciudadano estadounidense no sujeto a deportación, el activista de Sierra Club y opositor al muro Bill Guerra Addington, experimenta la realidad día a día que es inimaginable para muchos fuera de la frontera. Dedicado a cultivar alfalfa cerca de Sierra Blanca, una pequeña comunidad al sur de El Paso, Addington encuentra a la patrulla fronteriza con frecuencia. "Para mi es como vivir en lo que fue descrito como la vida en la Alemania Nazi …" ponderó Addington en una entrevista reciente. "Cada vez que regreso de El Paso, tengo que pasar por un punto de revisión. Se me pregunta en dónde he estado, a dónde me dirijo, qué llevo en el auto, en dónde vivo. Ellos ni siquiera me creen que vivo junto a la casa del Sheriff Arvin West. He vivido ahí toda mi vida, desde 1954 …"

Irónicamente, el padre de Addington alguna vez sirvió como agente de la Patrulla fronteriza. Actualmente, el proceso de aprisionamiento está siendo extendido a México. Tomemos por ejemplo Rancho Anapra, justo del otro lado de la frontera de Sunland Park, Nuevo México. Rancho Anapra es una comunidad subdesarrollada de viviendas improvisadas que atrae residentes que encuentran trabajo, cuando lo hay disponible, en las plantas maquiladoras de Ciudad Juárez.

Actualmente, una barda metálica separa a esta comunidad de Sunland Park, Nuevo México, mientras los trenes que transportan bienes se detienen frente de las casas de los residentes interrumpiendo el día. En la meseta, arriba de la comunidad, un muro más grande y nuevo se extiende hacia abajo desde el desierto y bajo la mirada del la estatua del Cristo del cercano Monte Cristo Rey.

Previo al programa de amurallamiento de la administración Clinton, los residentes sólo pasaban a través de la frontera para encontrar trabajo cuando era necesario, por lo que los trabajadores de bajos ingresos poseían algo de libertad de movimiento y de elección en la economía globalizada. Ahora esa opción está desapareciendo rápidamente.

Al mismo tiempo, Rancho Anapra sufre las "múltiples trabas" descritos por Nunez-Mchiri y Heyman. En el 2008, los turnos de $50 dólares a la semana en las plantas maquiladoras son más difíciles de encontrar, las bandas criminales recorren las comunidades y los soldados mexicanos patrullan las calles para sospecha de los residentes. Parados del otro lado de la barda, varios escolares con edades de entre ocho y diez años, hablan de los recientes descubrimientos de un cuerpo sin cabeza en su comunidad y el asesinato de dos jóvenes compañeros. En la Era del Muro, los niños de Rancho Anapra están creciendo en una generación atrapada por la pobreza, la violencia y la represión.

Los residentes de Anapra asistieron a la protesta del Día del Trabajo en contra del muro, uniéndose a manifestantes de México y los Estados Unidos para una acción que fue literalmente conducida a través de aperturas en la barda vieja .

Una residente de Anapra, Brenda Noriel, caracterizó la barda como un asalto a la dignidad humana. "Estamos en contra del muro porque los mexicanos somos iguales que los americanos. Todos somos seres humanos."

¿El último recurso en contra del muro?

Al tiempo que la construcción del muro avanza cerca de El Paso, los oponentes están reuniendo sus fuerzas para las críticas batallas por venir. Algunos activistas le dan crédito a la oposición ciudadana por forzar a la administración Bush a reducir los planes en algunas áreas o disminuir el ritmo de construcción en otras, haciendo poco plausible el objetivo de terminar el muro al final del año.

Mientras las batallas continúan en las cortes, los activistas planean llevar a las calles el asunto en los Estados Unidos y en el extranjero. Organizados por grupos laborales, de derechos humanos y otros, se han dispuesto dos días internacionales de acción para el mes de octubre. El muro fronterizo estadounidense fue un tema de discusión en el Foro social hemisférico en Guatemala, que se llevó a cabo del 7 al 12 de octubre.

"Uno de los asuntos que estamos llevando allá, es una campaña continental en contra del muro," dijo Ruben Solis, un organizador del Sindicato de Trabajadores del Suroeste, con base en San Antonio. Además de demostraciones públicas, Solis dijo que los activistas están considerando llevar el asunto del muro fronterizo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos en Washington, D.C. Una combinación de acción masiva, presión legal y actividad legislativa se requerirá no sólo para detener la continuación del actual muro, sino para derrumbar los existentes, dijo Solis. "Va a necesitarse todo para que suceda," dijo.

En el corto plazo, los opositores del muro fronterizo aún deben lidiar con el hecho de que la Ley Frontera Segura es una ley escrita y financiada con miles de millones de dólares, dijo Johnson Castro de Embajadores Fronterizos. Al menos en Texas, Johnson está confiado en que la oposición prevalecerá.

"No queremos estar militarizados y convertidos en una zona de guerra," dijo Johnson. "Estamos cansados de esto, y necesitamos levantarnos y decir “Ya Basta!” y hacerlo de una forma muy honorable y no violenta."

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