La noche de la iguana dorada:
Conflictos de tierras en colisión con el desarrollo del turismo mexicano

Hay acontecimientos que transforman el mundo. La llegada del ferrocarril a las áreas rurales de cualquier país, la invención de la bomba atómica y el 11 de septiembre de 2001 pueden citarse inmediatamente. Para los habitantes de la pequeña comunidad de la bahía de Mismaloya, cerca de Puerto Vallarta, su mundo se transformó de manera drástica.

El ejido de Boca de Tomatlan cerca de Puerto Vallarta, Jalisco.
Foto: http://sparks-mexico.com/Assorted/realestate/realestate6.htm.

Cuando joven, Ramón López Villaseñor recuerda haber ayudado al personal de filmación a descargar sobre la playa todo el equipo necesario para el rodaje del clásico de Hollywood " La Noche de la Iguana". Hace casi medio siglo, dice López, Mismaloya era un sitio aislado donde cualquier viaje solía hacerse a pie, en canoa o a lomos de un caballo.

"Vivíamos un poco incomunicados, pero nuestra felicidad era grande", insiste López.

Un decreto emitido en 1937 por la administración del Presidente de México Lázaro Cárdenas había otorgado a los habitantes de Mismaloya unos 3,000 acres , creando el ejido de Boca de Tomatlán y Mismaloya, una unidad de tierra de propiedad colectiva, que más tarde, en 1991, aumentó en casi 2,400 acres .

La filmación de " La Noche de la Iguana" trajo una "bonanza" de empleos e ingresos a la pequeña comunidad agrícola y pesquera, reconoce el residente Salvador García López.

Pero la película también abrió una Caja de Pandora. Los fuereños, encantados por el paisaje tropical bordeado de selva de Mismaloya, pronto quisieron un pedazo de este paraíso.

"Gracias a la película progresaron Puerto Vallarta y Mismaloya," dice Francisco Villaseñor. "Pero llegaron todos los bandidos."

A través de las décadas, tratos sospechosos con la participación de autoridades ejidales despojaron a los habitantes de Mismaloya de partes de su propiedad, acusan García y otros miembros del ejido. Un gran hotel, hoy operado por la cadena española Barceló, La Joya de Mismaloya, se levantó a la orilla de la playa.

Su mayor problema lo ha tenido Mismaloya con el empresario mexicano Fernando Beltrán y Puga, quien reclama la propiedad de partes de Mismaloya.

Cuentan ejidatarios que en 1983 Beltrán y Puga estuvo tras una incursión a primera hora de la mañana que acabó con el incendio y destrucción de más de 20 casas y el desplazamiento de muchas familias.

A sus ahora 77 años de edad, Idelfonso Camarena González relata que perdió su hogar y pertenencias en el ataque, y agrega que su hija trató de tomar fotografías de la expulsión, pero fue amenazada por pistoleros.

En el último capítulo de la prolongada disputa, Beltrán y Puga tiene a la ley de su lado … por lo menos hasta ahora.

Se estima que 480 personas que ocupan 26 acres se enfrentan a una próxima expulsión por una sentencia que favoreció a Beltrán y Puga. Una orden emitida por un juez mexicano en noviembre pasado, abrió el camino para la eliminación de los habitantes.

Los residentes de Mismaloya, que se ganan la vida con la agricultura, el servicio al turismo y la protección de las islas rocosas del Parque Nacional Los Arcos, se resisten a la resolución en el tribunal y en las calles.

A fines del año pasado, ejidatarios ocuparon la carretera que parte de Puerto Vallarta, montando guardia ante la posibilidad de una incursión policiaca, y solicitando el apoyo económico y moral de los turistas mexicanos y extranjeros.

"No hubo Nochebuena ni fiesta de Año Nuevo para el pueblo", dice Javier García López, un joven de mirada intensa. "Estábamos montando guardia." Al tiempo que comenzaba el 2009, los habitantes de Mismaloya llevaron sus demandas al corazón mismo de la industria turística regional, marchando por centenares a través del centro de la ciudad de Puerto Vallarta. En la idílica playa de Mismaloya sus habitantes han colocado carteles advirtiendo que se derramará sangre y entrañas si una expulsión se lleva a cabo.

Convocando a una resolución pacífica del conflicto de tierras, la resistencia de Mismaloya exige la intervención del gobierno municipal para detener una expulsión, así como la reafirmación legal de los decretos ejidales de 1937 y 1991.

Viendo el panorama general, la tormenta que se cierne sobre Mismaloya no es nada nuevo en los anales del desarrollo turístico mexicano.

Históricamente, los habitantes locales han chocado con el gobierno mexicano y los planificadores privados por derechos de propiedad de la tierra y la compensación por tierras expropiadas en muchos desarrollos, entre ellos Ixtapa-Zihuatanejo, Acapulco y Huatulco.

