Ese otro mundo

¿Y dónde está la izquierda?, preguntó José Saramago cuando la crisis rozaba su apogeo, Wall Street se volvía socialista y su propio muro se derrumbaba. La respuesta fue el silencio, representativo de un momento de retracción e incertidumbre general.

Belem, Brasil: sitio del noveno Foro Social Mudial.
Foto: http://www.fsm2009amazonia.org.br/

Fue en este contexto que se desarrolló el noveno Foro Social Mundial (FSM) de Belem do Pará, Brasil, entre el 27 y el 1 de febrero pasados. En la puerta nororiental del amazonas se dieron cita 133 mil representantes de diversas organizaciones, movimientos sociales, partidos de izquierda, organizaciones no gubernamentales y demás altermundistas de 142 países con un debate insoslayable: para unos, el FSM debía seguir siendo un espacio "no resolutivo" de la "sociedad civil" que se limitara al encuentro y el intercambio de experiencias. Pero el planteo de muchos otros giraba en sentido inverso. Al entender al foro no como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para construir ese "otro mundo" que hace tanto se dice es posible, el renovado eje debía centrarse en dar una respuesta medianamente orgánica al actual colapso financiero internacional y las varias guerras.

El FSM nació en 2001, en la ciudad brasileña de Porto Alegre, cuna del "presupuesto participativo" y de notable anclaje de la Central Única de Trabajadores y del Movimiento de los Sin Tierra (MST). Eran momentos duros, de sostenido retroceso ante el galopante avance del modelo neoliberal. La situación apremiaba y no había margen suficiente como para sofisticaciones teóricas y definiciones políticas que pudieran llegar a excluir a las ya de por si desangradas organizaciones que oponían resistencias.

Es por eso que el FSM nació con una consigna amplia, inclusiva: "Otro mundo es posible". Tras de ella se encolumnaron todas las formas posibles de altermundismo. De allí, no salían plataformas políticas ni programas de acción concretos. Tanto, que hasta en su carta fundacional el FSM se define a sí mismo como un espacio "no deliberativo ni resolutivo". El enemigo simbólico fue siempre el Foro Económico Mundial de Davos (FEM), que año tras año se desarrolla en el sofisticado centro de esquí suizo y que esta vez, aunque temerosos de estallidos sociales, volvió a respaldar el libre comercio y se manifestó abiertamente en contra de una vuelta al "exceso de regulación" de los años ’70.

Pasados ocho años de aquel 2001 (y ocho foros que recorrieron el mundo1), el mundo cambió. El capitalismo volvió a morderse la cola, se fagocitó a sí mismo, demostrando, esta vez, escasa capacidad renovadora. Así, Davos siguió vivo, pero esta vez sin la centralidad acostumbrada. De allí sólo salieron proclamas desesperadas y caras nerviosas.

La crisis neoliberal, el silencio de las izquierdas y el ascenso de gobiernos progresistas en la región demandaba otro tipo de debates. Ya no alcanzaban los puños en alto y las consignas grandilocuentes para dar la batalla.

Es por eso que por primera vez, estuvieron en Belem cinco presidentes latinoamericanos en ejercicio, mientras que en Davos hubo sólo dos2. El eje se corría, como en la III Cumbre Indígena de Abya Yala realizada en 2007 en Guatemala, se pasaba "de la resistencia, a la toma del poder". Pero, claro, no todos están de acuerdo con este giro. De hecho, esa discusión fue la que cortó transversalmente a todo el foro.

Debates

En las ediciones anteriores, el MST había formado parte central de la organización de los FSM, poniendo a disposición recursos y militancia. Esta vez no. Se limitó a participar y a organizar un solo tipo de evento: la asistencia de los mandatarios.

Las señales fueron claras. Por un lado, el no invitar aquel jueves 29 de enero a la universidad Estadual a su otrora aliado Inácio Lula da Silva al debate entre las organizaciones sociales y los presidentes de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Paraguay. Se ratificaba así un alejamiento que aún no alcanza la ruptura.

Allí, João Pedro Stedile, líder del MST y la Vía Campesina no se ahogó en eufemismos. A puertas cerradas, ante poco más de mil asistentes, mostró dureza: "Queremos intercambiar opiniones, porque contra el neoliberalismo, hasta aquí llegamos. Pero ahora hay que dar pasos hacia el cambio estructural", planteó.

Dirigiéndose a los cuatro presidentes les dijo: "ustedes han andado muy flojos, tienen sus reuniones, cuentan sus cosas de coyunturas, pero nosotros queremos más, queremos cambios estructurales, no medicinas para el capital. Ojalá en la próximo cumbre de sus gobiernos sean invitados los movimientos sociales".

