La crisis se abate sobre México

Durante meses, funcionarios del gobierno mexicano alardearon de que el país estaba blindado contra los peores estragos de la crisis económica mundial. Aunque el Presidente Calderón denosta periódicamente a los "catastrofistas", la realidad comienza a abofetear a la Ciudad de México. En los medios, los reportajes diarios desglosan la extensión y profundidad de los problemas económicos que se abaten sobre la nación.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), México perdió, solamente en 2008, 750,000 empleos, llevando la siempre alta tasa oficial de desempleo a su nivel más elevado desde 2005. La hemorragia laboral ha sido especialmente grave en el sector de ensamblados para exportación, afectando a decenas de miles de trabajadores en Ciudad Juárez y otras ciudades que dependen de la economía estadounidense.

El diario La Jornada informa que 50 mil millones de dólares en capital extranjero abandonaron el país el año pasado, y que por primera vez en los últimos años los bonos de la Tesorería mexicana están perdiendo su atractivo como inversión. Hasta ahora, el sector bancario mexicano no ha exhibido las debilidades fatales que afligen a sus contrapartes en Estados Unidos y Europa, pero abundan las señales de advertencia. Según la Comisión Bancaria y de Valores de México, el valor de la deuda incobrable en tarjetas de crédito se disparó de 1,300 millones de dólares en noviembre de 2007 a más de 3 mil millones de dólares en noviembre de 2008.

Javier Taja, presidente de la organización de deudores El Barzón en el estado de Guerrero, insiste en que amenaza un problema en el pago de hipotecas en los meses venideros, cuando venza el seguro privado de desempleo de muchos trabajadores.

"(La gente) no va a comprar una casa o un auto", dijo Taja en una entrevista. "Es posible que eso nos provoque una contracción económica interna, aparte del malestar financiero que ahora experimentamos al nivel internacional."

Al dirigirse a los dirigentes mundiales reunidos en Davos a principios de este año, el presidente Calderón predijo que en realidad la economía mexicana crecería en más de uno por ciento en 2009. El optimismo del presidente ignoró abiertamente otras evaluaciones económicas, entre ellas la del Fondo Monetario Internacional y la del Banco de México, las cuales predicen una contracción de la economía mexicana de entre 0.3% y 0.8%, respectivamente, para 2009. De acuerdo con los últimos reportajes, la economía mexicana decreció 1.6 por ciento durante el último trimestre de 2008.

Desde el otoño de 2008, el valor del peso en relación con el dólar se ha hundido 50%. Han sido necesarias intervenciones reiteradas del Banco de México para evitar una caída mayor. El dólar caro augura malos tiempos para un país que ya importa 35% de sus requerimientos alimentarios, declara el legislador por el estado de Chihuahua y activista rural Víctor Quintana.

En 2009, un kilo de las básicas tortillas de maíz se lleva 12 pesos (casi una cuarta parte del salario mínimo diario) en varias regiones del país. Como lo informó recientemente la revista Proceso, el maíz y los frijoles se han vuelto tan valiosos que en Guanajuato se están produciendo robos masivos de estos productos de los mismos trenes.

La vida es dura para muchas personas, como la habitante de Acapulco Nely Vargas. A dos años de recibir su modesta pensión del estado de Guerrero, Vargas se sostiene vendiendo libros en la calle, desde novelas de García Márquez hasta libros de superación personal.

"¿Qué hace una?", reflexionó Vargas. "No vendo mucho pero aquí estoy."

Anteriormente operadora telefónica y cajera, Vargas dijo que está considerando tomar su electricidad de los cables públicos para mantener su único ventilador funcionando en el sofocante clima tropical de su tierra, una práctica común en Acapulco y otros lugares de México. "¿Cómo voy a pagar una cuenta de 200 o 300 pesos?" preguntó Vargas.

Los mexicanos han atravesado muchas crisis económicas desde 1982, así que aquí, las primeras reacciones a la recesión económica mundial fueron de mucho menor asombro que en Estados Unidos, en donde muchos estadounidenses encaran por vez primera las consecuencias de la dieta neoliberal de Washington servida por tanto tiempo a otros países como México.

Aun así, la última crisis en México está intensificando los conflictos políticos, sociales y de clase.

Los gobiernos federal, estatales y municipales están extendiendo medidas dirigidas a aliviar los peores efectos de la crisis. Anunciado en enero, el plan de 25 puntos del presidente Calderón presenta medidas modestas que incluyen una congelación de los precios de la gasolina, subsidios a las industrias exportadoras que enfrentan ceses de la producción, ligeros aumentos en créditos agrícolas, permiso a trabajadores desempleados de retirar efectivo de sus cuentas de retiro privatizadas con una promesa de aportaciones adicionales del gobierno para compensar dichos retiros, y ampliación de la cobertura hospitalaria gubernamental a los trabajadores sin empleo.

Además, la banca de desarrollo económico NAFIN está extendiendo una línea de crédito de casi mil millones de dólares a la dañada industria automovilística con la intención de que poner a más mexicanos en automóviles nuevos. Apostando al turismo, el gobierno federal espera que más gringos serán atraídos al sur porque su dólar compra más en 2009 de lo que lo ha hecho en muchos años.

Nombrando a los servicios la vanguardia económica del siglo veintiuno, el presidente Calderón inauguró este mes el nuevo mega destino turístico Costa del Pacífico en el estado de Sinaloa, dominado por el narco. Se planea que el desarrollo duplique las dimensiones de Cancún; pero en el mismo instante en que los funcionarios del turismo oficial recitan religiosamente informes optimistas, los hoteles, restaurantes y bares vacíos o semivacíos en los destinos vacacionales cuentan una historia distinta.

