Uruguay: Hacia el Congreso de los movimientos sociales

En 1965, más de 700 organizaciones crearon el Congreso del Pueblo del que surgió un
importante programa de cambios. En 2008 los movimientos darán vida al Segundo Congreso del
Pueblo, en el que los sectores populares discutirán cómo debe ser el país del
futuro.

Luego de 32 meses de gestión progresista, los movimientos sociales del Uruguay creen que llegó el
momento de dar un paso que los coloque a la altura de los desafíos que se presentan, en una
etapa signada por incertidumbres y dificultades imprevistas. El mayor peso que han ganado en el escenario
nacional y las claras señales de renovación generacional los han llevado a proponerse
un salto en calidad. Los movimientos están experimentando un crecimiento cuantitativo y ahora
pretenden consolidar la autonomía y la independencia colocando nuevos temas en la agenda colectiva.

La autonomía incorporada a la historia

Hace 42 años el Congreso del Pueblo elaboró un programa que luego fue adoptado íntegramente
por el Frente Amplio y, sobre todo, sentó las bases de lo que luego fue la Convención
Nacional de Trabajadores (CNT), la unidad de las organizaciones sindicales y sociales que nunca tuvo
el carácter de central única sino de espacio de coordinación escasamente burocratizado.
En la tradición sindical uruguaya, existe una clara separación entre partido y sindicato,
todos los sindicalistas deben trabajar y no pueden ser "rentados" por el sindicato.

En 1965, el Congreso del Pueblo fue una respuesta desde abajo a la crisis económica que creció de
la mano de la firma de una Carta de Intenciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1959.
El evento se realizó del 12 al 15 de agosto de 1965. Asistieron 1.376 delegados de 707 organizaciones
que representaban a 800 mil personas, en un esfuerzo que unió "a las más altas y
mejor remuneradas jerarquías del trabajo con aquellos que más severamente padecen la
desocupación"1. Al Congreso acudieron representantes
de todos los sectores del país: trabajadores, pequeños y medianos empresarios, estudiantes
y jubilados, religiosos y religiosas, profesionales, cooperativistas y comerciantes.

En algunos barrios se formaron Juntas Vecinales del Congreso del Pueblo, formando de ese modo un movimiento
de fuerzas sociales de gran amplitud. El programa que salió del Congreso estableció cinco
ejes para solucionar la crisis: reforma agraria integral; nacionalización de la banca, el comercio
exterior y las industrias de exportación; moratoria de la deuda externa; defensa de la democracia;
defensa del salario, la salud y la educación. En suma, se trata de un proyecto de desarrollo
endógeno en momentos en que las elites del mundo apostaban al desarrollo exógeno y al
sistema financiero.

Desde aquel momento se forjó una cultura de la independencia y la autonomía, que evitó que
los movimientos que subordinen a los partidos y que los mantiene a distancias del actual gobierno,
pese a las simpatías que tienen por el Frente Amplio. Juan Castillo, coordinador del PIT-CNT2 sostiene
que el tema central del VIII Congreso, realizado en octubre de 2003, fue la independencia pero sin
prescindir sobre la necesidad de cambios en el país. "El aspecto clave fue cuidar la unidad,
porque más allá de que la mayoría de los dirigentes somos hombres con militancia
política en la izquierda, representamos al conjunto de los trabajadores del país. En
segundo lugar, construimos un relacionamiento entre fuerza política y movimiento en el que no
cabe ninguna confusión de roles"3.

Por ese motivo, en Uruguay la llegada del gobierno progresista no provocó grandes cimbronazos
entre las organizaciones sociales. Los movimientos no se debilitaron, como sucedió en otros
países de la región, ganaron fuerza y legitimidad en los dos años y medio de gestión
de Tabaré Vázquez. El PIT-CNT duplicó sus afiliados que ya llegan a los 250 mil
y se crearon nuevas organizaciones sindicales en sectores como los call center o los cuidadores
de coches. Pero el nuevo clima alienta también a otros sectores a organizarse: estudiantes,
homosexuales y lesbianas, travestis, cooperativas de vivienda, defensores del derecho al aborto, que
ya no temen la represión y se atreven a mostrar abiertamente sus posiciones.

Castillo no deja de enfatizar en el valor de la independencia. "Acá sería un escándalo
público que sucediera lo de Brasil, donde el secretario general de la CUT pasó a ser
ministro de Trabajo. Acá hay 30 diputados que vienen del movimiento sindical, que son la mayoría
de la bancada del Frente Amplio, y cuando un dirigente sindical se hace diputado deja el sindicato.
Somos uno de los pocos movimientos sindicales del continente que no se pronuncia por ningún
candidato. Esto es algo que incluye a todos los movimientos, no sólo al sindical"4.

Los cambios desde abajo

Casi todas las corrientes del movimiento social coinciden en que es necesario revitalizar las luchas
sociales, ya que los cambios no vendrán de arriba sino del mayor protagonismo de los sectores
populares. A grandes rasgos, se pueden distinguir tres corrientes: los que dicen que no se deben crear
dificultades al gobierno, los que creen que nada ha cambiado con el gobierno de izquierda, y, en el
medio, los que como Castillo aseguran que "se han dado pasos importantes y hay que reconocerlos",
pero critican las políticas continuistas respecto del modelo neoliberal.

