Entre fuegos cruzados: Los migrantes mesoamericanos en su traves

La migración de seres humanos es tan antigua como la misma condición humana, pero nunca antes han sufrido los migrantes tantas vejaciones como las que hoy padecen. En Mesoamérica los migrantes están entre fuegos cruzados. En sus países de origen el actual sistema económico ha demostrado su ineficacia para crear fuentes de trabajo. Al contrario, elimina empleos más rápido de lo que los crea en el sector agropecuario, industrial y de servicios, dejando a millones de personas ante tres opciones: trabajar en el sector informal, dedicarse a actividades ilícitas o migrar.

Para muchos campesinos la situación es de una gravedad tal que migrar “se ha vuelto el sentido de la sobrevivencia, es decir no es la migración un complemento para la reproducción de la familia campesina de las zonas marginadas del país, sino el elemento definitorio de la sobrevivencia.” 1

Si optan por buscar trabajo en otros países, los migrantes sufren en su travesía desprecio, discriminación, xenofobia, acoso, persecución, abuso verbal, físico y sexual, incluyendo la violación de mujeres y hombres, robo, extorsión, encarcelamiento, abandono, secuestro, destrucción de documentos, amputaciones y también la muerte. A veces sólo desaparecen, como los 25,000 centroamericanos que buscaron llegar a Estados Unidos entre 1997 y 2000 y de los que nada se sabe.2

En el país de destino los migrantes enfrentan campañas ideológicas racistas, acusaciones de ser narcotraficantes y criminales, menoscabo de sus derechos, escamoteo de sus salarios y prestaciones, sospechas de estar infiltrados por terroristas islámicos y, desde luego, una cacería sin tregua.

Con el fenómeno migratorio el mundo está al revés: mienten los que dicen que quieren que los migrantes se queden, al igual que los que dicen que se vayan. Demagogos son los mandatarios de los países de origen cuando dicen que no quieren que sus paisanos abandonen la patria y migren. Y es falso que los países receptores no los quieran. El sistema económico está generando gigantescas olas de migrantes–verdaderos tsunamis humanos–y los gobiernos expulsores y receptores no quieren, en el fondo, hacer nada más allá de “administrar el flujo”. No hacen nada porque hacer algo empezaría por un análisis de los factores que generan la necesidad de migrar, llevándolos a enfrentar preguntas incómodas sobre la viabilidad del actual modelo económico.

Tampoco hacen nada porque semejante flujo de seres humanos es útil para algunos intereses económicamente fuertes. La globalización corporativa necesita migrantes en números cada vez mayores,3 pero las empresas contratantes los quieren debilitados, acosados o controlados, para que encajen en el lugar reservado para esta especial e imprescindible mano de obra en el actual sistema económico. A contrapelo de los discursos complacientes de los gobernantes de los países expulsores, lo que en realidad no se quiere son campesinos, es decir, gente arraigada a su tierra, estorbando la venta de tierras y recursos naturales–hasta ahora considerados comunales- a empresas y particulares.

En el siguiente recorrido que haremos, como los migrantes de sur a norte, revisaremos el fenómeno de la migración en Mesoamérica para entender cómo es que el desplazamiento humano está siendo dirigido por grandes empresas y gobiernos expulsores y receptores para satisfacer sus intereses. Por razones que tienen que ver con su enorme peso en términos económicos y poblacionales, enfatizaremos la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, pero también revisaremos el recorrido de los centroamericanos, así como el “otro destino” americano, el canadiense. Veremos durante el recorrido que, por comisión u omisión, los gobiernos del Norte y del Sur han declarado una guerra al sector campesino, tal vez de baja intensidad pero sin cuartel, para despojarlo de su futuro, es decir, de su tierra, de su acceso a recursos naturales, de la posibilidad de su reproducción con dignidad. ¿La consigna? Que migren. A las ciudades, a los tugurios que las rodean, a las ciudades o campos de otro país, pero que se vayan, y ya.

 

México, caso destacado del fenómeno mundial

El fenómeno migratorio es mundial, fluye en general de sur a norte, con un crecimiento nunca antes visto. La Organización Internacional para la Migración calcula que hay 175 millones de migrantes hoy en el mundo, es decir personas fuera de su país de nacimiento.

De todos los flujos humanos en el mundo, posiblemente el mayor sea de mexicanos hacia Estados Unidos. El Consejo Nacional de Población mexicano estima que “al menos” 400,000 mexicanos entrarán en 2005 a EEUU, “el mismo promedio anual que en años anteriores”. Sin embargo un especialista de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), calcula que la cifra es más cercana a 600,000 por año.4 Estos vienen a sumarse a los 23 millones de personas de origen mexicano (70% de los hispanos) que viven ya en EEUU. Además, el gobierno de Estados Unidos estima que hay unos 10 millones de personas sin documentos en su país, de los cuales unos tres y medio o cuatro millones son mexicanos, y la cifra crece notablemente todos los años.

Hay más evidencia de que la población mexicana en EEUU está creciendo rápidamente. Por ejemplo, en un solo estado, Arizona, fueron detenidos 586,000 migrantes indocumentados en 2004, unos 175,000 más que el año anterior.5 El incremento se debe en parte a un mayor número de agentes migratorios de Estados Unidos, pero esto no lo explica en su totalidad. La verdad es que los mexicanos, como reza el dicho en inglés, “están votando con los pies”, huyendo de una realidad económica aciaga en su país.

Otra cifra recalca la tendencia. El monto de remesas que envían los mexicanos en EEUU a sus comunidades bate cada año el récord del año anterior.

 

AñoMonto en US$6Aumento sobre el año anterior

 

2000 6,633,000,000  
2002 9,827,000,000 48%
2003 13,266,000,000 35%
2004 16,613,000,000 25%

 

La cifra de 16.6 mil millones de dólares que enviaron los mexicanos en Estados Unidos en 2004 es equivalente a US$45.5 millones diarios que entran a México, superando los ingresos por inversión extranjera, por el turismo e inclusive por ingresos netos de la venta de petróleo.7

El fenómeno migratorio mexicano no sólo se incrementa numéricamente. Cada año se ensancha y se profundiza geográficamente. Hoy los migrantes mexicanos proceden de nuevos estados expulsores, como Chiapas y Veracruz (que históricamente no lo habían sido) y se dirigen a nuevos estados receptores en Estados Unidos, como Georgia, Alabama, Tennessee y las Carolinas, que no habían visto jamás tantas caras mexicanas. En la última década hubo un espectacular crecimiento de la población mexicana en la costa este de EEUU y en muchas comunidades de tal litoral ya son la minoría más numerosa. Expertos en demografía pronostican que en 10 años más los mexicanos serán la minoría más numerosa en toda la costa este de ese país.

