El Foro Mundial del Agua no es el espacio para resolver la crisis global del agua

El agua inundó las calles de la Ciudad de México durante la semana del 16 al 22 de marzo, provocando enormes embotellamientos y confrontaciones en la calle y llenando las páginas de los diarios nacionales e internacionales. Y sin embargo, nada se mojó.

El muy esperado IV Foro Mundial del Agua trajo a más de 10,000 participantes y a cientos de periodistas a la ciudad para discutir lo que los organizadores esperaban que fueran aspectos eminentemente técnicos de una preocupación humana compartida. El evento es organizado cada tres años por el Consejo Mundial del Agua, que agrupa a 300 organizaciones, incluyendo a representantes industriales, ministerios gubernamentales, instituciones internacionales y bancos de desarrollo.

Sin embargo, las discusiones técnicas fueron rápidamente eclipsadas por un choque de visiones del mundo. Desde el principio, los funcionarios del foro expresaron su visión de que el agua no podrá ser valorada propiamente hasta que se le asigne un precio de mercado que refleje costos y de que la participación privada es necesaria para la inversión en infraestructura. Ésta es la visión impulsada por el Banco mundial y otros desde que crearon el Consejo del Agua a mediados de los años noventa. La feria del comercio del agua que lo acompaña ofreció un vistazo de lo que está en juego para la creciente industria del agua, de alrededor de 400,000 millones de dólares al año.

Entretanto, los miembros del movimiento urbano popular, organizaciones de pequeños propietarios de tierra y los pueblos indios afirmaban que el acceso al agua es un derecho y ésta, un bien público.

Este choque ha ocurrido en foros anteriores. El Tercer Foro, en Japón, vio numerosas voces en contra y acciones de protesta, y ésa es la razón de que la seguridad y el acceso fueran endurecidos en el Foro de la Ciudad de México. Pero ha ocurrido un cambio importante entre el Tercer y el Cuarto Foro: lo que fue alguna vez la voz de alarma de grupos ambientalistas que advirtieron sobre los riesgos de la privatización se ha convertido en un movimiento de protesta de base de alcance mundial

En un cambio sustancial que no quedó del todo claro hasta la ciudad de México, la opinión se ha movido hacia la oposición al manejo por parte del sector privado y ha proclamado el agua como un derecho humano básico que debe manejarse fuera del mercado, en manos de la gente. En la Guerra del Agua de Cochabamba, Bolivia, los residentes pelearon contra la concesión de la distribución del agua a empresas privadas, y ganaron. Los contratos privados por todo el mundo en desarrollo han sido cancelados cuando usuarios irritados o gobiernos decepcionados notaron que los precios habían subido mientras que la inversión prometida

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