La volatilidad del comercio y de las divisas suramericanas

Original publicado en mayo/junio del 2009. Actualización octubre 2009

América Latina tiene algunos de los países más grandes del mundo en términos de superficie, pero el continente no cuenta con una economía mundial de gran tamaño: y sólo con dos economías medianas, Brasil y México. Asimismo, la región también carece de una moneda dura local como base para el comercio internacional, y sobre todo intraregional.

Muchos de los productos básicos que los países suramericanos exportan no se comercian en la divisa del país de origen. Así es que si Chile importa petróleo de Argentina, o Argentina cobre de Chile, pagan en dólares de EE.UU. Una divisa regional facilita el comercio y la creación de centros de servicios financieros.

Europa desarrolló sus servicios financieros y su banco de desarrollo regional en torno a la libra esterlina, el marco alemán, el franco francés, y su estabilidad económica depende hoy día en gran medida del euro. El dólar de EE.UU. ha cumplido esta función en América del Norte y Asia utiliza el yen japonés (y cada vez más el yuan chino).1 La falta de una divisa continental suramericano lleva a la inestabilidad de divisas nacionales y también a la dependencia financiera, en este caso en el dólar de EE.UU.

Tres democracias latinoamericanas están dolarizadas (Ecuador, Panamá y El Salvador). Aunque el Banco del Sur no reemplazará el uso del dólar, incluso en proyectos de desarrollo, podría ser un paso en el camino correcto en términos de obtener infraestructura de desarrollo de fuentes locales. También consiste en un paso hacia tener una divisa regional en América del Sur. Los países de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) han propuesto comenzar con el Sucre (Sistema Único de Compensación Regional de Pagos), una divisa transaccional introducida en la conferencia del ALBA-TCP (TCP-Tratado de Comercio de los Pueblos) celebrada en Cumaná, Venezuela, abril del 2009. El Sucre se puede utilizar para transacciones entre las naciones del ALBA en Centroamérica, el Caribe y Sur América. ALBA en sí fue creada como una alternativa "bolivariana" para el comercio de América Latina para oponerse al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Ecuador recientemente aceptó unirse a ALBA.

América Latina es rica en términos reales, sin embargo su infraestructura financiera es primitiva. Esto significa que muchas transacciones nacionales e internacionales pasan innecesariamente a través de centros financieros norteños, a veces requiriendo dos conversiones de divisas duras desde la divisa del comprador al dólar y después a la divisa del vendedor. Incluso las transacciones dentro de un país pueden ser en divisas externas; comprar un apartamento en Buenos Aires, por ejemplo, implica una transacción en dólares. Durante un tiempo este fue también el caso en Brasil. Sin embargo, con el aumento de la autosuficiencia, el valor fuerte del real brasileño, y la regulación bancaria, gradualmente el dólar se ha sustituido con el real brasileño en la mayoría de las transacciones financieras brasileñas.

Un paso reciente adelante ha sido un acuerdo bilateral entre los Bancos Centrales de Brasil y Argentina, el cual permite que se lleve a cabo el comercio entre estos dos países en divisas locales. Sin embargo, esta facilidad de pago entre Banco Central y Banco Central no está respaldada por los servicios financieros básicos en Sao Paulo o Buenos Aires, tales como coberturas de divisas para proteger la transacción en el caso de un movimiento precipitoso de la divisa entre el real brasileño y el peso argentino. Con la crisis financiera mundial, los movimientos cambiarios son cada vez más volátiles. El resultado es que los comerciantes pagan extra para comprar y vender futuros sobre el dólar de EE.UU., el cual les ofrece la seguridad de la divisa que necesitan para prever y fijar el precio de una transacción futura, por lo que el uso de esta nueva facilidad de pagos constituye menos del 20 % de las transacciones entre Brasil y Argentina.

Un historial de inestabilidad económica

América Latina ha experimentado inestabilidad económica durante siglos. Algunos historiadores económicos creen que esto es el resultado de malos hábitos heredados de la época colonial. Durante los imperios español y portugués, las políticas de exportación eran vigiladas por los virreyes para el beneficio de sus reyes ibéricos (y funcionarios aduaneros locales corruptos). Con la conquista militar vino la explotación de los recursos humanos y naturales para los mercados de exportación en el extranjero. La realeza ibérica poco les importaban las condiciones de trabajo en sus minas de plata o grandes estancias.2 Nunca siquiera se les ocurrió pagar por las monedas de oro y plata fundidas allí para uso en Madrid o Lisboa, las cuales financiaron el desarrollo de Europa. En efecto, fueron una donación de recursos de América Latina a Europa. El saqueo del Nuevo Mundo financió el desarrollo de los imperios del Viejo Mundo.