En la ciudad de Chicago los mexicanos son el 20% de la población. Es en la ciudad de Nueva York donde el crecimiento de mexicanos ha sido dramático en años recientes. Según estudios preparados por el ayuntamiento de Nueva York, en 1990 había 32,689 mexicanos en esa ciudad. Diez años después la cifra había crecido 275%, hasta 122,550, pero el investigador en asuntos migratorios Robert Smith, del Barnard College, calcula que los mexicanos suman más de 300,000.8 Aun con las cifras oficiales, los mexicanos, como grupo inmigrante, subieron del lugar 17 al quinto lugar en esa ciudad en 10 años.9

Más allá de los números, la fuga hacia el Norte está desgarrando a México, particularmente en el campo. La guerra declarada al campesino por el gobierno mexicano desde hace décadas ha provocado que hoy el campo esté sin rumbo, sin políticas de fomento y sin apoyos financieros que reviertan la tendencia. Donde sí hay apoyos gubernamentales es en zonas donde las tierras están controladas por grandes transnacionales agroalimentarias, particularmente extranjeras, en el noroeste del país.

Las políticas oficiales fomentan la emigración. Si no, ¿cómo explicar que el gobierno mexicano nunca cobró aranceles al maíz y frijol importados de EEUU después del inicio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuando el mismo tratado permitía seguirlos cobrando hasta 2008 y así proteger al productor nacional de la competencia externa?10 ¿A qué responde semejante decisión, sabiendo que 15 millones de mexicanos (15% de la población) dependen de la siembra de maíz y que el maíz estadounidense, vendido en México a precios de “dumping”, sólo alentaría la migración?

Más de 50 mil productores mexicanos son expulsados de sus tierras anualmente, rematando la precaria vida de miles de comunidades rurales. Según Víctor Quintana, asesor del Frente Democrático Campesino (FDC) e investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, se trata de un “fenómeno de desruralización a nivel nacional” pero “no sólo es a nivel económico, sino educativo, cultural y social”.11

Miles de poblados rurales se han convertido en pueblos fantasmas. En estados mexicanos con mayor tradición de ir “al norte”, para los jóvenes varones la travesía es el rito que marca la llegada a la mayoría de edad. Todos se van y la mayoría no regresará jamás para habitar sus pueblos originarios y darles movimiento, vida y organización. Los que se quedan atrás, ancianos, niños y mujeres–aunque las mujeres migran hoy con frecuencia–sobreviven con las remesas que van casi en su totalidad al consumo, al mejoramiento del hogar, pero ya nadie ve el caso de usarlas para la inversión productiva o el ahorro.

En comunidades rurales la migración se ha convertido en una aspiración social, más importante que la educación.12 Los jóvenes no ven futuro en su país y por lo mismo no aceptan seguir estudiando. Aunque saquen la secundaria y, algunos, la preparatoria, en su país no encontrarán empleo suficiente ni salario digno. Tendrán que emigrar de todas maneras a EEUU donde sus títulos académicos poco o nada servirán para los empleos que podrán obtener.

El desgarre en las comunidades indígenas es particularmente fuerte. La Diócesis de San Cristóbal, Chiapas, en dónde reside el 85% de indígenas del estado, ha documentado que “hay un contagio entre los jóvenes por salir”.13 La migración ha significado para las comunidades indígenas la pérdida de costumbres, fiestas, cultura, identidad, cultivos, organización, comidas y bebidas tradicionales, desintegración familiar, aumento de la drogadicción y el alcoholismo, venta de tierras que antes eran comunales y la desorientación resultante de la pérdida de la religión e inclusive de la fe en el futuro. Lo que está pasando en las comunidades indígenas rurales es nada menos que un genocidio.14

 

Políticas oficiales, el culpable de tanto desastre

La intensificación de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos se ha dado mayormente por políticas económicas fallidas en cuanto a su capacidad para generar empleo y reducir la pobreza en el país. Los incrementos más pronunciados coinciden, a grandes rasgos, con dos momentos de la vida económica del país: con el comienzo de las políticas neoliberales a mediados de los 80 y, más recientemente, con la entrada en vigencia del TLCAN. Este es el trasfondo que hay que tener presente en cualquier análisis de la migración y que los mandatarios se niegan a mencionar al pronunciarse sobre el tema.

En cuanto al campo, gobiernos locales y extranjeros han resuelto que, en la medida de lo posible, hay que vaciarlo de gente. El FDC de Chihuahua señala tres etapas que han provocado que “los campesinos se conviertan en una especie en extinción, no nada más geográfica sino culturalmente”.15 En la primera etapa, situada entre 1982 y 1988, los precios de garantía (antes apuntalados por el gobierno) se fueron por los suelos y los insumos se elevaron al cielo. La segunda etapa de la ofensiva empezó a finales de 1988 con el retiro del crédito rural y la profundización de la apertura comercial. El tercer “gran golpe” fueron los cambios a la Ley Federal de la Reforma Agraria, la entrada en vigor del TLCAN y la desaparición de Conasupo (comercializadora estatal de granos básicos).

