En Argentina, un “alivio financiero” y los retos por delante

Sec. de Economía Martin Guzmán con la Directora del FMI Kristalina Georgieva en febrero

Tras meses de idas y vueltas, el gobierno argentino encabezado por Alberto Fernández anunció el 4 de agosto que logró reestructurar exitosamente unos 65 mil millones de dólares de deuda externa en manos de una parte de los tenedores privados. Así, salió del “default selectivo” en el que estaba desde mayo. Esto equivale a un “alivio financiero” para el gobierno de 37,700 millones para el período que va de 2020 a 2030[1].

El ministro de economía, Martín Guzmán, logró un acuerdo con el grupo de Bonistas del Canje, el Comité de Acreedores de Argentina y el grupo Ad Hoc de Bonistas Argentina, donde se nuclearon algunos de los fondos de inversión más grandes del mundo como Black Rock[2], Templeton, Gleylock y Fidelity. Unidos negociaban desde una posición de fuerza, dado que tenían en su poder más del 50 por ciento de los bonos. Eso les daba poder de veto a cualquier acuerdo que no los incorporara, cosa que hicieron ante varias de las propuestas del ejecutivo.

El acuerdo tocó poco del capital: la reducción será solo del 1.9 por ciento. Es por eso, también, que la deuda total del país casi no se reduce: el principal beneficio para Argentina consiste en bajar la tasa de interés del 7 por ciento al 3 por ciento, en promedio[3]. Lo central, en términos políticos, es que el gobierno logró patear los pagos y despejar así significativamente su propia gestión, que concluirá en 2023[4].

Pero el problema está todavía lejos de terminar: queda pendiente una dura ronda de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Saliendo del hoyo

Este 2020 será el tercer año consecutivo de recesión para la Argentina, un país cuya dinámica interna hace décadas lo conduce a crisis cíclicas de las que no puede salir.  En este año se suman además los duros efectos de una pandemia global. De hecho, hasta la llegada del COVID-19, el tema de la deuda externa tenía una centralidad total en la agenda local. Tiene sentido: los más de 300 mil millones de dólares que debe el país representan el 90 por ciento de su PBI[5]. Si no se despejaba esa variable resultaba imposible prever el futuro económico, aseguraban en el entorno del presidente.

El negociador fue un joven economista hasta entonces desconocido en el mundo político local: Guzmán, discípulo del premio Nobel Joseph Stiglitz y actual ministro de Economía. “Hay un horizonte despejado en el corto plazo”, dijo Guzmán en conferencia de prensa días después del anuncio[6].

La primera propuesta que rechazaron los acreedores fue en abril[7]. En esa oportunidad el gobierno había ofrecido un esquema en el que el Valor Presente Neto (VPN) – que plantea un valor de mercado actual a los pagos de deuda futuros que se desprenden del acuerdo – era de algo menos de 40 sobre 100 dólares. Ambas partes cedieron a lo largo de los meses y finalmente alcanzaron un punto intermedio en 54,8, un adelantamiento de cupones y amortizaciones y algunas cláusulas legales.

Técnicamente, el siguiente paso es reestructurar algo más de 41 mil millones de títulos en dólares emitidos bajo legislación argentina. Se estima que, en este frente, el grado de adhesión será alto dado que el ministro ya ratificó que se les dará un trato igualitario a los recientemente renegociados, de “ley extranjera”.

¿Fue bueno el acuerdo?

El economista Juan Manuel Telechea, en un newsletter de Cenital se pregunta[8] si el acuerdo fue bueno o no y elude una respuesta definitiva. Sin embargo, parte de algunas claves para poder entender el proceso: 1) asegura que un acuerdo siempre es mejor que un default; 2) confirma que la quita es relativamente baja; 3) analiza las chances que otorga este acuerdo para el objetivo de recuperar el financiamiento; 4) destaca que la negociación no duró demasiado y 5) plantea que este acuerdo no solo beneficiará a este gobierno, sino también al siguiente porque los pagos se reducen de manera significativa hasta 2028 inclusive.

Según analistas cercanos al gobierno, el acuerdo con los bonistas es condición necesaria pero no suficiente para lograr un despegue sustentable en un país cuyo PBI caerá este año más de un 10 por ciento y que puede arrancar el 2021 con la mitad de su población debajo de la línea de pobreza.

En estas negociaciones, el objetivo del gobierno era evitar volver a caer en default , pero sin ceder demasiado. En ese juego, la tarea era involucrar a la mayor cantidad de bonistas para anular así la posibilidad de que los fondos buitres (“holdouts”) pudieran luego litigar contra el país en el extranjero, como le pasó a la Argentina hace pocos años. Por eso, este primer paso fue, tal vez, el más áspero, dado que los bonos en cuestión tenían un respaldo legal en el exterior.

Se trata de un punto no menor: tras el default de 2001, el gobierno logró mediante dos canjes (en 2005 y 2010) una adhesión de más del 92 por ciento del total de los acreedores[9]. Sin embargo, los fondos buitres[10] -cuyo negocio se basa en comprar súper barato, no negociar, hacer juicios y ganarlos- se hicieron de aquellos bonos que no ingresaron y litigaron en contra del estado argentino en Nueva York. Entonces, el ya fallecido juez norteamericano Thomas Griesa falló a su favor y eso empantanó durante varios años a la economía argentina.

