Pueblos Indígenas: por un cambio real

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Accion Ciudadana
en las Americas
Pueblos Indígenas: por un cambio real
Blanca Chancoso
| 10 de julio de 2002
Nota del editor: Este articulo originalmente apareció en el sitio
web ALAI-América Latina en Movimiento ( www.alainet.org )
y aparece aquí por cortesía de la misma.

Después de más de cinco siglos de vivir enfrentando una situación de discriminación, explotación y opresión, y después de una etapa de quejas, llantos y de pedir respuestas a nuestras necesidades, los pueblos indígenas estamos en una nueva etapa que se caracteriza ya no por el reclamo sino por las propuestas concretas y directas, no solo a nivel local sino también nacional e internacional. Ya no nos limitamos a pedir sino que proponemos, y ya no lo hacemos a través de terceras personas sino como interlocutores directos de los gobiernos y con nuestros propios líderes, salidos de nuestras propias comunidades. La sociedad ha tenido que reconocer la vocería directa del movimiento indígena.

Si hasta hace unas décadas nuestro movimiento hacía pedidos
en base a necesidades básicas y a temas relacionados con educación
y cultura, hoy hemos extendido nuestras propuestas y demandas a diferentes
niveles. Ya no estamos concentrados únicamente en la sobrevivencia.

Hoy el movimiento indígena está haciendo propuestas a nivel
político, porque reclamamos un cambio real de las estructuras económicas
y políticas de los Estados. Al término del siglo XX se han
presentado demandas vinculadas a los derechos a la territorialidad; a
un medio ambiente sano;a la libre determinación; a la autogestión
y al reconocimiento de un Estado Plurinacional, Pluricultural y Multilingüe
y al reconocimiento como Nacionalidades y como Pueblos -y no sólo
como agrupación de individuos.
Igualmente, nuestros planteamientos en relación a la tierra y
los derechos a la territorialidad superan con creces a la estrecha concepción
de “tierras indígenas”, que se refiere exclusivamente
a la propiedad y dominio de terrenos de carácter económico
productivo. Este sentimiento de identidad con un territorio determinado
tiene raíz en el conocimiento y el patrimonio cultural, y también
en el control, el manejo y cuidado de esas tierras. No hablamos del derecho
de propiedad basado en leyes y reglas escritas, sino sobre una forma de
identidad que se puede heredar, pero nunca venderse ni hipotecarse.
Estas demandas políticas, así como la lucha por derechos
específicos para los pueblos indígenas, como el derecho
a la educación intercultural y bilingüe, las hemos venido
haciendo a través de dos estrategias: por un lado hemos promovido
el diálogo directo con los gobiernos, y por el otro hemos emprendido
acciones concretas para exigir nuestros derechos.
Si el movimiento indígena ha avanzado mucho en estos últimos
años, se debe al esfuerzo que hemos hecho por consolidar alianzas
con otros sectores sociales, indígenas y no indígenas, sectores
que viven situaciones similares de pobreza y exclusión. Así
hemos avanzado, poco a poco, subiendo un peldaño tras otro, y con
gran esfuerzo y trabajo.
Sin pretender desconocer la diversidad de luchas y los avances de cada
una de las organizaciones indígenas del continente, creo que es
importante resaltar el aporte del movimiento indígena de Ecuador,
que es quizás uno de los más organizados. Desde 1988, la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE,
ha mantenido como una de sus principales demandas la necesidad de que
se reconozca el Estado Plurinacional, una propuesta que requiere llevar
a debate, junto con toda la sociedad nacional, el sistema, estructura
y administración del Estado “democrático”, que
en realidad es bastante dictatorial.
Esta demanda significa la construcción de una nueva estructura
política- administrativa descentralizada, culturalmente heterogénea
y abierta a la representación propia y participativa de todas las
Nacionalidades Indígenas y sectores sociales, de aquellos que han
sido marginados y excluidos de la estructura estatal y del esquema de
desarrollo socio- económico imperante. En definitiva, es una demanda
en que se exige un país de todos y para todos y todas, lo que implica
repensar los conceptos de Estado, Desarrollo y Ciudadanía.
Sin embargo, no siempre se ha entendido nuestra lucha y nuestros planteamientos.
Por ello, todavía tenemos una serie de desafíos a futuro.