Cada etapa ha tenido como resultado, literalmente, el destierro de campesinos. Como en muchos estados de la República, en Chihuahua las políticas están logrando su cometido, pues en los municipios rurales ha habido una caída de población del 20% en 10 años. Algunos campesinos, antes productores independientes, se ven obligados a vender sus tierras a las agroexportadoras por deudas o pobreza, y a veces se vuelven empleados de las mismas empresas. Víctor Suárez, asesor de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo lo sintetiza así:

Las acciones gubernamentales, impuestas por las élites norteñas y agroempresariales que tienen su visión e interés en el modelo estadunidense, favorecen las asimetrías regionales internas, la exclusión, las desigualdades que mantienen con programas asistencialistas, muy lejanos de la inversión productiva, y al parecer con la intención de mantener una población manipulable, laxa, débil.16

Unos 3.4 millones de campesinos deambulan por el país con la esperanza de emplearse en agroempresas.17 Otros buscarán su suerte en las ciudades, posiblemente en las maquiladoras de la franja fronteriza del norte. En el mejor momento para las maquiladoras en términos de la creación de empleos, el 2001, tenían una fuerza laboral de un millón 300 mil personas. Sin embargo algunos analistas piensan que su mejor época ya pasó a la historia para siempre, pues la República Popular de China ya puso en jaque la “ventaja competitiva” que los dueños de las maquiladoras pensaron que nunca se les acabaría, es decir, el bajo costo de la mano de obra mexicana.18

Dentro del país, las alternativas para los desempleados del campo escasean. Las políticas neoliberales han hecho similares estragos en el resto de la economía. Ni la industria, ni los servicios han sido capaces de “absorber” a los campesinos desplazados de su oficio tradicional. Al contrario, desde hace varios lustros estos sectores han arrojado millones de desempleados a la calle, a defenderse en la economía informal (la cual permite sobrevivir al 33% de los empleados en el ámbito urbano) o, cada vez más, a unir su suerte a la de los campesinos en busca de empleo en el Norte del continente. De hecho el perfil de los migrantes no es el de la población más pobre y marginada del país, sino el de las personas con un mayor nivel educativo que el promedio nacional.19

 

Ya ni qué. A migrar.

Los mexicanos que deciden poner pies en polvorosa e irse “pa’l norte” tendrán un vía crucis que enfrentar, el de cruzar la frontera norte. Los centroamericanos que deciden lo mismo–en general salvadoreños, hondureños y guatemaltecos–enfrentarán ese mismo reto, más otro peor: el de atravesar México.

Los indocumentados centroamericanos son presa fácil de quien los quiera agredir.20 En primer lugar, están las distintas autoridades mexicanas, sean policiacas, migratorias, judiciales, aduanales, sean éstas federales, estatales o municipales y, para rematar, también están el ejército y la marina. Sufren asimismo el acoso de los maras, integrados por jóvenes centroamericanos o mexicanos, o las pandillas de las inmediaciones de la estación ferroviaria Lechería en la Ciudad de México, la estación de carga más importante del país. Los centroamericanos, exhaustos, hambrientos, sedientos y a menudo enfermos tras días de viajar colgados de los estribos de los vagones, procedentes de la frontera sur, tendrán que transbordar en Lechería a otro tren que los lleve al norte. En el transbordo muchos no escaparán de ser esquilmados por las bandas delictivas de la zona.

El tren de la ruta Chiapas-Mayab que miles de centroamericanos (algunos estiman que suman los 5,000 al mes21) toman en la frontera sur para llegar a Lechería es “la bestia” para ellos, pues engulle y escupe pedazos de su humanidad. Muchos mueren destrozados bajo sus ruedas al tratar de abordar el tren en movimiento. Cada mes, siete u ocho sobrevivientes de la caída, pero mutilados por ella, llegan a un hospital regional en Tapachula. En Tapachula son tantos los lisiados centroamericanos que un alma caritativa, doña Olga Sánchez Martínez, con los escasos recursos de su albergue, les ofrece tortilla y techo y la posibilidad de reconstruir su vida, gestionando acaso una prótesis.

Ya de por sí arriesgada por el hecho de atravesar otro país sin documentos, a partir del 11 de septiembre de 2001 la travesía de centroamericanos por México se ha vuelto más azarosa por el Plan Sur.22 Instrumentado por México, probablemente a solicitud del gobierno estadunidense, el Plan Sur se diseñó para controlar el flujo de migrantes centro y sudamericanos (y el tráfico de armas y drogas) aprovechando el “cuello de botella” formado por el estrecho Istmo de Tehuantepec. Así, la frontera sur se militarizó con el incremento de efectivos militares, de fuerzas policíacas y migratorias y del destacamento de grupos de élite. Al arrancar el programa en 2001, Felipe Jesús Preciado Coronado, entonces comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), dijo que el Plan consistía en

tener ahí a nuestros mejores operadores, a nuestros mejores elementos. Se trata de una estrategia de mucha coordinación con los demás elementos de las corporaciones en todo el sur, principalmente aprovechando las condiciones geográficas del Istmo—una franja de terreno bastante accesible que podemos cuidar muy bien–, ya que por ahí van a pasar todos, los que se nos hayan pelado por allá abajo en la frontera, finalmente van a pasar por ahí.23

Tales declaraciones delataban un optimismo oficial inmerecido. Más transparente resultó ser la sucesora de Preciado Coronado, la comisionada del INM Magdalena Carral, cuando declaró al periódico inglés The Observer “sabemos que no la podemos detener [la migración centroamericana], sabemos que no la podemos controlar. Lo que hacemos es tratar de administrarla.”24

Sin duda los migrantes centroamericanos sufren los mayores ultrajes en manos de las autoridades mexicanas. Gabriela Rodríguez Pizarro, Relatora Especial sobre los Derechos Humanos de los Migrantes de la ONU dice que “en México existe un clima generalizado de hostigamiento y aprovechamiento de la vulnerabilidad del migrante”.25 Menos diplomático en su lenguaje es el padre Ademar Barilli, director de la Casa del Migrante en Tecún Umán, pueblo fronterizo de Guatemala, punto de partida para la mayoría de los migrantes centroamericanos. México está en riesgo de ser enemigo de toda Centroamérica, afirma Barilli, “por hacer el trabajo para Estados Unidos” y por los abusos cometidos por los oficiales mexicanos a los centroamericanos.26

 

Chiapas, nuevo estado expulsor

La mayoría de centroamericanos empieza la travesía por México en el estado de Chiapas, donde también hay otra diáspora en marcha. Chiapas se ha convertido en poco tiempo en uno de los estados de más expulsión de población.