Con la independencia llegó el cambio y una cierta mejora en la cadena de producción internacional. En las últimas décadas, sin embargo, se ha visto otro tipo de consolidación en el control de la explotación, producción, transporte y comercialización de los recursos de América del Sur. Con la introducción de nuevas fuerzas económicas se ha llevado a cabo un proceso conocido como la transnacionalización de estas economías. La cadena de producción ha pasado a manos de las empresas transnacionales privadas. Entre los ejemplos más destacados están las actividades de la transnacional estadounidense Cargill en granos y aceites (sobre todo de soja) en Paraguay, Argentina, Bolivia, Brasil y otros; o las gigantes empresas transnacionales en servicios como Citibank, HSBC, Telefónica, Banco Santander, BBVA y las petroleras noestatales como Repsol.

Hoy en día ningunas de las exportaciones de productos básicos de América del Sur están denominadas en sus propias divisas, y las empresas transnacionales con base en los países desarrollados mantienen y controlan la mayoría del sistema financiero. Esto resulta en divisas nacionales y sistemas financieros débiles y vulnerables, lo que algunos han llamado un orden "neocolonial" que socava el desarrollo regional. Esto da lugar a flujos de capital3 de América del Sur a la sede de las empresas transnacionales que operan allí dejando a los países con carencias permanentes de divisas fuertes. Esto provoca los llamados ciclos de inestabilidad económica "stop-and-go" (pare y siga): (pare) la crisis en la balanza de pagos y luego (siga) después de la devaluación de la divisa. Stop-and-go hace imposible la planificación del desarrollo.

Los problemas económicos de América Latina se ven agravados por la deuda externa y el crecimiento de los las exportaciones denominadas en dólares de productos básicos. Esto tiene un patrón cíclico destructivo en América Latina debido a la escasez de ahorros en divisas locales. ¿Quién va a querer ahorrar para el día de las vacas flacas si su divisa está constantemente perdiendo valor, si no por la inflación interna, entonces por la devaluación forzada en relación con otras divisas? Cuando los argentinos tienen exceso de divisa le preguntan a sus amigos economistas: "¿Compro euros o dólares?" Esto significa que tienen más pesos cuando devalúa la divisa y a menudo significa que pueden evitar pagar impuestos. Por el contrario en Brasil, algunos ahorran en divisas extranjeras, pero debido a la estabilidad económica reciente y las tasas de interés altas, muchos ahorran en reales. Esto contribuye a la estabilidad en Brasil, pero no en la Argentina.

Gran parte de la deuda de América Latina comenzó con préstamos de "desarrollo" o "asistencia" brindados a la región a través de bancos multilaterales de desarrollo (BMD) tales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Fondo Monetario Internacional (FMI). Mucho de este dinero se usó en América Latina para desarrollar la infraestructura local (típicamente infraestructura para exportaciones extra regionales) y para comprar armas para los militares. Sin embargo, el dinero nunca salió de los países prestatarios: simplemente fue reciclado a sus fabricantes de armas y empresas de construcción.

El presidente Chávez de Venezuela recientemente le entregó al presidente estadounidense Obama una copia de "Las venas abiertas de América latina," libro escrito por Eduardo Galeano en 1971.4 El simbolismo de las venas abiertas tiene una analogía contemporánea en las finanzas internacionales. Si los ríos de pagos de intereses fuesen embalsados, dejarían de verterse en los océanos de las finanzas exteriores y en su lugar se pudieran volver a canalizar dentro de América Latina. Esto podría resultar en un ciclo dinámico de crecimiento y estabilización de divisas. Un banco regional como el Banco del Sur (BDS) podría promover la paz y el desarrollo económico por el aprovisionamiento de fondos de desarrollo por países vecinos. Esto es bueno tanto para los países de origen como de destino. El resultado neto es ciclos dinámicos de desarrollo, los cuales también ayudan al país exportador del servicio. Además proporciona un acuífero de financiación local que se abastece de fuentes locales.