Quienes promueven el II Congreso del Pueblo apuntan al imaginario colectivo. Salvando las distancias,
ahora se trata de dar un paso similar al que dieron hace 42 años: instalar en los sueños
colectivos un proyecto de país que deba ser tenido en cuenta por quienes están en el
gobierno. Más que un programa, un nuevo "entretejido social", en palabras de Castillo,
capaz de sostener e impulsar los cambios en la dirección de un desarrollo endógeno, al
servicio de los sectores populares y no de los mercados globales.

Los movimientos se están planteando estos objetivos en la medida que han salido de un largo
período de repliegue que tuvo síntomas de descomposición. Ahora viven una situación
más favorable que permite que se expresen no sólo los movimientos institucionalizados,
sino un conjunto de actores que estaban en el subsuelo, como homosexuales y travestis. Dicho de otro
modo, ahora se expresa de modo más abierto una diversidad societal que ha venido creciendo al
calor de las expansión de nuevas formas de vivir y de pensar. Esa diversidad es hoy uno de los
desafíos más profundos que tiene planteado el movimiento social.

Todo indica que si los movimientos son capaces de asimilar las diferencias, estarán en condiciones
de crecer y abrir las puertas para un nuevo ciclo de protesta, que puede sentar las bases de un Uruguay
diferente al hegemónico. En este cambio de época, es probable que sean los colectivos "minoritarios"—integrados
por jóvenes socializados por fuera de las instituciones del movimiento social—capaces de encarnar
la innovación y el desafío, los que jueguen un papel protagónico.

Un buen ejemplo es el movimiento de mujeres, que ha ganado la calle y ha impactado en la opinión
pública en defensa del derecho a abortar, aún sabiendo que el presidente no está dispuesto
a aceptar una ley de aborto y anunció su disposición a vetarla. De un lado y del otro,
en las instituciones y en las calles, hay gente de la misma fuerza política enfrentada por ganar
espacios de libertad y derechos sociales.

Entre los convocantes del Segundo Congreso del Pueblo, hay preocupación por la calidad del
debate y la transparencia de la organización. "Si nosotros los sindicatos, que somos la
mayoría del movimiento social, hacemos que nuestras propuestas salgan por mayoría, no
sirve para nada. Cada una de las resoluciones se tomará por consenso y eso quiere decir que
habrá que ceder posiciones históricas para poder involucrar y fortalecer al entramado
social. No podemos aceptar que ya hemos llegado al objetivo y ahora le corresponde al sistema político
tomar las decisiones", señala Juan Castillo.

Tienen claro que se trata de profundizar los cambios porque los sectores populares no pueden ser el
espejo de las políticas oficiales. Más aún: al analizar la especial coyuntura
política que vive el continente, hay claridad en que "no hay que acreditársela al
sistema político, al dirigente o al candidato. Sería un error limitar los cambios en
curso al carisma de los líderes, y por eso no tenemos que terminar adorando a los líderes
y eso tiene que ver con la autonomía"5.

Aún así, los movimientos sociales uruguayos enfrentan la dificultad del crecimiento
del monocultivo de árboles y las fábricas de celulosa, y el modelo de desarrollo que
eso implica. Casi un 10% de la superficie del país está sembrada de eucaliptos y ya se
anuncian cinco grandes fábricas de celulosa, además de Botnia que comenzará a
producir en noviembre. Se trata del tema más delicado, el que mayores problemas genera—en gran
medida por el enfrentamiento con Argentina—y ante el cual resulta difícil tomar posición
activa.

Los dirigentes sociales y sindicales no quieren el monocultivo de árboles ni las "pasteras",
no son su opción de desarrollo, pero llegaron en un momento de fuerte desocupación (en
torno del 20%). En el VIII Congreso del PIT-CNT, realizado en 2003, se votó una resolución
contra las plantas de celulosa pero el IX Congreso lo rectificó por las presión de los
sindicatos involucrados y de las propias bases. "La posición crítica del movimiento
sindical fue ridiculizada porque esto se convirtió en una causa nacional", recuerda Castillo.

Los dirigentes que fueron a Fray Bentos a criticar la planta de Botnia fueron hostigados por los trabajadores,
por lo que optaron por un perfil bajo y por mantener un debate con las centrales argentinas. "Sin
duda fue una prueba de fuego muy dura, pero es claro que plantar fábricas de celulosa como hongos
en todo el país no es nuestro modelo". El Segundo Congreso del Pueblo, donde se reunirán
todos los movimientos, será la mejor oportunidad para debatir precisamente hacia qué modelo
de país quieren caminar.

Notas

  1. Centro Uruguay Independiente, ob. cit. p. 29.
  2. Luego de la dictadura militar, la coordinación sindical
    adoptó el nombre PIT-CNT (Plenario Intersindical de Trabajadores-Convención Nacional
    de Trabajadores).
  3. Raúl Zibechi, ob. cit.
  4. Idem.
  5. Idem.

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