No es difícil encontrar las razones de la fuga. Fuentes oficiales calculan que casi el 76% de la población ocupada trata de sobrevivir con hasta dos salarios mínimos (ocho dólares al día o menos).27 Pero ingresos exiguos no lo explican todo. La explosión migratoria chiapaneca empezó tras las lluvias torrenciales que se abatieron sobre el estado en 1998, destruyendo 400 mil hectáreas de cultivos, dejando a 500,000 personas sin hogar y provocando la muerte de 400. Fue un ingrediente más en el caldo de cultivo, ya sazonado por el desplome del precio del café (el mayor producto de exportación del estado) a nivel internacional desde 1989, la entrada de toneladas de maíz transgénico a precios de “dumping” desde 1994, la crisis del sector azucarero, más la caída de la inversión pública para el fomento rural en un 83% desde 1981.28 Anteriormente la mayor presión era tal vez la demográfica, pero tenía su válvula de escape en la migración de chiapanecos hacia la Selva Lacandona. Hoy esa “última frontera” no existe.

El número de chiapanecos que emigran hacia EEUU podría ser de unos 30,000 al año, de una población estatal de cuatro millones.29 Calculan académicos que en menos de 10 años, unos 300,000 chiapanecos se han asentado en EEUU, 65% de ellos campesinos e indígenas. Daniel Villafuerte, de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, señala:

Los campesinos e indígenas chiapanecos están cambiando con rapidez la cosecha del maíz, principal producto de consumo familiar, por la cosecha del dólar en Estados Unidos, al grado de que, en muy poco tiempo, Chiapas está ganando en captación de remesas a estados tradicional e históricamente expulsores de migrantes, como Zacatecas.30

Las cifras oficiales de remesas de chiapanecos en EEUU son impresionantes, calculadas para 2004 en 500 millones de dólares o, como dice Villafuerte, equivalentes “a toda la cosecha de maíz–principal generador de valor en el estado—, además de la producción de frijol, plátano y mango”.31

Pero no sólo se van los chiapanecos. Van y vienen constantemente. Por eso hay 380 “agencias de viaje” en 20 municipios de Chiapas, 136 tan sólo en el municipio de Frontera Comalapa, de 54,000 habitantes.32 Estas agencias improvisadas únicamente expenden boletos de autobús hacia y desde la frontera con EEUU. “Cuando llegamos a esta zona hace ocho años–recuerda Alejandro García de la organización campesina Hermano Sol del municipio de Escuintla (población 29,000)–salía al norte sólo un camión al mes. Hoy hay 30 al mes”.33

 

La frontera norte

En 1994 entró en vigor el TLCAN, una de las razones más importantes del desplome de precios en el sector agrícola mexicano y su resultado lógico: un abrupto incremento de la emigración. Pero ése también es el año en que EEUU empezó a reforzar su frontera con México. Lejos de tratarse de una coincidencia, también es el resultado lógico de estudios que se hicieron años antes, de ambos lados de la frontera, que apuntaban a que el TLCAN no beneficiaría en absoluto a grandes sectores de la población mexicana y que el desplazamiento sería el resultado.34

En 1994 empezó del lado estadunidense una letanía de “operaciones” para “sellar” la frontera, mediante el incremento del presupuesto para la patrulla fronteriza, la contratación de más agentes, el uso de vehículos blindados, perros, balas de goma, atomizadores de pimienta, aviones, helicópteros, aeronaves ligeras de control remoto, instrumentos sofisticados para la detección nocturna, la construcción de muros, torres portátiles de alumbramiento, cámaras de video de alta definición, sensores de calor y, eventualmente, balas de “punta hueca” que explotan al hacer contacto con el cuerpo y provocan “daño severo a órganos internos.”35 Son hoy 11,000 agentes de la patrulla fronteriza los que vigilan los tres mil kilómetros que separan los dos países. El presupuesto para todo ello es reflejo de dos fenómenos. Por un lado, en el objetivo incremento del número de migrantes que intentan cruzar la línea; por otro, en la “amenaza” subjetiva de un nuevo ataque del exterior que sienten los estadunidenses tras el 11 de septiembre.

En todo caso dinero para resguardar la frontera no falta. Desde 1994 EEUU ha gastado 20 mil millones de dólares para “fortalecer” sus fronteras. Hubo US$3 mil millones para la seguridad fronteriza en Estados Unidos en 2003, que en 2005 subirá a más del doble, unos US$6.2 mil millones de dólares. No obstante el derroche de recursos y la modernidad de los medios, no hay evidencia de que el refuerzo fronterizo haya reducido la migración no autorizada hacia ese país.

Eso sí, el migrar a EEUU se ha vuelto mucho más difícil. Diseñadas por el Centro de Conflictos de Baja Intensidad del Pentágono,36 las “operaciones” especiales de sellamiento fronterizo (Guardián, Mantenga la Línea, Encrucijada, Bloqueo, Salvaguardia, Río Grande, Vanguardia, Control Desértico y otras), han tenido éxito al dificultar en extremo el paso de migrantes por las rutas anteriormente más concurridas. Pero no han detenido el flujo, sólo lo han desplazado hacia áreas más peligrosas, por ejemplo a los desiertos de Arizona o las montañas al oeste de Mexicali-Caléxico. Las organizaciones de derechos humanos de ambos lados de la frontera registran, en los 10 años de vigencia de TLCAN, 4,000 muertes (de las que se conocen) de migrantes que perecieron al intentar cruzar la frontera, la mayoría en terrenos inhóspitos.37 Pero la política de obstrucción se ha frustrado porque para muchos migrantes no hay mejor opción. La mayoría enfrenta la disyuntiva de morir lentamente en casa o morir con la ilusión de cambiar su situación personal o familiar.