A su vez, convocó a la unidad y la acción: "Es el momento de la unidad popular, no podemos perder tiempo con nuestras diferencias, hay que unificar las luchas populares para enfrentar la crisis del capital. La búsqueda del socialismo del siglo XXI puede durar un siglo, lo necesitamos para mañana. Aquí se habló de recuperar nuestra soberanía y romper la dependencia, lo que hay que hacer es hablar de la nacionalización de la banca, con su control financiero nunca llegará la hora de los pueblos".

Pero el debate de fondo, mucho más contundente aún, fue el del interlocutor elegido. Al retirarse de la organización general, dejó solas a las muchas ONG´s que, por definición, repelen a los gobiernos sean del signo político que fueren. El MST optó, y no es un dato menor, discutir ideas y proyectos con los gobiernos.

El campo intelectual no estuvo ajeno a esta puja.

"¿Qué actitud se toma frente a esos gobiernos, representantes de la avanzada en la confrontación al neoliberalismo y por la construcción de alternativas a su modelo? No estaban preparados (los foristas), porque se habían organizado para la fase de resistencia limitando su acción a una supuesta "sociedad civil", excluyendo la esfera política y, con ella, a los partidos políticos, el Estado, los gobiernos, la estrategia," sintetizó en Belem el secretario general de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), Emir Sader.

"En ese contexto, los foros fueron girando en falso, dejando de ser el centro de la oposición antineoliberal, transferida ésta a los gobiernos, que pusieron en práctica niveles mayores o menores de ruptura con el modelo."

El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos3 escribió: "Los grandes medios de comunicación divulgaron hasta la saciedad el diagnóstico de la situación mundial hecho por el Foro Económico Mundial (FEM) en su reunión de este año. Es un diagnóstico sombrío que coincide en muchos puntos con los diagnósticos hechos por el Foro Social Mundial en sus sucesivas ediciones desde 2001. No interesa saber si el FSM tuvo razón antes de tiempo o si el FEM tiene razón demasiado tarde.   Importa, por el contrario, reflexionar sobre el hecho de que el FSM no ha tenido la influencia o ejercido la presión que se desearía sobre los decisores políticos.

"Esto se debe, en parte, a una opción del FSM: la de ser un espacio abierto a todos los movimientos y organizaciones que luchan de forma pacífica por otro mundo posible, sin dejar que tal apertura pueda verse comprometida por decisiones políticas, nunca posibles de obtener por consenso".

El economista e historiador egipcio, Samir Amin, le salió al cruce: "Hemos caído en objetivos de corte moral, general, en plan "a favor de un mundo mejor y más justo". ¡Habrá que definir qué es un mundo mejor y más justo, y las estrategias políticas para ponerlo en marcha!

"Estimo que ahora tenemos que plantearnos la cuestión de las estrategias políticas. No necesariamente unificarse en una organización, pero sí construir una convergencia dentro de la diversidad. Frentes diversos, referencias culturales diversas, objetivos de transformación diversos, formas de luchas diversas, sí… Pero la cuestión política es central y hay que atreverse a decirlo", planteó desafiante Amin4.

"La diablera"

Aquella noche del 29, en el hangar de la universidad Estadual hubo calor. El centro de convenciones quedó desbordado por la presencia de centenares de estudiantes, indígenas, sindicalistas, militantes de todo el mundo. Un globo terráqueo de goma giraba en el centro del predio, pero detrás de la tarima principal una pancarta destacaba el contorno de América del Sur. La mesa redonda era sobre "América Latina y los desafíos de la crisis internacional". Los disertantes; Hugo Chávez, Rafael Correa, Fernando Lugo, Evo Morales e Inacio Lula da Silva.

El boliviano fue el primero en tomar la palabra. Como muchos de sus colegas, Evo narró sus desventuras para llegar a los foros pasados, cuando era un simple dirigente cocalero. Aseguró que su gobierno es en parte hijo de los FSM, que ese "otro mundo" no sólo es posible sino que ya nació y luego propuso tres campañas mundiales.

Una, contra las invasiones en Gaza, Palestina, Afganistan e Irark y para terminar con el derecho de veto del Consejo de Seguridad de la ONU. "Tenemos que acabar con la monarquía de Naciones Unidas; no es posible que un país tenga más poder que 190. Hay que acabar con la anarquía en la ONU para conseguir democracia", argumentó.

La segunda iniciativa bregó por un "nuevo orden económico internacional basado en la solidaridad, justicia y complementariedad entre las naciones", que reforme las instituciones financieras y comerciales internacionales nacidas en Bretton Woods: "El Banco Mundial, el FMI (Fondo Monetario Internacional) y la Organización Mundial del Comercio tienen que ser profundamente transformados si quieren ser instituciones financieras al servicio del pueblo. No podemos permitir que se maquillen para seguir como están".

La tercera campaña tiene como objetivo salvar al planeta. Para eso, según Morales, es preciso "cambiar los patrones de consumo ya que la madre tierra es nuestro hogar, la fuente de nuestra vida".

