Enseńanzas de Porto Alegre

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Accion Ciudadana
en las Americas
Enseñanzas de Porto Alegre
Francisco Whitaker
| 25 de junio de 2002
Nota del editor: Este articulo fue adaptado de un articulo que apareció
en la edición Marzo-Abril 2002 de La Revista del Sur ( www.revistadelsur.org.uy )
y aparece aquí por cortesía de la misma.

Si lo consideráramos sólo en términos de números, el Segundo Foro Social Mundial (II FSM) fue un indiscutible suceso. Del
primer Foro al segundo los números saltaron. En cuanto a los participantes:
de 20.000 en 2001 a más de 50.000 en 2002, entre los cuales había
35.000 “oyentes”, de Porto Alegre y de muchas partes de Brasil
y países vecinos, que concurrieron para ver y oír de cerca
a personas que admiran y vivir el clima energizante de ese encuentro mundial.
Ese suceso es más significativo aún si consideramos el
aumento de personas inscriptas como representantes de entidades y movimientos
de la sociedad civil: de los 4.000 de 2001 a 15.000 en el 2002, representando
4.909 organizaciones de 131 países. Lo que de hecho atrajo tantos
delegados fueron las novedades del Foro: su carácter plural y no
verticalista, que unifica respetando la diversidad; su apertura a todos
los que en él quisieran participa (exceptuando a representantes
de gobiernos, partidos políticos y organizaciones armadas); y el
hecho de ser una iniciativa de la sociedad civil para la sociedad civil,
que creó un nuevo espacio de encuentro-el primero y tal vez el
único de este tipo a nivel mundial-sin el control de gobiernos,
movimientos, partidos u otras instituciones nacionales o internacionales
que disputan poder político.
De hecho, para esos delegados el FSM era realmente lo que sus organizadores
pretendían que fuese: un espacio horizontal en que podían,
libremente, hacer conocer sus propuestas y luchas -sin que ninguna fuese
considerada más importante que otra, sin que ninguna pudiese imponer
sus ideas a las demás- intercambiar experiencias, aprender y realimentarse
por el conocimiento de otras luchas, esperanzas y propuestas, profundizar
sus análisis sobre las cuestiones que se llevan adelante en sus
campos de acción, articularse nacionalmente y sobre todo planetariamente.
O sea, ganar mayor eficiencia y avanzar en su trabajo de transformación
social.
La Carta de Principios establece, explícitamente, que el FSM no
tiene carácter deliberativo, nadie puede hablar en su nombre y
tampoco habrá “documentos finales”. Esto sucede también
en el Foro Económico Mundial de Davos, al cual el Foro de Porto
Alegre se propone como alternativa. Esos días son, para sus participantes,
sólo un momento intenso de profundización de sus opciones
y articulaciones, a escala mundial, en una acción que ya existía
antes que ellos y continuará después de ellos.
Es evidente que por detrás de esa semejanza existe una enorme
diferencia: los participantes de Davos prevén mantener y aumentar
el dominio del capital -del cual ellos son los controladores- sobre los
seres humanos en todo el mundo, así como la expansión de
sus negocios privados. Los de Porto Alegre -nutriéndose de crecientes
protestas que surgen en todas partes contra una globalización dictada
por los intereses de ese capital-, quieren avanzar en propuestas para
la construcción de otro mundo, centrado en el ser humano y respetuoso
de la naturaleza, que ellos consideran no sólo posible sino también
necesario y urgente y que, de hecho, ya está siendo construido.
Esa diferencia de objetivos y contenidos determina también una
diferencia de métodos: la principal actividad desarrollada en Davos
son las conferencias, coloquios y debates sobre temas previamente definidos,
para los cuales sus organizadores invitan a grandes expositores intelectuales
del “pensamiento único” neoliberal, a los dirigentes
políticos de las naciones más poderosas y a los directivos
de las grandes multinacionales.
En el FSM hay también un gran espacio abierto para conferencias,
coloquios y debates, así como para testimonios de personas con
experiencias o reflexiones destacadas. Para eso, como en Davos, son invitadas
personas que vienen reflexionando en torno de los temas escogidos -en
el II FSM las conferencias fueron confiadas no sólo a individuos
sino a grandes redes mundiales. La actividad más rica del FSM es
la que se da en torno a los talleres y seminarios propuestos libremente
por sus propios participantes y por ellos organizados: 400 en 2001 y 750
en 2002. Es el bullicio alegre que se forma en torno a esos talleres y
seminarios el que crea el ambiente de entusiasmo en que el FSM se desarrolla,
con colores y ruidos variados, protestas con buen humor y divulgación
de acciones y propuestas, así como actuaciones y acontecimientos
inesperados, en las salas, corredores y jardines del espacio en que se