Por lo pronto los transmigrantes tendrán que enfrentar los operativos “moralmente reprobables”, según la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU, además de la militarización y paramilitarización de la frontera. La patrulla fronteriza cuenta con el respaldo del ejército de EEUU y al mismo tiempo algunos estados, como Arizona en 2001, autorizaron la instalación de la guardia nacional en la frontera con México. Lo más siniestro, sin embargo, son los grupos paramilitares racistas que se han formado en varios puntos de la frontera. Anota José Morena Mena, de la Coalición Pro Defensa del Migrante de Baja California, que estos grupos “exacerban entre la comunidad de las localidades fronterizas ideas extremistas y xenófobas en contra de los trabajadores mexicanos indocumentados.”38

Entre las más virulentas se encuentra la agrupación Proyecto “Minuteman” de 200 paramilitares “voluntarios”, incluyendo pilotos, que en forma aparentemente independiente se han trasladado a la frontera Arizona-Sonora para defender a Estados Unidos ante la horda invasora. Según la página web del grupo, Estados Unidos se encamina hacia el “caos político y social”, pues se va a apoderar del país una “maraña de culturas no asimiladas y antagónicas”. Si no se detiene la migración, EEUU se volverá, según, James Gilchrist, uno de los líderes, un “infierno caótico, políglota y multicultural, como la India.” Gilchrist, ex soldado de la guerra contra Vietnam, establece que el objetivo principal del Proyecto “Minuteman” es “sacar” a los 22 millones de “forasteros ilegales” que según él ya residen en Estados Unidos, a fin de que su país se vuelva de nuevo “coherente” y regrese “al reino de las leyes”. Otro paramilitar, Chris Simcox, de la agrupación Defensa Civil de la Patria, quiere desenmascarar “la hipocresía en Washington… tenemos 100 mil soldados protegiendo las fronteras de otros países. Exigimos que sean destacados aquí para defender nuestras propias fronteras”.39

 

¿Reformas?

Ante la realidad innegable–la futilidad de las actuales “barreras” de contención, tanto físicas como legales (y de unos cuantos paramilitares deschavetados), así como el rechazo a toda costa del análisis de los factores de expulsión en México y Centroamérica centrados en políticas económicas fallidas— las autoridades estadunidenses hacen lo único que pueden, es decir, generar declaraciones sobre la necesidad de “reformar” el actual sistema migratorio.

Podemos obviar la afirmación del presidente George Bush en enero 2004 sobre su deseo de presentar un paquete integral de reformas migratorias al congreso de su país, pues se hizo en un contexto electoral con el objetivo de granjearse el voto hispano. La propuesta era todo menos integral, ya que no contemplaba aspectos importantes (por ejemplo, el número de “beneficiados”) pero, adornada con un lenguaje grandilocuente sobre la “compasión” que, ahora sí, se les brindaría a los migrantes, ayudó a lograr su cometido. En las elecciones de noviembre 2004, Bush destronó al Partido Demócrata de su prominente dominio entre votantes hispanos, al obtener el 44% de los sufragios de este sector. Ya elegido, Bush atenderá a quienes siempre ha favorecido: a las empresas que contribuyeron generosamente a las arcas de sus campañas en 2000 y 2004.

Una reforma migratoria integral, para las organizaciones promigrantes en EEUU, incluiría la legalización de los indocumentados ya afincados en EEUU, libertad para entrar y salir de EEUU, movilidad laboral si así lo decide el trabajador, la reunificación de su familia y mecanismos para obtener la ciudadanía a criterio del migrante. Pero dado el actual clima político, un paquete integral no tiene ninguna posibilidad de aprobarse en el congreso federal. Ni Bush lo propondría, a pesar de su más reciente promesa en enero de 2005 de “gastar capital político”40 para lograr una reforma migratoria en el Congreso. Tom Hansen, de la Red en Solidaridad con México, en Chicago, es tajante:

Bush no tiene tanto capital político. No habrá reforma migratoria este año ni el próximo, pues su capital político lo tendrá que abonar hacia asuntos que tienen para él más prioridad, como la reforma del seguro social y, por supuesto, Irak.41

Lejos de una reforma migratoria, lo que están elaborando los asesores de Bush es un nuevo programa “Bracero” (similar al que existió entre 1942-1964), también llamado programa de “trabajadores huéspedes”. El programa quedará lejos de los reclamos humanitarios de los migrantes y sus organizaciones solidarias en EEUU. Complacerá en primer lugar a las grandes y medianas empresas que no han logrado todavía la cuadratura del círculo, al querer asegurar un flujo constante de mano de obra barata y no sindicalizada, pero a la vez legal.

Muchas empresas en EEUU no pueden atraer a estadunidenses ni a residentes legales, pues los empleos que ofrecen se caracterizan por las tres “D” (“dirty, dangerous, dull”, o sucios, peligrosos y aburridos). Para esos puestos no hay salario que convenza. Para muchas empresas, particularmente de los sectores agropecuario, de la construcción, restaurantero, hotelero, de rastros (mataderos), procesadoras de productos cárnicos, enlatadoras de productos pesqueros y otros, la solución de su dificultad laboral es el programa de trabajadores huéspedes.

Tal programa permitiría reclutar legalmente a una dispuesta mano de obra mexicana o centroamericana que así estaría a salvo de redadas de agentes migratorios. Hoy las detenciones de indocumentados son un permanente dolor de cabeza para los patrones, pues interrumpen el proceso productivo. Los rastros, por ejemplo, donde se emplean muchos indocumentados mexicanos, sufren repetidas redadas y pérdidas cuantiosas al quedar parada la “línea de matanza” por la detención de sus trabajadores.

Las empresas quieren trabajadores legales pero, eso sí, muy “flexibles”. Las empresas hoy evitan a toda costa relaciones laborales largas que puedan dar pie a prestaciones a futuro (pensiones, en particular, pero también mayor cobertura en salud, vacaciones, etc.). La propuesta de Bush acomoda a las empresas, pues la autorización de trabajar caducaría para el migrante, quizá en un plazo no mayor de tres años, tal vez con una renovación por un periodo igual, pero luego estaría obligado a regresar a su país. Lo que quiere Bush, dice Bob Menéndez, diputado demócrata por Nueva Jersey, es “su sudor y trabajo pero al final no los quiere “a ellos”. La propuesta será una rotación de capital humano, para usar y desecharse, sin esperanza de legalizar permanentemente [su] estado [migratorio]”.42 Además, las empresas no quieren que se regularice la permanencia de los migrantes, ya que éstos tampoco quieren los empleos “3-D” y, habiendo libertad para hacerlo, cambian de trabajo.