En las regiones de desfiladeros, en el norte de México, los jefes de la comunidad indígena rarámuri de Bacajipare presentaron hace poco una demanda ante la procuraduría general de justicia del Estado de Chihuahua reclamando que se les amenazaba físicamente a causa de un conflicto sobre las tierras ubicadas en una zona escogida para la construcción del Parque Aventura Divisadero-Barrancas. Un gran hotel, un helipuerto y un tranvía forman parte del proyecto promovido por el gobierno estatal de Chihuahua y el federal mexicano; se espera la participación de inversión española.

Otro foco de atracción emergente se encuentra en la llamada Riviera Nayarit justo al Norte de Puerto Vallarta, en donde el gobierno mexicano y desarrollistas privados están construyendo miles de habitaciones de hotel, condominios, lujosas villas y campos de golf.

Según la Secretaría de Turismo mexicana (SECTUR), Nayarit estuvo entre los cinco estados mexicanos más importantes que recibieron nuevas inversiones en la industria turística en 2008, que a nivel nacional ascendieron a 4,600 millones de dólares estadounidenses. Casi la mitad de estas inversiones procedieron de capitalistas extranjeros, principalmente de España y Estados Unidos. Pese a la crisis económica mundial, el proyecto de la Riviera Nayarit está avanzando, aunque a ritmo más pausado.

Tal vez con demasiado optimismo, la SECTUR predice que la inversión en la industria turística nacional crecerá 2.5% este año, una tasa de crecimiento mucho más elevada que la tasa de crecimiento global prevista para México en 2009 de 0.36%, de acuerdo con un estimado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, citado en los medios mexicanos. Para estimular el turismo, el Secretario del sector Rodolfo Elizondo ha anunciado que el gobierno federal aportará 1,600 millones de dólares a varios proyectos.

En los destinos turísticos frecuentemente estallan conflictos de tierras debidos al oro que pudiera surgir de los desarrollos, pero en otra batalla cerca de Puerto Vallarta, el problema se trata literalmente de la basura que deja la industria turística.

El basurero municipal de Puerto Vallarta, creado en 1984, opera con una capacidad ampliamente rebasada y por medio del último de varias prórrogas para su operación, declara R.C. Walker del Grupo Ecológico de Puerto Vallarta. Un informe emitido por Greenpeace México en 2008 estimó que aproximadamente el 20% de las 499 toneladas de desechos generados cada día en Puerto Vallarta viene directamente de la industria del turismo.

El pasado otoño, un intento del gobierno municipal de Puerto Vallarta por abrir un nuevo basurero se encontró con un bloqueo de carreteras y una demanda legal de los ejidatarios de Las Palmas. A decir de los medios de comunicación locales, los terratenientes reclamaron que nunca se les consultó sobre tener un basurero para una ciudad de 300,000 habitantes tirado ante su misma puerta.

La persistencia de los conflictos por tierras cerca de Puerto Vallarta y otros destinos turísticos mexicanos pone en duda declaraciones anteriores a nivel federal de la Secretaría de la Reforma Agraria en el sentido de que las batallas por la tenencia de la tierra eran casi siempre parte de un pasado indómito. La proliferación de estos conflictos también cuestionan la adhesión de México al programa internacional Agenda 21.

Firmado por México y otras naciones, Agenda 21 propugna y expone un modelo de turismo sustentable. Un principio clave de Agenda 21 es la inclusión de la población local e indígena como los socios y receptores principales de los beneficios del desarrollo turístico.

Entre tanto, los rumores sobre la lucha de Mismaloya se filtran gradualmente hacia la comunidad nacional e internacional. El dirigente de la oposición y candidato presidencial a la presidencia de México en 2006 Andrés Manuel López Obrador visitó Mismaloya recientemente y prometió que su equipo se involucraría en la solución de la causa ejidataria. Se ha informado que las nuevas del conflicto, difundidas por la internet, están llegando a la enorme población turística extranjera que visita el área de Puerto Vallarta.

Pamela Dick, visitante invernal de Seattle, pasa varios meses del año en Mismaloya, y se ha familiarizado con sus habitantes.

"Creo que es una vergüenza que vayan a expulsarlos de las tierras," opina Pamela. "Yo creía que esta tierra pertenecía al pueblo mexicano y no entiendo cómo un desarrollista puede venir y comprarla. Simplemente creo que es espantoso."

Rechazando ideas de que son ocupantes ilegales, Javier López y otros ejidatarios afirman que sus hogares, familias y negocios están firmemente arraigados en la tierra y en la playa. Y se preguntan lo que la gente hará si se les obliga a abandonar un hogar que ha sostenido a generaciones de habitantes.

"Si vienen extranjeros a invertir, que lo hagan de manera apropiada," dice López. "No debieran venir a amolar la vida de una comunidad. Para poner sus hoteles o casas hermosas deberían comprar lugares que no tengan problemas, donde no haya gente viviendo allí."

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