realizan, totalmente lo contrario de lo que sucede en el ambiente tan
formal de Davos.
Estas opciones organizativas del FSM, evidentemente no se concretan sin
desacuerdos, tensiones, desvíos y también tentativas de
recuperación del Foro como un todo. Su magnitud enciende apetitos
y su carácter no piramidal incomoda a quien tiene prisa de ver
las cosas cambiar.
Muchos periodistas, por ejemplo, acostumbrados a entrevistar líderes
y gurús, o destacar las luchas por el poder, no pueden entender
por qué no hay un “documento final” o “propuestas
concretas”. No piden lo mismo de Davos, pero quieren que la alternativa
a Davos esté presente. Tienen dificultad en comprender que el FSM
no es una cúpula, sino una de las bases de un movimiento social
que para que se desarrolle no puede tener cúpulas ni dueños.
Las “síntesis finales” de cinco días de trabajo
con 15.000 o 50.000 personas, además de ser necesariamente empobrecedoras,
sólo podrían ser aprobadas a través de algún
tipo de manipulación. Y todos salen seguramente más felices
que si hubieran tenido que luchar para incluir al menos una línea
de sus propuestas en el documento final.
Surgen en el FSM centenas de propuestas concretas, inclusive de movilizaciones
específicas, como este año contra el Area de Libre Comercio
de las Américas (ALCA). O nuevas reflexiones, como la que surgió
este año, sobre el cambio interior de los que luchan por el cambio
del mundo. Tratado en muchos talleres y seminarios, ese tema fue objeto
de una conferencia que atrajo más de 2.000 personas. Pero ninguna
de esas propuestas y reflexiones es del Foro como tal. Son de responsabilidad
de quien las propuso.
También surgen tensiones entre los que organizan el FSM o entre
los que se acercan para colaborar. Están, por ejemplo, aquéllos
a los que les gustaría ver al Consejo Consultivo Internacional
del FSM transformarse en un nuevo comando mundial de lucha contra el neoliberalismo,
controlando y dirigiendo el proceso. Las perspectivas de continuidad asumidas
por los organizadores parecen apuntar en otro sentido, con la consolidación
del método orientado por la Carta de Principios. Se reafirma el
concepto de que el FSM es un proceso y no un acto o una nueva organización
internacional dirigida por los líderes de un “pensamiento
único” sustitutivo, algo que sería fatal para el Foro.
Es necesario cuidar también, que las conferencias no terminen
con “síntesis orientadoras” votadas por el respectivo
“plenario” o que prevalezcan sobre los talleres. Al mismo tiempo,
las decisiones tomadas hasta ahora por los organizadores apuntan a que
el poder de convocatoria del FSM produzca en más países
del mundo la misma movilización que en Brasil. El III FSM de 2003
comenzará con una decena de Foros regionales o temáticos
en las distintas áreas geopolíticas del mundo, entre septiembre
y diciembre de 2002, hasta llegar a un nuevo encuentro central nuevamente
en Porto Alegre. El mismo proceso recomenzaría en septiembre de
2003, pudiendo desembocar en 2004 en un encuentro mundial en India.
El gran desafío para los organizadores del FSM no es definir nuevos
y mejores contenidos que lleven propuestas cada vez más concretas,
sino asegurar la continuidad de la forma dada al Foro, un caso en que
el medio es determinante para los fines a alcanzar. Los contenidos surgirán
naturalmente del proceso así lanzado, dentro de la propia lucha
de la humanidad por un mundo diferente, y serán necesariamente
canalizados en las distintas ediciones del FSM, con temas comunes a todos
y con las especificidades de cada región del mundo en que se realice.
Lo que importa garantizar es que ese nuevo paradigma de acción
política transformadora creado por el FSM no sea absorbido dentro
de “odres viejos”.
Francisco Whitaker es Secretario Ejecutivo de la Comisión Brasileña
de Justicia y Paz de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB)
y miembro del Comité de Organización del Foro Social Mundial.
Texto corregido por el autor del informe presentado a la Comisión
Episcopal de Pastoral de la CNBB el 19 de febrero 2002. Este articulo
fue adaptado de un articulo que apareció en la edición Marzo-Abril
2002 de La Revista del Sur. La versión original se encuentra en
http://www.revistadelsur.org.uy/revista.125-126/Tapa2.html

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Publicado por el Programa
de las Américas del Interhemispheric Resource Center (IRC).
Cita recomendada:
Francisco Whitaker, “Enseñanzas de Porto Alegre,” Programa
de las Américas del IRC, (Silver City, NM: Interhemispheric Resource
Center, 25 de junio do 2002). Originalmente publicado bajo el mismo titulo
en la edición Marzo-Abril 2002 de La Revista del Sur (www.revistadelsur.org.uy).
Locación en
el Internet de este articulo:
http://www.americaspolicy.org/citizen-action/focus/020710fsm.html

 

 

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