La respuesta del gobierno mexicano ha brillado por pusilánime. Frente a la “enchilada completa” de medidas migratorias que el anterior secretario de Relaciones Exteriores Jorge G. Castañeda trató de negociar con EEUU antes del 11 de septiembre, el actual jefe de la misma dependencia ha seguido una política “errática y agachona”, según el Dr. Jorge Durand, de la Universidad de Guadalajara, estudioso durante 20 años de la migración mexicana. Según Durand, Castañeda defendió dos principios en sus negociaciones iniciales con el gobierno estadunidense: responsabilidad compartida y solución integral.43 Aquello de defender principios no está de moda para el actual secretario de la política exterior mexicana, Luis Ernesto Derbez. Sus declaraciones hacen evidente el cambio de enfoques, y de menús. Hay que pasar, dice, “de la enchilada completa al “Taco Bell”,” queriendo indicar, a su mordaz manera, que el gobierno de México no propondrá nada a EEUU en materia migratoria, sino que esperará la propuesta de EEUU, pues “es un tema que sólo corresponde a Estados Unidos”.44

Hoy el ambiente político en EEUU está enrarecido y la extrema derecha, a pesar de sus números exiguos, tiene un enorme peso en la política pública. Los extremistas podrían hacer naufragar un programa de empleados huéspedes que beneficie a empresas norteamericanas, pues sencillamente no quieren más extranjeros en su país, aunque estén documentados. Hay proyectos de ley en el congreso federal que promueven programas de trabajadores huésped, y algunos facilitan a los migrantes mecanismos para ir regularizando su estancia en EEUU y, con tiempo, traer a sus familiares.

Los extremistas rechazan tales propuestas y han emprendido una feroz contraofensiva “no sólo para detener cualquier intento de reforma a las leyes migratorias, sino para criminalizar, marginar y expulsar a los ‘ilegales’.”45

El ambiente contrario al migrante se palpa de mil formas. Por ejemplo, la “Propuesta 200” aprobada con creces por el electorado de Arizona en las elecciones de noviembre pasado negaría servicios sociales y licencias de manejo a indocumentados y multaría a servidores públicos que osen ofrecérselos; o los sitios racistas en internet, como el del legislador federal por Colorado Tom Tancredo, que sostiene que la frontera con México “ofrece una puerta abierta a terroristas islámicos”.46 También se nota en el surgimiento de grupos que promueven el destierro de lugares públicos de todo idioma que no sea el inglés; en la violación de derechos legales a los detenidos indocumentados, lo cual ha significado deportaciones “exprés”, sin derecho a audiencia. El tufo racista se respira también a nivel teórico-ideológico, como en el reciente libro del conocido historiador Samuel P. Huntington, quien afirma que la migración latina a EEUU, y pone énfasis en la mexicana, “amenaza los valores anglo-protestantes” que son “el credo de la cultura estadunidense”.47

Se nota en detalles nimios también. El Instituto Nacional de Migración del gobierno mexicano publicó un folleto que da consejos a los transmigrantes (llevar suficiente agua, seguir vías de tren o tendidos eléctricos si uno se pierde en el desierto, etc.), y enumera sus derechos en caso de detención. Pero el folleto ha provocado un aullido de protesta de las fuerzas antimigrantes. “El gobierno mexicano está apoyando e instigando la invasión ilegal” de mexicanos a EEUU declaró el diputado federal por Arizona J.D. Hayworth. Por su parte el legislador Tancredo refunfuñó, “ésta no es la acción de un vecino amistoso”, refiriéndose al folleto. Para sorpresa de nadie, el gobierno mexicano ha doblado las manos una vez más al retirar el folleto de circulación mientras, supuestamente, determinan las autoridades si ha reducido la mortandad de los migrantes.48

 

¿Y Canadá?

El ambiente en Canadá es históricamente tolerante hacia los migrantes y hay un avanzado marco legislativo para combatir el racismo y la discriminación. Sin embargo, desde 1966 el programa bracero canadiense, llamado “Trabajadores Agrícolas Temporales”, en el que laboran 17,000 extranjeros, diez mil de ellos mexicanos, ha demostrado que tampoco en Canadá se les quiere “a ellos”, a los migrantes. Se quiere y se requiere de su trabajo, sin el cual ciertas industrias no existirían en Canadá, pero al trabajador se le ocultan y escamotean sus derechos.

El sindicato UFCW-Canadá (siglas en inglés de Trabajadores de Alimentarios y Comerciales Unidos), en su último informe sobre los trabajadores agrícolas migrantes en ese país detalla una larga lista de abusos que el gobierno canadiense se ha negado a atender .49 Por ejemplo, el UFCW denuncia que los trabajadores agrícolas no cuentan con garantías y derechos que tienen trabajadores de otros sectores. El 90% de los migrantes que laboran en el campo realiza las ocupaciones más peligrosas en todo el ámbito laboral, pero no recibe capacitación, ni equipo o ropa de protección adecuada. No gozan de protecciones en caso de enfermedad o accidentes de trabajo.

Los migrantes durante años han pagado cuotas obligatorias, y millonarias, al fondo de seguro ante el desempleo, pero jamás han cobrado beneficios. Si un patrón se disgusta por cualquier motivo con su empleado lo puede despedir en forma fulminante, lo cual en general significa su inmediata repatriación sin audiencia ni derecho de apelación. Los trabajadores agrícolas son excluidos, en forma “arbitraria y discriminatoria”, según el sindicato, del derecho a organizarse y negociar colectivamente con sus patrones, ni pueden realizar huelgas. El sindicato denuncia, además, que el gobierno federal canadiense oculta deliberadamente el mecanismo para determinar el salario de los migrantes, a fin de beneficiar a los patrones de las granjas donde laboran. Es deplorable, dice, la vivienda ofrecida a los trabajadores migrantes, en especial la que pone en peligro su vida. Es común la práctica de alojar a los migrantes en o sobre invernaderos en donde se almacenan y se utilizan químicos, fertilizantes, herbicidas. La ONG canadiense Justicia para trabajadores migrantes denuncia también otros agravios como la obligación de trabajar horas adicionales sin pago compensatorio (jornadas de 12-16 horas son comunes).50

