Nuevas prioridades para el Comando Sur

La hegemonía militar de Estados Unidos pasa por un mal momento. Y no sólo en Medio Oriente y Asia oriental, sino en América Latina, región a la que se suele calificar de trasero del imperio.

El vuelco de buena parte de América Latina hacia gobiernos de centroizquierda –es decir, el ascenso de lo que el Comando Sur de las fuerzas armadas estadounidenses denominan "populismo radical"– obligó a altos funcionarios del gobierno a recorrer la región.

Nada menos que el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, y la secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice, visitaron América Latina este año, tratando de reparar los huecos en la hegemonía estadounidense.

Mientras, el Comando Sur, una de las siete divisiones territoriales de las fuerzas armadas estadounidenses en todo el planeta, se adapta a los cambios en su área, que incluye toda América Latina y el Caribe.

Todo eso en el marco de una nueva política de prioridades, fuertemente influenciada por la "guerra contra el terror" emprendida por Washington. Se trata de siete puntos, dos de ellos "clasificados", es decir, que no pueden revelarse al público.

En los últimos meses, el jefe del Comando Sur, general del ejército Bantz J. Craddock, emitió documentos doctrinarios en que se establece una nueva "estrategia de teatro de comando" y una nueva "declaración de postura".

La primera de las prioridades, establecidas en el documento sobre "estrategias", es garantizar "el flujo libre del suministro regional de energía a los mercados internacionales, sin que sea objetivo de agresión", para lo cual el Comando Sur debe colaborar con las fuerzas nacionales en la "protección de la infraestructura crítica".

El segundo objetivo es asegurar que "los países ejerzan soberanía sobre su territorio". El Comando Sur, antes radicado en Panamá y desde 1997 en Miami, ha diseñado una forma muy intrusiva de ayudar a los "30 países aliados" a proteger su soberanía nacional.

Para cumplir con esta meta, el Comando se comprometió a ayudar "a las naciones andinas en su esfuerzo por dominar espacios no gobernados" y a todos los países de la región a impedir el "efecto derrame" de sus vecinos inestables.

El tercer objetivo es lograr que "los aliados regionales tengan capacidad y voluntad" de participar en una serie de "operaciones combinadas", como acciones antiterroristas, intercepción marítima, operaciones de paz y asistencia humanitaria.

Los objetivos "clasificados" ocupan el cuarto y quinto sitio entre las prioridades. La sexta es "impedir que los estados renegados apoyen organizaciones terroristas"… si bien esos estados y organizaciones no son identificados en el documento.

El séptimo y último objetivo es "fortalecer y mantener gobiernos estables y democráticamente electos" en toda el área de acción del Comando Sur.

América Latina es una región que gira a la izquierda, fuera del control de Estados Unidos. El extravertido presidente venezolano Hugo Chávez encarna este vuelco, con su retórica antiimperialista.

La tendencia se constata en las urnas y en las encuestas, mientras los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, Ricardo Lagos, de Chile, y Tabaré Vázquez, de Uruguay, desafían a Washington e intentan marcar un rumbo independiente en lo económico y en lo político.

En las calles de las ciudades y en los parajes rurales, organizaciones populares desafían a las elites tradicionales y elevan a sus propios líderes, ninguno de los cuales apoyan las políticas del gobierno de George W. Bush.

Poco después de declarada la guerra contra el terror por parte de Estados Unidos, prominentes dirigentes del gobernante Partido Republicano advirtieron que el problema en América Latina procedía de un "eje regional del mal" que partía de Cuba y pasaba por Venezuela y Brasil.

Pero hoy, el establishment de la seguridad de Estados Unidos se da cuenta de que la amenaza al dominio de Washington en América Latina es más amplio.

El nuevo director nacional de Inteligencia de Esados Unidos, Porter Goss, advirtió al Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes que el viraje a la izquierda puede volverse aun más pronunciado tras las ocho elecciones presidenciales programadas para 2006 en países con fuertes candidatos centroizquierdista, como el vecino México.

Cualquier "desestabilización o retroceso de los principios democráticos no ayudará a nuestros intereses y probablemente amenace nuestra seguridad en el largo plazo", aseguró Goss.

El Comando Sur, con sus 1.400 efectivos y su presupuesto de 800 millones de dólares, tiene más funcionarios en el terreno que todas las restantes agencias del gobierno estadounidense sumadas.

Este comando entrena a más soldados extranjeros que los restantes seis, y maneja un amplio programa de asistencia militar, incluidos 700 millones de dólares asignados todos los años a Colombia.

Los dos documentos firmados por Craddock enmarcan la seguridad regional en la "guerra mundial contra el terror" declarada por Estados Unidos tras los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2003.

Pero estas nuevas políticas constituyen un reconocimiento evidente, aunque no explícito, de la preocupación por la pérdida de control por parte de Estados Unidos sobre su propio hemisferio.

También resulta evidente el autoengaño del gobierno, percibido en las declaraciones que ignoran el fracaso de la guerra contra el narcotráfico, el carácter antidemocrático de la política estadounidense y el simple hecho de que Washington y sus fuerzas armadas continúan siendo parte de los problemas de América Latina y no de las soluciones.

Este autoengaño quedó de manifiesto esta semana, cuando Rumsfeld y militares a él subordinados insistieron, a pesar de la creciente evidencia en contrario, que el tratamiento de los detenidos por la "guerra contra el terror" en la base naval en el enclave estadounidense en Guantánamo, Cuba, no constituía una "vergüenza internacional", como aseguran legisladores oficialistas y del opositor Partido Republicano.

En su declaración anual ante el Congreso legislativo presentada en marzo, el general Craddock afirmó que los militares estadounidenses continúan "enfatizando el compromiso del país en tratar humanamente a los detenidos" y "de modo consistente con los principios de Ginebra".

Las Convenciones de Ginebra constituyen la base del derecho internacional humanitario, que protege a la población civil afectada por conflictos armados y a los prisioneros de guerra.

Craddock afirmó ante los legisladores que el Comando Sur "ha jugado en los últimos 25 años un papel clave" en alentar las transiciones democráticas en América Latina y logró "avances significativos contra la industria ilícita de narcóticos", y que "la rápida reacción" de las tropas salvó "la vida de civiles inocentes".

Estas declaraciones son rutinariamente aceptadas en Washington, pero carecen de credibilidad en América Latina y el Caribe.

Craddock atribuyó la inestabilidad política en la región a los sospechosos de siempre: "Demagogos antiestadounidenses, contra la globalización y contra el libre comercio."

Estos sectores "no están dispuestos a participar en el proceso democrático y son demasiado impacientes para tomar acciones políticas legítimas", por lo que deciden "incitar a la violencia contra su propio gobierno y su propio pueblo", según el militar.

La respuesta, de acuerdo con el comandante Craddock, es consolidar la "capacidad de las fuerzas de seguridad de nuestra región, pues un ambiente seguro es un cimiento no negociable para una sociedad civil en funciones".

Las "amenazas" actuales en la región son "el terrorismo transnacional, el narcoterrorismo, el tráfico ilícito, falsificación y lavado de dinero, el secuestro, las pandillas urbanas, los movimientos radicales, los desastres naturales y la migración masiva", aseguró.

Las últimas declaraciones estratégicas del Comando Sur marcan un retorno de Estados Unidos a la doctrina de la seguridad nacional que, al igual que en la guerra fría, implica el involucramiento de las fuerzas armadas estadounidenses en los asuntos internos de los países a las que califica de "aliados".

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