Todavía invisibilizados
De hecho, los pueblos indígenas todavía estamos invisibilizados
en el mundo global en el que vivimos. Hoy en día nos encontramos
más empobrecidos, con un alto nivel de migración hacia las
ciudades e incluso fuera de nuestros países de origen, lo que en
muchos casos ha llevado a una desintegración comunal y por ende
familiar.
Por otro lado, vivimos enfrentando una situación de violencia
y persecución. El permanente acoso por terminar de expropiar los
pocos espacios territoriales que aún nos quedan, a pretexto de
explotar las minas, olvidándose que nosotros somos parte de esa
tierra y que también tenemos derechos. En el caso de los Derechos
de los Pueblos indígenas en el marco de los Derechos Humanos Universales,
llevamos cerca de 20 años en esta discusión y todavía
no se reconoce que los Pueblos Indígenas somos Pueblos, en el sentido
que este término tiene en el marco de los derechos Internacionales:
libre determinación, derecho a tierras y territorios, respeto a
nuestra cultura e idioma. Mucho menos se reconoce los temas correspondientes
a los derechos colectivos.
A veces tengo la impresión de que somos “presas deseadas”,
pero no para incluirnos sino para eliminarnos. Por esta razón,
estamos dispuestos a seguir avanzando en nuestra lucha por el reconocimiento
de nuestra identidad y derechos, y porque estamos opuestos a lo que nos
plantea la globalización.
Consideramos que el mundo globalizante está llevando un proyecto
de integración, que se da a través de propuestas como la
del Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, es decir,
la integración a través del libre comercio. Esto nos plantea
una amenaza al derecho a la diferencia, a la diversidad, a la pluralidad.

El movimiento indígena ha centrado sus planteamientos justamente
en la necesidad de que los gobiernos reconozcan y reivindiquen la pluralidad
porque ésta es la única forma de convivir en conjunto bajo
la marca del respeto mutuo. Reconocer la diversidad que caracteriza a
nuestras sociedades es la única manera de promover la participación
directa de todos los sectores y, por ende, de llegar a una verdadera democracia.
Buscamos la unidad en la diversidad, aunque nuestros planteamientos no
siempre han sido entendidos.

Algunos sueños y desafíos
Como parte de nuestros desafíos en esta sociedad global, los pueblos
indígenas tenemos metas que quizás puedan ser consideradas
utópicas, porque buscamos construir una sociedad humanista, solidaria,
comunitaria, verdaderamente democrática, reconociendo la pluralidad.
Para conseguir todo esto tenemos frente a nosotros un camino largo.
Para alcanzar estas metas creemos que es importante ser más solidarios,
intercambiar experiencias de lucha, aprovechar los espacios internacionales
para presentar nuestras propuestas y, sobre todo, unificar esfuerzos con
otros grupos sociales, como la población afroamericana, campesinos,
mujeres, microempresarios y otros sectores que sin ser necesariamente
pobres están conscientes de la necesidad del cambio.
Así, por ejemplo, creemos que uno de los grandes desafíos
que tenemos al frente tiene relación con el Plan Colombia, que
no solo es un asunto de Colombia ni tiene que ver únicamente con
la guerrilla y el narcotráfico. El Plan Colombia, al menos en Sudamérica,
tiene que ver con la defensa de la soberanía de nuestros países,
la dignidad de los pueblos y la vida de todos nosotros, y todo esto pensando
a futuro y no solo en el presente.
Otro desafío es unir esfuerzos contra el ALCA, y para ello debemos
y ya estamos preparando una propuesta conjunta a futuro. La lucha contra
el ALCA se centra en la necesidad de velar por la vida de nuestros pueblos,
defendiendo los mercados locales y las formas de vida de los pequeños
productores, defender el medio ambiente, los recursos naturales. En definitiva,
la lucha contra el ALCA es un llamado al derecho a la diferencia, a la
diversidad y la pluralidad.
Insisto en que esta lucha no la podemos hacer solos. El movimiento indígena,
y ningún movimiento social contemporáneo, puede ser exclusivo
sino que tiene que fortalecer alianzas y establecer consensos con otros
sectores sociales, para que quienes hemos sido excluidos finalmente nos
convirtamos en una mayoría y así enfrentemos el abuso.
Blanca Chancoso, kichwa ecuatoriana, es integrante del Consejo Político
de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador,
ECUARUNARI y ha sido dirigente de la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (CONAIE). Este articulo originalmente apareció
en el sitio web ALAI-América Latina en Movimiento (www.alainet.org)
y aparece aquí por cortesía de la misma.

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Publicado por el Programa
de las Américas del Interhemispheric Resource Center (IRC).
Cita recomendada:
Blanca Chancoso, “Pueblos Indígenas: por un cambio real,”
Programa de las Américas del IRC, (Silver City, NM: Interhemispheric
Resource Center, 10 de julio de 2002). Originalmente publicado por ALAI-América
Latina en Movimiento ( www.alainet.org ).
Locación en
el Internet de este articulo:
URL: http://www.americaspolicy.org/citizen-action/focus/020710pueblo.html

 

 

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