La noticia de que el gobierno de México cerró operaciones del equipo élite de la DEA en el país – la Unidad de Investigaciones Especiales—provocó una avalancha de notas en la prensa, la mayor parte en defensa de la DEA con tal de criticar al presidente. Casi ninguna habló de los nefastos antecedentes de la Unidad, ni mucho menos de la perversa historia y actuación que ha tenido la DEA en nuestro país –y en América Latina– en su afán de exportar la guerra contra las drogas como un instrumento de control social y hegemonía.
