El pragmatismo político de Rahm Emanuel y la Reforma Migratoria

La designación de Rahm Emanuel como futuro jefe de gabinete de Barack Obama demuestra que es el pragmatismo político, y no las promesas de campaña al electorado latino, aquello que determinará la política migratoria de la nueva administración. No porque el congresista Emanuel sea un adversario de la inmigración, pero sí porque el futuro jefe de gabinete parece haber decidido que una reforma migratoria de amplio alcance no es una propuesta política conveniente para el Partido Demócrata.

Como representante por Illinois desde 2003, Rahm Emanuel se ha enfrentado en variadas oportunidades a los proyectos legislativos tendientes a restringir la inmigración, y se ha opuesto a los promotores de la mano dura en materia de seguridad fronteriza. De hecho, para todos aquellos quienes buscan restringir la inmigración, el suyo no es un historial positivo.

Durante su primer año en el Congreso, la Federación para la Reforma Migratoria (FAIR, por sus siglas en inglés) lo calificó con un rating de 0%, número que refleja el porcentaje de las veces que Emanuel votó por las propuestas apoyadas por la Federación. Otras organizaciones restriccionistas que monitorean las votaciones legislativas concuerdan con esta apreciación, en el sentido de que Emanuel es un "liberal irremediable" en lo que se refiere a temas migratorios. NumbersUSA, la organización que lideró la movilización contra la Reforma Migratoria propuesta en el Senado en 2007, le otorgó al representante la peor calificación posible en su NumbersUSA test: "F" en la asignatura "reducción de la inmigración", y la U.S. Border Control (Control Fronterizo de los Estados Unidos, otro grupo restriccionista) le deparó un rating del 8%, debido a su "postura anti-control fronterizo."

En otras palabras, Emanuel, elegido para supervisar el gabinete de Obama y su agenda política, pareciera representar lo peor imaginable para todo aquel que considere a la lucha contra la inmigración como su principal preocupación: promovió junto al tándem McCain-Kennedy el proyecto de reforma en el 2007, votó negativamente sobre la construcción de la muralla fronteriza, e incluso se negó a apoyar una ley que hubiera requerido a las autoridades hospitalarias que notificaran a los agentes de migración cada vez que atendieran a inmigrantes ilegales.

Pero los restriccionistas no parecen estar muy preocupados. Y esto es porque Emanuel, luego del rechazo que la Reforma Migratoria recibiera a mediados del 2007, dejó en claro que la bancada Demócrata del Congreso no presentaría una reforma integral en el 2008, ni tampoco en ningún otro momento próximo, incluyendo un primer período de la próxima administración. Considerando a la reforma migratoria como un "campo minado" para la política estadounidense, Emanuel comenzó a apartarse de una reforma integral ya desde el 2007, aunque continuase oponiéndose a los proyectos más restrictivos contra los inmigrantes y a los proyectos de refuerzos fronterizos.

Emanuel ha sido muy criticado por el columnista latino Rubén Navarrette por haber dejado fuera de consideración legislativa la reforma migratoria durante el presente año: "Los representantes Demócratas, bajo las órdenes de Rahm Emanuel, han mantenido el controvertido asunto por fuera de la agenda legislativa durante el año 2008 ¿A qué se debe esto? A los sindicatos. El servilismo de los Demócratas a las organizaciones obreras implicó que se desestimara cualquier propuesta legislativa que considerara un programa de trabajadores-huéspedes, como hubiera debido hacerlo cualquier proyecto con chances de conseguir el apoyo Republicano."

El columnista del San Diego Union-Tribune aprovechó también para criticar al Senador Obama por haber "apoyado una serie de enmiendas que condenaban el proyecto al fracaso: buscando debilitar los programas de trabajadores-huéspedes, al mismo tiempo se enajenaban el apoyo de los Republicanos. Obama incluso llegó a proponer una de tales enmiendas al proyecto." La opinión de Navarrette de que fueron realmente los Demócratas y no los Republicanos quienes dieron por tierra con el proyecto de una reforma integral en el 2007, ha sido ampliamente discutida, pero también se ha visto reflejada en un anuncio en español del Senador John McCain durante la última campaña presidencial.

Obama se opone, en efecto, a buena parte de los programas de trabajadores-huéspedes. Pero no son sólo los sindicatos norteamericanos los que están en contra de ellos, sino también muchos grupos de inmigrantes progresistas, y hasta las asociaciones de defensores de inmigrantes, todos los cuales sostienen que de este modo se estaría creando legalmente una subclase de trabajadores con limitados derechos civiles y laborales. Las organizaciones latinas más conservadoras y la administración Bush, por su parte, apoyan decididamente la idea, del mismo modo que muchos de los congresistas demócratas. Ésta es una de las principales razones por las cuales Emanuel y otros ven la aprobación de la Reforma Migratoria como una tarea en extremo dificultosa.

