Ciudad Juárez desciende a otro círculo del infierno

Ciudad Juárez, la acosada gemela de El Paso, bajó a un nuevo círculo del infierno el pasado fin de semana cuando sicarios abrieron fuego contra una casa donde unos adolescentes celebraban una victoria futbolística. Al día de hoy, dieciséis personas, casi todas jóvenes, murieron en el lugar o en el hospital a causa de sus heridas. La comunidad está impactada, la nación aturdida, y los teléfonos no dejan de sonar con llamadas de los medios de comunicación.

Una vez más, los medios internacionales, atraídos por imágenes de pisos empapados en sangre y familias sumidas en llanto, han hecho su incursión esporádica al otro lado, al cenagal de violencia que es Ciudad Juárez. La ciudad tiene hoy el récord mundial de homicidios per cápita, con 2,600 asesinatos tan sólo el año pasado. 2010 promete ser el año más sangriento hasta ahora, con 227 asesinatos vinculados al crimen organizado únicamente en enero.

Ciudad Juárez no es sólo la ciudad más violenta del país; es también la más militarizada. Se suponía que el Operativo Chihuahua sería el modelo de la “guerra antinarco” del Presidente Calderón. En su lugar, ha resultado la evidencia más trágica de una estrategia ineficaz y sin salida.

Los vecinos entrevistados a raíz de la tragedia calificaron de “inútiles” a las fuerzas armadas. Temerosos de dar su nombre, indicaron que los siete vehículos todoterreno transportaban a pistoleros fuertemente armados que entraron a la colonia, cazaron a las víctimas y salieron tras saquear la residencia, pasando, se informa, precisamente al lado de un grupo de soldados en las cercanías.

“Oímos cientos de disparos, primero creímos que eran bombas molotov, pero después escuchamos carreras y los gritos de las muchachas que estaban en la fiesta. Luego hubo silencio y un fuerte olor a pólvora”, se informa que dijo un testigo. Dicen los vecinos dicen que diez horas después de los asesinatos ni siquiera se había asegurado la escena del crimen.

Hasta ahora nadie conoce la motivación del crimen. El Washington Post reportó que el alcalde de Ciudad Juárez, José Reyes, ofreció la hipótesis absurda de que el golpe fue dado “al azar”.

“No hay explicación lógica, una razón concreta para este acontecimiento. Esto es algo que nos preocupa, actos criminales gratuitos o al azar”, declaró Reyes a MVS Radio. “Va más allá de lo que había estado sucediendo y pone a Ciudad Juárez en un peligro todavía mayor.”

Los pistoleros llegaron en una unidad de comando altamente organizada, equipada con ametralladoras. Aunque sin duda se asesinó a gente inocente, existe alguna razón por la que la residencia fue señalada y si se toma la experiencia como guía, puede que nunca conozcamos esa razón.

Se indicó que una de las estudiantes dentro de la casa recientemente había presenciado un homicidio múltiple que implicaba al crimen organizado. Si éste es el motivo detrás de la masacre, despierta graves dudas sobre la protección de quienes se atrevan a dar información a las autoridades.

El congreso mexicano ha llamado a los Secretarios de Defensa, de Marina y de Seguridad Pública a que Junto con el Procurador General de la República expliquen su estrategia de seguridad en la ciudad fronteriza así como su espectacular fracaso a la luz de los últimos asesinatos.

La masacre ocurre a unos días de que el Embajador de E.U. en México

Carlos Pascual elogió una nueva estrategia en Ciudad Juárez para el retiro del ejército y su reemplazo con policías federales. “Lo que el gobierno ha hecho ahora es tomar una medida inteligente (…): introducir a la policía federal, que tiene todas las capacidades legales (y) ponerlos en ese primer lugar en la lucha contra los narcotraficantes”, declaró a la prensa mexicana.

El ataque pone en tela de juicio esta nueva estrategia, la cual realmente es una modificación cosmética de la anterior. Expertos como el General del Ejército Mexicano Francisco Gallardo, hoy un connotado defensor de derechos humanos, señalan que la diferencia entre las fuerzas armadas y la policía suele ser un mero cambio de uniforme. Aunque algunos grupos de Washington hayan insistido en que el cambio del ejército a la policía constituye un avance trascendental en la estrategia de la guerra contra las drogas, este incidente indica que la violencia y la impunidad del crimen organizado no disminuirán.

El problema fundamental consiste en el enfoque de coacción militarizada de la guerra contra el narco, respaldado por el gobierno de Estados Unidos a través de la Iniciativa Mérida. Según este esquema actual, disminuir la demanda de drogas ilícitas, el tratamiento y prevención de adicciones y el ataque concertado contra la estructura financiera del crimen organizado quedan casi completamente fuera del mapa de las políticas adoptadas.

Un reportaje en el periódico mexicano El Universal pone de relieve que el 70% de los recursos de la Iniciativa Mérida permanece en Estados Unidos, repartido en contratos para equipos militares y de inteligencia.

Mientras empresas como Northrop, Dyncorp y Blackhawk amasan millones con la continuación de la guerra contra las drogas al sur de la frontera estadounidense, la espiral de la violencia se dispara fuera de control.

Laura Carlsen (lcarlsen(a)ciponline.org) es la directora del Programa de las Américas (www.americaspolicy.org) para el Center for International Policy en la Ciudad de México.

Traducido por María Soledad Cervantes Ramírez.

Para usar este artículo, favor de contactar a americas@ciponline.org.

Para mayor información

Un abecedario del Plan México
http://www.ircamericas.org/esp/5251

El informe del Departamento de Estado sobre derechos humanos en México
http://www.ircamericas.org/esp/6398

El doble lenguaje en la guerra contra el narcotráfico
http://www.ircamericas.org/esp/5967

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