Escaramuzas por la comida en América Latina

Hubo que escabullirse para eludir los alimentos que se estaban lanzando de un lado al otro en la
cafetería global esta semana.

Por primera vez desde que las hambrunas generalizadas arrasaron con poblaciones completas, se están
experimentando serias dudas acerca del abastecimiento global alimenticio a través del mundo.

El problema esta vez no es tanto una cuestión de la cantidad de comida producida (como si lo
hubiese sido jamás), sino acerca de para qué se utilizarán los terrenos productivos,
quién nos dará de comer, y quién va a comer.

En Argentina, los productores de soya bloquearon
carreteras para protestar un aumento de impuestos sobre las exportaciones que el gobierno de la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner ha gravado. Los productores de soya han cosechado una bonanza financiera
durante los últimos años, gozando de una zafra de precios altos con el apoyo completo del
gobierno, desplazando a los pequeños productores agrícolas de sus tierras. Mientras volaban
insultos entre los políticos y los exportadores, los consumidores urbanos estaban padeciendo escasez
de alimentos debido a la interrupción en el transporte de comida entre el campo y las ciudades.

En Bolivia, los productores del aceite de cocinar se manifestaron en contra de la prohibición
temporal gubernamental de exportaciones. El gobierno boliviano del presidente Evo Morales ha congelado
las exportaciones hasta que la demanda doméstica se pueda satisfacer a precios alcanzables. Los
productores en la provincia de Santa Cruz usaron la ocasión para reiterar demandas para la autonomía
regional e intensificaron su oposición a las políticas de bienestar social del gobierno.

En México, los cabilderos de las empresas de la biotecnología se acercaron un paso más
a la legalización en el país del maíz transgénico (GM por sus siglas en inglés),
con nuevas reglas que se establecerían según una nueva ley de bioseguridad confeccionada
para saciar sus intereses. Las organizaciones de campesinos advirtieron que las medidas amenazan las
variedades nativas de maíz, el pan de cada día para muchos y la soberanía nacional
alimenticia. Entre el maíz transgénico y las variedades nativas ocurre la polinización
cruzada natural, lo cual crea contaminación genética de variedades que los campesinos indígenas
han desarrollado a través de los siglos. Su uso también ocasiona la dependencia de los
campesinos en las compañías transnacionales de semillas, en vez de fiarse de las prácticas
de guardar semillas como se ha hecho por miles de años.

Cada uno de estos conflictos se encuentra inmiscuido en su propio escenario político complejo.
Pero tienen algo en común: son parte de una batalla por el futuro de la comida y la agricultura.
Según los precios de los artículos básicos siguen elevándose grandemente,
los campesinos en vez de gozar de los beneficios, se hallan enfrentándose a nuevas amenazas a
su capacidad de ganarse la vida.

Un informe reciente de la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico
de la Organización de las Naciones Unidas (CESPAP) advierte que los precios globales de la comida
van a permanecer altos. El informe le echa la culpa en parte al auge de los biocombustibles por los costos
de comida en aumento.

"Ya que las fuentes principales para los biocombustible son los granos y las semillas de las
cuales se devenga aceite, el precio creciente del petróleo ejerció gran impulso en la marcha
hacia arriba de los precios de las materias primas agrícolas en el 2007, los cuales gozaron de
sus mejores niveles en casi 30 años. Cuando el petróleo alcanzó $100 por barril
en enero del 2008, los precios de la soya alcanzaron su nivel más alto en 34 años, los
precios del maíz se acercaron a su precio más alto reciente durante los últimos
11 años, los precios del trigo estaban justo debajo de su precio más alto de todos los
tiempos, los precios de las semillas de colza se elevaron a niveles record y los futuros de aceite de
palma alcanzaron un nivel de alto histórico". El informe concluye
aseverando que "Los gobiernos necesitan considerar cuidadosamente el impacto que tienen los biocombustibles
en los pobres".

Otros factores que se han juntado para crear la crisis del abastecimiento alimenticio incluyen el
cambio climático, la concentración en la producción y el mercadeo, el desparrame
urbano en crecimiento, la erosión y contaminación de los recursos naturales, la demanda
mayor para ganadería y políticas gubernamentales que han hecho que la labranza de los pequeños
productores agrícolas—hasta el día de hoy la fuente de la mayoría del abastecimiento
alimenticio del mundo—una actividad económica "nocompetitiva" (y por lo tanto noviable).

Todo esto trae a colación el problema de quién tiene acceso a la comida. Con los precios
internacionales en aumento, el acceso de facto a los alimentos básicos para los pobres
está en peligro.

La ONU ha pronosticado que los precios globales de la comida van a aumentar a razón de 20-50%
para el 2016. Las alzas en los alimentos básicos afecta n de peor manera a los pobres en zonas
urbanas, ya que el acceso a la comida es precario y se ven forzados a gastar un porcentaje más
alto de sus ingresos totales en darle de comer a sus familias.

Cuando esto ocurre, los gobiernos tienen que volver a plantearse su dependencia en el mercado internacional
para la comida y tienen que volver a considerar las políticas que fomentan el uso de la tierra
para producir los cultivos industriales para la exportación. Bolivia no es el único país
que ha tenido que recurrir a las prohibiciones de exportaciones. Enfrentándose a una escasez
seria de arroz y preciso altos
, Cambodia, India y Egipto en efecto han prohibido las exportaciones,
y Vietnam ha impuesto límites en las exportaciones. Las Filipinas, sin poder satisfacer su propia
demanda, ha tenido que implorar por recortes en su consumo.

También ya es más que tarde para que las instituciones de gobierno global le den un
vistazo bien detenido a los costos humanos implicados al permitirle a un puñado de empresas transnacionales
controlar una cantidad tan grande del abastecimiento global alimenticio. La crisis
de la tortilla
en México resultó ser un problema mayormente de control especulativo
de la oferta en vez de un problema verdadero de oferta y demanda.

Sin embargo, el poder económico de las compañías agrícolas industriales
ha crecido tanto en los últimos años, que los intentos del gobierno o la sociedad civil
para salvaguardar el abastecimiento alimenticio se han topado con resistencia que posiblemente conlleve
la desestabilización. A menos que los gobiernos se aferren a su derecho de dictar normas con respecto
al abastecimiento alimenticio, estas escaramuzas pudieran resultar en una guerra total.

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