El “encadenamiento” de los migrantes en el Programa a un solo patrón y por ende la prohibición de dejar un empleo y buscar otro ha llevado a Tanya Basok, investigadora canadiense de los migrantes mexicanos en Canadá, a clasificar a los trabajadores que participan en el Programa como “unfree” (literalmente “no libres”).51

Hay mexicanos que han laborado ya más de 20 años en el Programa canadiense, lo cual significa que durante ese periodo han vivido más tiempo en Canadá que en México y han contribuido más a la economía de aquel país, ayudando a sostener industrias enteras en pie con su trabajo. Sin embargo, dadas las condiciones actuales, nunca podrán ser más que trabajadores agrícolas, nunca se podrán integrar a la sociedad canadiense, nunca podrán buscar trabajo en Canadá independientemente, ni podrán solicitar la naturalización con el fin de radicar en el país, si así lo desean.

Tales restricciones evidencian que el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales es parte de una tendencia mundial de canalizar a los migrantes hacia empleos específicos (los que los ciudadanos del Norte no quieren ocupar) y controlar su pago y prestaciones con mecanismos “hechos a la medida” de los patrones. Son los eternos trabajadores desechables, se les exprime su fuerza y juventud y luego son devueltos para que sus países de origen carguen con los costos sociales.

 

Concluyendo

A las élites de Norte y Sur no les conviene presionar demasiado para cambiar la situación actual. Para las del Sur, la emigración masiva de los últimos 10 o 15 años significa menos presión laboral y poblacional en casa, ahorros en la prestación de los (ya de por sí) menguados servicios sociales y el atractivo nada despreciable de cuantiosas remesas de los migrantes. Para las élites del Norte, detener el flujo migratorio no es conveniente tampoco, en especial entre los sectores industriales, agropecuarios o de servicios, con un fuerte componente laboral en su proceso productivo.

Si bien es cierto que parte de la ola migratoria se debe a razones extraeconómicas, como las guerras y los desastres naturales, aquí se ha sostenido que se trata mayormente de un fenómeno provocado por políticas emanadas del actual modelo neoliberal, que enfatizan en primer lugar los intereses de grandes empresas. Cambiar el statu quo requeriría cuestionar el modelo excluyente y expulsor, benefactor de ciertos intereses económicamente fuertes, y desmantelarlo.

Lo único que podría revertir el flujo de migrantes pobres es un modelo económico mundial diferente que enfatice el crecimiento interno, el mercado doméstico, las prioridades nacionales de los países pobres (si todavía se vale hablar de naciones). Sin cambios radicales, lo que se perfila en las próximas décadas es una creciente e imparable marcha de pobres desarraigados del Sur hacia las ciudadelas prósperas del Norte.

Sin embargo todo ello se sabía hace años, ya que era relativamente fácil prever lo que ocurriría con las actuales políticas neoliberales. Un estudio “profético” en tal sentido se escribió tres años antes de entrar en vigencia el TLCAN y, precisamente por la clarividencia de sus palabras, vale citarlo in extenso. Se trata de Probables efectos de un tratado de libre comercio en el campo mexicano, del profesor José Luis Calva. En 1991 Calva escribió,

Si los millones de familias campesinas desahuciadas del agro encontraran empleo en nuestras ciudades bajo un escenario de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, la expectativa sería de todos modos conmocionante, por el desgarramiento social que significaría el derrumbe del modo de vida de los hombres del campo, pero sería menos catastrófica. Los expulsados del campo tendrían ocupación y acabarían encontrando un nuevo estilo de vida en las ciudades, aunque sólo fuera el de los hijos de Sánchez.

El problema serio radica en que los expulsados del campo no encontrarían expectativas reales de ser absorbidos por el mercado de trabajo en México.

La expulsión del campo de tres millones de familias, significaría entonces, su expatriación o deportación a Estados Unidos y Canadá.

Si los gobiernos y las legislaturas de los tres países acuerdan la liberalización comercial agropecuaria, los ciudadanos estadounidenses deben prepararse a recibir alrededor de 15 millones de inmigrantes mexicanos. La border patrol no podrá detenerlos; e incluso la nueva cortina de hierro, levantada en la frontera bajo una atmósfera en que la guerra fría ha cedido su lugar a la guerra económica entre las naciones, cederá ante el empuje de millones de mexicanos echados de sus campos por el free trade.52

Todo era previsible para quienes lo querían ver. Las consecuencias sólo ahora empiezan a perfilarse con más nitidez.

 