Para examinar la naturaleza destructiva cíclica de la actual falta de desarrollo, considérese las siguientes características de las finanzas públicas de América Latina:

  • Alto costo de la deuda
    Los países de la región exhiben razones altas de deuda/PIB (producto interno bruto). Ellos están en deuda con países fuera de la región y el costo de esa deuda tiene una prima de riesgo alto (riesgo país) también calculada por agencias externas a la región. Gran parte de su deuda es en divisas extranjeras. Todo esto en conjunto hace que el costo de los reembolsos de la deuda sean muy altos.5
  • Las exportaciones traen dólares para el pago de intereses
    Los gobiernos nacionales están asesorados por economistas neoclásicos (como los que trabajan para el Banco Mundial o el BID), para contrarrestar los problemas de la deuda con las políticas económicas que le dan prioridad a las exportaciones. Esto se ve agravado por la teoría discutible de que las naciones sólo deben competir en las exportaciones en las que tienen ventajas competitivas naturales sobre otras naciones. Esto a su vez lleva a políticas para promover la exportación de productos básicos en forma primaria (de los sectores minero y agrícola), mientras se hace caso omiso de los sectores industriales locales que no están directamente relacionados con los productos básicos y se inhibe el desarrollo de las industrias de valor añadido.
  • Comercio para la exportación transnacional que no está denominado en divisas locales
    Muchos países en América Latina compiten con sus vecinos en la exportación de productos básicos. En la minería están incluidos el petróleo, cobre, oro, plata y mineral de hierro; y en la agricultura se encuentran el ganado, maíz, azúcar, banano, soya, etc. Las exportaciones de estos productos a países fuera de la región generalmente se tramitan en mercados extranjeros de productos básicos, como el Chicago Board of Trade6 con precios denominados en dólares de EE.UU. El comercio de productos básicos es gestionado por un pequeño número de corporaciones globales transnacionales que compiten con sus propias divisiones en los países latinoamericanos vecinos. Por lo tanto, hay una tendencia entre los exportadores (las mismas empresas transnacionales y los terratenientes en particular) de influir en los gobiernos nacionales en una carrera hacia el fondo, reduciendo los costos de la producción nacional al enfrentar a vecino contra vecino en la devaluación de las divisas nacionales. La competencia para la actividad económica nacional también presiona a los países vecinos a competir unos con otros. Los gobiernos nacionales son presionados a proveer subsidios a las industrias de exportación o a debilitar leyes medioambientales o laborales, con lo cual atraen la presencia de instalaciones de producción transnacionales a su país en vez de a los vecinos. Los ejemplos incluyen la producción de automóviles en Brasil y Argentina. Es interesante señalar que mientras General Motors está en la bancarrota, se resisten a vender sus plantas en Brasil, las cuales constituyen una de las pocas divisiones rentables de la empresa.
  • Grandes reservas extranjeras en el exterior, menos en sus países
    Para poder manejar la devaluación de divisas y los ataques especulativos de los especuladores de divisas los países se ven obligados a mantener grandes reservas de divisas extranjeras. Las divisas se derivan de las exportaciones (nuevamente denominadas en dólares de EE.UU.). Esto deja fondos más reducidos para pagar deudas, y para el desarrollo interno.
  • Las políticas de exportación disminuyen el valor de las divisas, pagar la deuda es más costoso
    Las devaluaciones de las divisas resultan en costos altos de amortización para la deuda denominada en divisas extranjeras debido a una menor base tributaria en una divisa devaluada. Esto, a su vez, tiene el desafortunado efecto colateral de la alta inflación debido a los costos mayores de las importaciones. Incluso puede generar conflictos sociales internos debido a las políticas tributarias impopulares en el país. La crisis financiera mundial actual está dando lugar a una mayor concentración de la riqueza mundial debido a que las naciones se ven obligadas a salvaguardar sus sectores financieros mediante la financiación de los intereses financieros privados. Si bien estos problemas se encuentran principalmente en los países desarrollados capaces de la sofisticación financiera exigida, también existen riesgos en las economías de América Latina. El Dr. Pedro Páez, ex Ministro de Coordinación de Política Económica del Ecuador, (Presidente de la Comisión Técnica Presidencial para el Diseño de la Nueva Arquitectura Financiera Internacional) y coordinador del Banco del Sur, destacó las devaluaciones competitivas como un riesgo marcado, el cual podría ser aliviado por políticas comerciales basadas en la solidaridad regional, y no solamente impulsadas por la competencia a raja tabla. Tales políticas, junto con las políticas de nacionalización de sectores económicos críticos, van en contra de los intereses de las empresas transnacionales que operan a través de múltiples fronteras de América Latina. El sistema que rige el comercio de ALBA, por ejemplo, tiene dos fundamentos principales relacionados al comercio y la producción: la solidaridad, la complementariedad, y la no competencia, junto con la armonía con la Madre Naturaleza para la sostenibilidad a largo plazo.