Esa experiencia marcó un precedente. En esta oportunidad, los títulos negociados poseen cláusulas de acción colectiva (CAC) que establecen fronteras de aceptación. Eso significa que marcan un punto a partir del cual, si hay acuerdo, se reestructuran todos los bonos compulsivamente. De hecho, una parte de los bonos que hoy se reestructuran son aquellos ya reestructurados en 2005. Tanto esos como los otros emitidos durante la última gestión del conservador Mauricio Macri (2015-2019) poseen dichas cláusulas que, con este acuerdo, se activarían dejando afuera a los buitres y la posibilidad de juicios contra el país.

Próximo paso: el FMI

El FMI no goza de buen nombre en Argentina. De hecho, el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) decidió cancelar por adelantado la totalidad de la deuda con el organismo en 2006 para no depender más de sus condicionamientos. Sin embargo, a mediados de 2018 Macri volvió “al fondo”. El organismo le otorgó entonces un préstamo de modalidad “stand-by” a desembolsar en tres años de 50 mil millones de dólares, que al poco tiempo fue ampliado en algo más de 7 mil millones.

La errada evaluación en Buenos Aires era que el préstamo sería leído como una señal de confianza y que eso pacificaría a los mercados. Pero nada de eso sucedió, sino más bien lo contrario: el salvataje fue interpretado como una señal de cuán grave y profunda era la crisis. Eso, a su vez, encareció aún más el acceso a los mercados del país.

El estadounidense, Mauricio Claver-Carone, actualmente director para Asuntos del hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca era a mediados de aquel 2018 el representante de Estados Unidos en el directorio del FMI. Hoy Claver-Carone es el candidato de Trump para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una silla que históricamente le corresponde a Latinoamérica. En el marco de su campaña, recientemente confirmó que el desembolso al gobierno de Macri fue una decisión que Washington[11] apoyó: “En el FMI, abogué para que Argentina consiguiera el préstamo más grande en la historia de la institución. Más grande que Grecia y que Ucrania”, declaró.

En rigor, Macri negoció con la francesa Christine Lagarde, quien estaba al frente del FMI en aquel 2018. A fines de 2019, Lagarde se fue a presidir el Banco Central Europeo y la búlgara Kristalina Georgieva asumió como Directora Gerente del FMI. Con ella deberá negociar Fernández.

Lo cierto es que de esos 57,000 millones que solicitó Macri, el FMI transfirió efectivamente 44,000 millones. Esto se explica por razones estrictamente políticas: en agosto de 2019, las primarias argentinas fueron un duro golpe para la reelección de Macri. Los resultados fueron muy adversos para el oficialismo (Fernández alcanzó el 49 por ciento y Macri el 32) y el FMI optó unilateralmente entonces por patear el desembolso de 5,400 millones de dólares que ya estaban pautados para esas fechas. En septiembre, el director gerente interino del organismo, David Lipton, justificó su decisión argumentando en una entrevista con Bloomberg que “la situación de Argentina en este momento es extremadamente compleja”.

Luego llegaron las elecciones presidenciales en octubre y se efectivizó el triunfo del Frente de Todos. En noviembre, ya como presidente electo, Fernández informó que no aceptará más dinero del FMI: “No quiero firmar acuerdos que no voy a cumplir, esos acuerdos los firmó Macri y no cumplió ninguno. Yo voy a firmar uno y lo voy a cumplir. La primera regla para cumplir es decir ‘no me presten más plata y déjenme desarrollarme para poder pagarles’”.

El pago de aquellos 44 mil millones es lo que ahora el gobierno está negociando. Serán conversaciones ásperas dado que, a diferencia de los acreedores privados, el FMI exige condiciones referidas a la gestión para llegar a un acuerdo. El planteo suele suponer una demanda de ajuste del estado, en cada una de sus esferas.

La paradoja es que, hasta ahora, el FMI y la Casa Rosada parecen haber articulado un discurso conjunto en lo que fueron las negociaciones con los acreedores privados. De hecho, el FMI salió oficialmente en febrero a decirle a los bonistas que la deuda argentina no era sostenible y que se debía avanzar en una reestructuración[12].  “Se requiere de una operación de deuda definitiva, que genere una contribución apreciable de los acreedores privados, para ayudar a restaurar la sostenibilidad de la deuda”, señaló en aquel entonces la entidad.

Sin embargo, las negociaciones con el propio organismo anuncian ser largas y lentas. Sucede que en el FMI los diálogos son más institucionales que con los privados, por lo que cada movimiento precisa acuerdos y voluntad por parte de las diferentes burocracias. Algo similar le sucederá al gobierno argentino al momento de diseñar las negociaciones con el Club de París, entidad con la que el país mantiene una deuda de unos 9900 millones y con la que técnicamente está en default desde junio. El organismo ya dijo que mantendrá al país en ese status y no se sentará a dialogar hasta que antes Argentina no haya alcanzado un acuerdo con el FMI[13]. [14]. El ministro Guzmán dijo que espera llegar a un acuerdo recién a comienzos del 2021.