Notas

  1. Barrón, Antonieta y José M. Hernández, “Los nómadas del nuevo milenio” en Cuadernos Agrarios, México, no.19-20, 2000.
  2. Según el Centro de Recursos Centroamericanos en El Salvador, citado en Hernández Navarro, Luis, “Migración y café en México y Centroamérica”, Informe Especial, Programa de las Américas, Nuevo México: Interhemispheric Resource Center, 3 de noviembre de 2004.
  3. La Cámara de Comercio de Estados Unidos calcula que en los próximos 10 años se necesitarán entre 10 y 15 millones de trabajadores nuevos para empleos de bajos ingresos en ese país, una fuerza laboral que sólo podrá encontrarse en el extranjero. Ver Cason, Jim y David Brooks, “La reforma migratoria en Estados Unidos: mucho humo y poco fuego”, Suplemento Masiosare, La Jornada, 28 de noviembre, 2003.
  4. Ver Source Mex (http://ladb.unm.edu), “Flow of undocumented Mexicans into U.S. expected to continue at same pace”, 12 de enero, 2005 y la revista Milenio, México, “¿De dónde son los migrantes?”, 1 de marzo, 2004, p. 59.
  5. Freeman, Alan, “Border blitz targets “invaders” from Mexico”, Globe and Mail, Toronto, 28 de enero, 2005, www.globeandmail.com .
  6. Ver: Source Mex, op.cit.; Levine, Elaine, “Diez años después y seguimos exportando mano de obra barata a Estados Unidos”, en la revista Memoria, México, no. 187, septiembre, 2004; y La Jornada, sección económica, 1o de febrero, 2005, “Aumentaron 24% remesas de mexicanos en el extranjero en 2004:BdeM”.
  7. El monto de las remesas es superior al “saldo de la balanza comercial de hidrocarburos, cuyo ingreso neto (una vez descontado el gasto realizado por la importación de derivados del petróleo) fue en 2004 de 13 mil 439 millones de dólares”, según La Jornada, sección economía, 1 de febrero, 2005, op.cit.
  8. Smith, Robert, “Mexicanidad en Nueva York: emigrantes que buscan un nuevo lugar en el viejo orden racial”, NACLA Report on the Americas, Nueva York, Vol. 35, No. 2, septiembre-octubre, 2001. Versión en español disponible en internet: www.nacla.org.
  9. Brooks, David, “Migrantes extranjeros se apoderan de NY”, La Jornada, contraportada, 25 de enero, 2005.
  10. Gómez Cruz, Manuel Angel y Rita Schwentesius, “Desastroso impacto del TLCAN en el sector agroalimentario: es urgente una posición del legislativo para su revisión”, CIESTAAM, México, p.4. Agregan los autores, “México no aprovechó los márgenes negociados: nunca se han cobrado los aranceles de las importaciones fuera de cuota en los casos de maíz y frijol, de tal suerte que en el caso del maíz la pérdida fiscal durante el periodo del TLCAN es de casi 2,800 millones de dólares y en el de frijol de 77 millones de dólares, nada más de las importaciones desde EEUU.”
  11. Avilés, Karina, “El TLCAN, cerca de dejar a Chihuahua sin campesinos”, La Jornada, sección política, 4 de enero, 2005.
  12. Poy Solano, Laura, “Aumentan los migrantes con mayor preparación académica, revela análisis”, La Jornada, sección política, 31 de diciembre, 2004.
  13. Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, “Asamblea diocesana sobre migrantes”, manuscrito, 3 y 4 de febrero, 2004, p.9-10.
  14. Usamos la acepción de la ONU del genocidio, establecida en la Convención sobre la Prevención y Castigo del Crimen de Genocidio, 1948, Artículo 2: “En la presente Convención, genocidio significa cualquiera de los actos siguientes, realizados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, tales como […] c) infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas a fin de realizar su destrucción física, total o parcialmente”.
  15. Avilés, Karina, “Ofensiva neoliberal crea pueblos fantasmas en zonas agrícolas”, La Jornada, sección política, 3 de enero, 2005.
  16. Pérez, Matilde, “Políticas oficiales provocan que 50 mil productores dejen el agro cada año”, La Jornada, sección política, 3 de enero, 2005.
  17. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, “Diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos en México”, México, diciembre 2003, p.172.
  18. Carrillo, Jorge y Redi Gomis, “Los retos de las maquiladoras ante la pérdida de competitividad”, revista Comercio Exterior, México, abril 2003.
  19. Poy Solano, Laura, op.cit..
  20. “100% de los salvadoreños que cruzan por nuestro país son víctimas de maltrato y, en su mayoría, sufren además robos, extorsiones, golpes, detenciones arbitrarias y abuso sexual. El dato lo aporta la organización de migrantes El Rescate, de Los Angeles, California–una de las más antiguas, en este rubro, en Estados Unidos”, tomado de Najar, Alberto, “El costo de cuidar el patio trasero”, La Jornada, Suplemento Masiosare, 9 de febrero, 2003.
  21. Najar, Alberto, “El largo brazo de la migra mexicana: una historia conocida”, La Jornada, Suplemento Masiosare, 18 de mayo, 2003, p.7.
  22. Según Ana Isabel Soto, directora del Centro de Derechos Humanos “Fray Matías de Córdova” en Tapachula, Chiapas, el Plan Sur puede haber desaparecido, pero sólo su nombre, pues siguen desarrollándose los cinco programas operativos que el Plan se trazó (conversación telefónica, 2/03/05).
  23. Citado en Sandoval, Juan Manuel, “Migración y seguridad nacional en las fronteras sur y norte de México”, ponencia manuscrita presentada en junio, 2003, 1er Encuentro Internacional sobre Desarrollo e Integración Regional en el Sur de México y Centroamérica, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, p. 16.
  24. Citada en The Guardian Weekly, 11 de mayo, 2004, p.17.
  25. Naciones Unidas, Comisión de Derechos Humanos, “Grupos e individuos específicos: trabajadores migrantes: Informe presentado por la Relatora Especial, Sra. Gabriela Rodríguez Pizarro, de conformidad con la resolución 2002/62 de la Comisión de Derechos Humanos, Visita a México”, p. 9.
  26. Este Diario Co Latino, “México está en riesgo de ser enemigo de toda Centroamérica”, 20 de noviembre, 2002, disponible en www.diariocolatino.com.
  27. Martínez Velasco, Germán y Jorge López Arévalo, “Dinámica demográfica y marginación: el caso de Chiapas”, en Territorio y economía, SIREM, México, Número especial 3, 2004, p. 21.
  28. Pérez, Matilde, op.cit..
  29. Hernández Navarro, op.cit., p.11.
  30. Balboa, Juan, “La migración de Chiapas hacia EU se agudizó con Fox y Salazar: expertos”, La Jornada, sección política, 11 de octubre, 2004.
  31. Ibid.
  32. Ibid.
  33. Conversación personal, 15/01/05.
  34. Ver, por ejemplo, Calva, José Luis, Probables efectos de un tratado de libre comercio en el campo mexicano, Fontmara, México, 1991 (3a edición 1994), en especial el capítulo “El éxodo rural y su destino”.
  35. Ross, John, “2004 Has Been a Big Year for Homeland Security’s New Migra–and a Bad One for Undocumented Workers from the South”, Weekly News Update on the Americas, 28 de noviembre, 2004. Para información sobre las balas de punta hueca, ver http://www.stopgatekeeper.org/English/bullets.htm.
  36. California Rural Legal Assistance Foundation’s Border Project, “Operation Gatekeeper, Fact Sheet”, actualizada 30 de abril, 2004, http://www.stopgatekeeper.org , p. 3.
  37. La fuente de la cita anterior anota en su p&aacute

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