En la convención anual del Consejo Nacional de La Raza (NCLR), Juan Salgado, Secretario de la Coalición de Illinois por los Derechos de Inmigrantes y Refugiados (ICIRR), declaró recientemente, para estupor de su auditorio: "El congresista Emanuel me dijo hace dos semanas que no hay modo de que esta legislación avance en una Cámara con mayoría Demócrata, ni en un Senado de mayoría Demócrata, ni en una Presidencia Demócrata, por lo menos durante un primer período."

La oficina de Emanuel confirmó las declaraciones del congresista, así como su enfoque de las realidades políticas relativas a la reforma migratoria. El vocero de Emanuel, Nick Pappas, dijo al Washington Times: "El congresista Emanuel ha trabajado duramente para hacer realidad una Reforma Migratoria integral, y tal labor continúa. Sin embargo, los errores del Presidente Bush y de los congresistas Republicanos en este asunto crítico, han echado por tierra todos los esfuerzos por conseguir una reforma auténtica."

En la ocasión anteriormente mencionada, Salgado dijo a continuación: "Fui tomado por sorpresa por esa declaración. Pero interpreto sus comentarios como falta de coraje ante lo que ellos saben que es lo correcto. Aquí, en la Conferencia de la NCLR, lo que deberíamos considerar no es la actitud de Rahm Emanuel, sino la firmeza del Presidente."

En la noche de su victoria, el presidente-electo Obama por cierto aseguró a la nación y al mundo que su triunfo electoral demostraba que "todo es posible" en los Estados Unidos. Pero una Reforma Migratoria integral es una de esas cosas que pueden no ser posibles, dadas la rabiosa oposición de los grupos restriccionistas, una oposición Republicana de dimensiones aún considerables, la fortaleza de los Demócratas "moderados", y la falta de voluntad política entre los Demócratas más liberales.

Ni durante su campaña ni durante su corto paso por el Senado fue la Reforma Migratoria una prioridad para Obama, y probablemente tampoco lo sea durante su período presidencial, por más que en julio haya prometido, ante los delegados del National Council of La Raza, que se encargaría del tema: "Creo que es hora de que haya un Presidente que no eluda un asunto tan importante como una reforma migratoria integral sólo porque tal cosa pueda ser impopular", comentó en aquella ocasión el aún precandidato presidencial por el Partido Demócrata. "Haré de este tema la primera prioridad durante mi primer año como Presidente de los Estados Unidos de América", agregó.

Pero con la nación enfrentándose a un cuadro de desempleo en rápido crecimiento, una reforma migratoria de características incluyentes bien puede ser desplazada hacia un segundo mandato. Efectivamente, en el discurso que brindó en el Grant Park de Chicago la noche de su elección, Obama alertó a sus seguidores de que, enfrentada la nación a los desafíos de dos guerras y de una debacle económica, sus decisiones pudieran no ser populares para con todo el mundo. "El camino por delante es largo", dijo. "La cuesta es muy empinada y podemos demorarnos más de un año en llegar, o tal vez más de un mandato presidencial. Pero, compatriotas, nunca he estado más esperanzado que hoy de que sí llegaremos."

Respecto del tema migratorio, los defensores de inmigrantes expresan su esperanza de que la reforma migratoria sí pueda ser posible, y de que la nación pueda alcanzarla pronto: durante este período presidencial—o inclusive en su primer año.

Lo que es particularmente preocupante, sin embargo, es que la inercia que define hoy la política migratoria pueda hacer que el régimen persecutorio, tan tenazmente ejecutado por la Administración Bush y su Homeland Security Department, permanezca vigente no sólo durante los próximos meses, sino durante los próximos cuatro años—o incluso más. Peor aún, dado que Obama apoyó en su momento la construcción del muro fronterizo, y también una política dura de verificación del status migratorio de los trabajadores, la legislación anti-inmigratoria podría en efecto endurecerse durante su mandato.

En ausencia de una fuerte iniciativa de parte del equipo de Obama para detener las persecuciones y para reafirmar su proclamada determinación de "sacar a la gente del ocultamiento", es posible que una política exclusivamente represiva continúe su sucia labor durante algún tiempo.

Lo cierto es que el camino será largo para el campo pro-inmigración y para los grupos de defensa de los inmigrantes. La cuesta hacia la reforma migratoria promete ser verdaderamente empinada.

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