Aunque, ciertamente, la pandemia ha modificado todos los escenarios. Posiblemente esto jugó a favor de la Argentina en la mesa con los acreedores privados y también puede que sea una variable determinante en el diálogo con el FMI. Así lo planteó el codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR por sus siglas en inglés), Mark Weisbrot, en una columna publicada en el New York Times: “Si los gobiernos se ven obligados a utilizar la escasa moneda extranjera para realizar pagos de deuda insostenibles, no podrán costear la atención médica, las pruebas, el equipo médico e incluso las medidas de distanciamiento social para contener la pandemia del coronavirus[15]”, escribió. En la misma línea, en diálogo con BBC Mundo, Weisbrot planteó que el acuerdo que consigan Argentina y el FMI servirá de precedente para futuras renegociaciones: “El FMI quiere evitar una ola de defaults de deudas soberanas y recesiones prolongadas”[16].

Gestionar la crisis

De este modo, el gobierno argentino logrará liberar una masa de recursos con los que deberá gestionar la profunda crisis interna: la devaluación del peso, la destrucción de fuentes de trabajo por el impacto del COVID-19, una inflación que en 2019 fue del 53,8% y una pobreza que a fin de este año podría superar el 50 por ciento.

En una entrevista televisiva el mismo día que se anunció el acuerdo, Fernández enumeró una serie de lineamientos generales en materia de política económica. Se mostró prudente, aún en tiempos de pandemia en los que gobierna la heterodoxia, y el gasto público se disparó en casi todos los países del mundo. Dijo que los ejes de cara al futuro serán el desendeudamiento, la acumulación de reservas, la búsqueda de un dólar competitivo que le permita al país incrementar sus exportaciones y una balanza comercial positiva.

Si concluye con éxito su plan en relación a la deuda, Fernández habrá despejado su propia gestión y el comienzo del período siguiente, que quizá pueda presidir él mismo si es que va por su reelección. El presidente planteó recientemente que hace falta “un capitalismo con más compromiso social” y “mejor distribución de las ganancias”. La estrategia es volver a producir y que esa producción esté enfocada en las áreas exportadoras (agroindustria y energía, entre otras), sin perder el foco del mercado interno. En este sentido, en el marco de la pandemia el ejecutivo ya implementó planes como Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que recibe casi un cuarto de los argentinos[17], y el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP)[18], que ayudó a las empresas a pagar salarios y cargas sociales.

Será un trabajo muy fino, de muchas aristas y con variables delicadas y frágiles.

NOTAS:

[1]https://www.cronista.com/economiapolitica/Hasta-2024-solo-se-pagaran-us-4500-millones-de-deuda-externa-20200804-0049.html

[2]https://www.nytimes.com/2020/07/31/business/argentina-debt.html?referringSource=articleShare

[3]https://www.cronista.com/economiapolitica/Deuda-el-ahorro-por-los-dos-canjes-es-de-us-40.000-millones-en-100-anos-20200806-0059.html

[4]En ese tiempo se pagarán 4,500 millones mientras que, sin el acuerdo, solo en este 2020 los desembolsos deberían haber sido de casi 12,000 millones

[5]En 2015, cuando asumió Macri, la deuda pública era de 240.665 millones de dólares (52,6% del PIB).

[6]https://www.argentina.gob.ar/economia/finanzas/presentaciongraficadeudapublica

[7]https://www.ambito.com/economia/gobierno/paso-paso-como-fueron-las-negociaciones-el-y-los-acreedores-la-deuda-n5122078

[8]https://www.cenital.com/fue-bueno-el-acuerdo/

[9]https://www.pagina12.com.ar/260624-deuda-externa-y-quita-como-se-diseno-la-oferta-a-los-acreedo

[10]https://www.americas.org/es/la-advertencia-de-argentina-acerca-de-la-deuda-soberana/

[11]https://www.bloombergquint.com/business/u-s-warns-argentina-that-leftist-allies-threaten-new-imf-deal

[12]https://www.imf.org/es/Countries/ARG/summary-of-staff-technical-note

[13]https://www.ambito.com/economia/deuda/argentina-ya-esta-default-el-club-paris-no-se-pagaron-us2100-millones-n5108465

[14]https://www.baenegocios.com/economia/El-Club-de-Paris-le-pidio-a-Guzman-que-arregle-primero-la-deuda-con-el-FMI-20200508-0005.html

[15] https://cepr.net/lives-depend-on-argentinas-debt-talks/)

[16]  https://www.bbc.com/mundo/noticias-52828376

[17]https://www.telam.com.ar/notas/202006/470886-raverta-moroni-refuerzo-ife.html

[18]El ATP asigna hasta el 50% del salario de un trabajador a empresas que vieron caer su facturación por la pandemia.

Diego González (gonzalezdiegofernando@gmail.com) es periodista en Buenos Aires. Su blog es www.diegofgonzalez.blogspot.com. TW: @diegon2001. Es analista para la región Sudamérica del Programa de las Américas https://www.americas.org/es/.

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