El propio país del Dr. Páez recientemente ha adoptado medidas para escapar la trampa de la deuda. Ecuador convocó en su departamento de finanzas una comisión de auditoría de la deuda (Comisión Para la Auditoría Integral del Crédito Público, CAIC), un comité de auditoría de la deuda nacional que recibió asesoramiento internacional. El presidente Correa se ha negado a pagar lo que la Comisión declaró como fraudulento y/o deuda onerosa en un esfuerzo de liberarse del yugo que imponen los reembolsos de deuda altos.

Esto no le ha traído a Ecuador muchos amigos en la comunidad financiera internacional. Como la mora argentina o de Islandia, la mora ecuatoriana ha llevado al país a ser castigado con el status de "país de alto riesgo", haciendo que fuentes tradicionales de inversión y crédito resulten caras o completamente inaccesibles de Nueva York, Londres, Berlín, París y Tokio. Esta falta de alternativas de financiación hace aún más atractiva la creación de una fuente alternativa de desarrollo como el BDS para la oveja negra de las finanzas internacionales.

Hacia la integración financiera futura

Después de poner en marcha el BDS, entonces los líderes regionales pueden decidir implementar los otros módulos descritos por el presidente Correa anteriormente: un fondo regional de reservas y una divisa común. Estos dos elementos le ofrecerían a la región una oportunidad para estabilizar las divisas de unas en relación a las otras, y así evitar las devaluaciones competitivas mediante préstamos de unos a otros en momentos de estrés.

Para que una propuesta de una divisa común como el Sucre se convierta en una divisa de transacción necesitará de la participación de Brasil y Argentina para lograr la aceptación internacional. Por ahora, las divisas siguen siendo nacionales, y la política fiscal va a estar apretada en los próximos años. América Latina tendrá que buscar préstamos en mercados alternativos, tales como los intercambios de divisas con China o entre unos y otros.

La estabilidad a largo plazo requerirá ahorros e inversión en América Latina, incluso por latinoamericanos. También será necesario el desarrollo de los servicios financieros básicos con la regulación local. El BDS, reglamentado para sus constituyentes, y no sólo para el beneficio de las empresas transnacionales, se puede utilizar para financiar verdaderos proyectos de desarrollo multifronterizos para los suramericanos por los suramericanos. Se trata de un paso prometedor en la dirección correcta para la autonomía financiera regional.

Notas

  1. Al igual que el dólar de EE.UU.
  2. Ejemplos notorios incluye las minas de plata de Guanajuato (Nueva España/México) y Potosí (Alto Perú, hoy día Bolivia).
  3. El capital sale como dividendos, intereses y mediante transferencias pseudolegales a países con impuestos tributarios más bajos o inexistentes, un proceso conocido como "precios de transferencia". (definición simple de "transfer pricing": http://www.solhaam.org/articles/clm503.html) (Discusión técnica con respecto a las transnationals estadounidenses: http://www.bdo.com/publications/tax/intlalert/LatinAmerTPpaper4-05-3.pdf).
  4. Video de la presentación: http://monthlyreview.org/books/openveinslatinamerica.php.
  5. Ejemplo: la razón deuda pública/PBI en Argentina aumentó del 29% al 41% entre 1993 y 1998, y al 134% en el 2003. Incluso después de un crecimiento del PBI en Argentina de casi 10% al año desde el 2003, tanto Argentina como Brasil todavía tienen razones por encima del 50%.
  6. http://www.cbot.com/.

 

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