El tema ambiental fue otro de los ejes del foro. Esa era la idea de los organizadores, que no por casualidad eligieron un punto de encuentro tan remoto como simbólico: el corazón de las amazonas. A su vez, la cuestión climática cumplía el rol aglutinador que la bandera del "otro mundo es posible" ya no podía satisfacer. En Belém nadie discutió que el grave impacto de la crisis capitalista repercutía en varios frentes, uno de ellos el alimentario. Datos son datos: según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), el número de personas que pasan hambre en el mundo aumentó de 832 millones en 2007 a 963 millones en 2008.

De vuelta en el hangar, el siguiente turno fue para el ecuatoriano Rafael Correa. Autodefinido como un "economista con mucho sentido común", su discurso osciló entre el la técnica y el carisma. Insistió en que lo que hoy se vive en el subcontinente "no es una época de cambios, sino un cambio de época" y aseguró que la actual crisis es "inherente al modelo capitalista" por lo que "es hora de un cambio en el paradigma dominante".

Correa introdujo el debate sobre el controvertido "socialismo del siglo XXI" al que definió como "una acción colectiva para resolver los problemas de conjunto". Desde allí, convocó a la planificación económica destacando el rol del Estado y su intervención en las cuestiones públicas. Proveniente de un país dolarizado, pidió unidad regional para avanzar en una moneda única y propuso avanzar en una OEA (Organización de los Estados Americanos) que incluya a Cuba y excluya a EEUU. A su vez, marcó sus distancias con el socialismo real porque su "forma de competir era precarizando condiciones laborales y sociales". El nuevo proyecto, aseguró, "no tiene recetas porque es necesaria la autocrítica. El socialismo no es único ni estático, no creemos ni en manuales ni en dogmas".

Más tarde sería la presentación en sociedad de Fernando Lugo. Con tono poético, el obispo preguntó: "¿Qué estamos esperando para declarar en asamblea permanente la construcción de otro mundo?". Y sorprendió cuando miró a cara a cara a Lula y puso sobre la mesa las disidencias entre ambos países por el tema de la hidroeléctrica de Itaipú.

Hugo Chávez habló poco, lo justo, lo imprescindible. Es que, como él dijo, antes "los diablos" eran sólo él y Fidel Castro. Ahora, en cambio, existe "una diablera". Su rol fue el de arengar a las organizaciones sociales, a las que les pidió "que redoblen la apuesta, que pasen a la ofensiva".

Lula se acercó a la tarima, sacó el micrófono de su lugar y se arremangó la camisa. Como una mezcla de pastor evangélico y sindicalista devenido en presidente, paseó su carismático sudor por todo el escenario, intercambiando ironías, consignas de campaña y frases épicas.

"El mundo desarrollado decía lo que teníamos que hacer en América Latina, parecían infalibles y nosotros incompetentes, nos vendieron que el Estado no podía nada y que el mercado desarrollaría nuestros países, y ese mercado quebró por falta de responsabilidad y control. La palabra de orden de hoy es: otro mundo es posible, y aún más, es necesario e imprescindible que busquemos un nuevo orden", fustigó. "La crisis no es nuestra", agregó y el hangar, repleto de militantes petistas, coincidió estruendoso.

Podría haber dejado pasar las disidencias que Lugo dejó sobre la mesa. Pero no. Las enfrentó con tono conciliador. No sólo sedujo al paraguayo, sino también a Evo, con quien tuvo reiterados roces por la nacionalización del petróleo en el país altiplánico: "Jamás voy a permitir que un metalúrgico de San Pablo pelee con un indio boliviano", prometió.

En Belem, el Foro Social Mundial vivió un sismo interno. Una discusión clara y contundente en torno a la metodología organizativa y los objetivos estratégicos. La discusión es sana, implica que el campo popular es dinámico, que entiende cuando urgen replanteos. Las opciones que se barajan para el próximo encuentro en 2011 son Estados Unidos, Senegal y Sudafrica. Habran pasado dos años, y seguramente la coyuntura obligue a otros debates. Pero en Brasil se ha sentado un prospero precedente, mucho más significativo todavía si se recuerda que del otro lado del mundo, al mismo tiempo, los otrora todopoderosos se enredaban impotentes y nerviosos en su propia crisis.

Notas

  1. Porto Alegre (2001, 2002, 2003 y 2005), una en India, la compleja edición de 2006 entre Mali, Pakistán y Venezuela, la polémica de Kenia en 2007 y la apuesta descentralizada de 2008.
  2. En Suiza estuvieron Álvaro Uribe, de Colombia, y Felipe Calderón, de México.
  3. Articulos de Boaventura de Sousa Santos http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Boaventura%20de%20Sousa%20Santos&inicio=0.
  4. Tomado de Rebelión, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=80231&titular="luchas-muy-importantes-no-están-presentes-en-el-foro-social-mundial"-.

 

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