De numerosas maneras, el plan anticrisis de Calderón profundiza la dependencia de México de la economía estadounidense. La discusión de la adhesión de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha quedado decididamente cancelada.

Si bien aplaude muchos aspectos del plan Calderón, el sector privado de México quiere más apoyos fiscales y créditos financieros. La crisis también es una oportunidad para los sectores empresariales que por largo tiempo han cabildeado por reformas a la Ley Laboral mexicana para incorporar la "flexibilidad laboral" que permita el llamado "outsourcing" (tercerización o subcontratación), y negocios que no tengan que emplear trabajadores sindicalizados ("open shops"); que disminuya las garantías y prestaciones laborales, y que imponga límites estrictos a las indemnizaciones por disputas laborales consagradas en las leyes. De manera similar, se está volviendo a proponer la privatización de servicios y recursos públicos como el agua en lugares como el estado de Guerrero.

En tiempos de depresión económica, los traficantes del dinero fácil andan por doquier. Las casas de empeño y los préstamos pagaderos al día del pago de la nómina proliferan, y la industria del juego realiza enormes esfuerzos por hacer de las apuestas el nuevo deporte popular. En muchas ciudades aparecen establecimientos de tragamonedas electrónicas y casas de apuestas deportivas.

Lo único que falta es que el Congreso mexicano legalice casinos al estilo de Las Vegas.

Del otro lado del espectro social, las protestas populares están al alza. Medio millón de camioneros bloquearon carreteras nacionales este febrero demandando reducción en los precios del diesel. Los agricultores aceleran sus familiares tractores y se movilizan en apoyo de que bajen los precios de combustibles, suban los precios de sus productos y se renegocie el TLCAN, que ha dejado pulverizados a muchos productores de maíz y frijol.

México se une a Francia, Rusia, Grecia, Inglaterra, Irlanda, Guadalupe y otros países como escenario de protesta popular contra políticas económicas del gobierno, aunque los indígenas zapatistas de Chiapas están notablemente ausentes de estos movimientos que se extienden por todo México.

La mayor fuerza opositora, y que tiene cohesión, es el movimiento encabezado por el ex gobernador de la Ciudad de México y candidato presidencial en 2006, Andrés Manuel López Obrador. El 17 de febrero sus partidarios organizaron manifestaciones en todo México exigiendo una disminución radical en los precios de la electricidad. En Acapulco, docenas de manifestantes entregaron una carta a la Comisión Federal de electricidad y celebraron una asamblea a las puertas de este organismo.

"Le han dado a los grandes empresarios y comerciantes una reducción considerable", dijo el vocero de la protesta Eloy Cisneros Guillén, "pero no ha habido una para las familias."

La idea de la electricidad a menor costo no le es indiferente a María Magdalena González, mucama retirada que manifestó lo difícil que le es cubrir las necesidades básicas con $120 pesos de pensión mensual; ex empleada del emblemático Hotel Caleta y otros alojamientos de Acapulco, Magdalena estaba indignada: "¡Trabajé 40 años en la industria hotelera para que me dieran esto!", resopló.

De forma significativa, el movimiento de López Obrador posee un programa multifacético que propone soluciones no sólo a problemas inmediatos como los altos precios de la electricidad, sino a los de mayor alcance como el TLCAN. López Obrador convoca a que se renegocie el Tratado, muy especialmente en cuanto a sus disposiciones agrícolas.

"Estamos proponiendo un cambio de dirección para este país", dijo el activista del movimiento y ex legislador por Guerrero Benjamín Sandoval Mena. "No hay salida (de la crisis) si no es modificando el modelo económico."

Mientras tanto, otro actor politico está emergiendo públicamente a la escena. Aunque mucho tiempo operó en las sombras de la sociedad mexicana, el bajo mundo del narco se torna cada vez más público.

En ciudades grandes y pequeñas, mensajes contra rivales, que equivalen a tanto como una propaganda política, aparecen colgados de pasos a desnivel. Un capo de la vieja guardia en prisión, Miguel Félix Gallardo, tiene su propio sitio web con todo y fotos suyas caracterizado como Elvis (Presley). Se afirma que recientes manifestaciones callejeras contra el ejército mexicano, en una amplia faja del territorio del país, fueron financiadas por el narco.

En México, legiones de agricultores que apenas sobreviven, incontables desertores del ejército y jóvenes ociosos son constante carne de cañon para una narcoeconomía llena de productores a baja escala, procesadores, transportistas, vendedores callejeros, vigías y sicarios. Los empleos siguen abundando en la narcoeconomía, pero el promedio de vida de sus trabajadores es cada día más breve.

En el corto plazo, la clase política y el Estado mexicano intentarán encauzar los agravios económicos y sociales por medio de las urnas. Los mexicanos elegirán un nuevo congreso federal en julio de 2009, y es seguro que los diversos partidos políticos se concentrarán en la economía.

Si las predicciones de muchos observadores políticos de una escasa participación electoral este año se cumplen, el otrora gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) podría resultar el gran ganador. El PRI conserva una base comprometida y ha estado reestructurándose a costa del desencanto con el ahora gobernante PAN y con los conflictos internos del PRD. Cuando ocupó el poder, el PRI se distinguió por domeñar la intranquilidad popular a través de una sofisticada combinación de represión, cooptación y concesiones económicas.

Que el sistema político mexicano pueda contener los actuales estallidos de protesta popular con más migajas, dependerá de cuán profundamente llegue a calar la crisis económica, así como de factores como la impredecible dinámica de violencia y represalia, de represión y más nueva violencia desatada por la guerra del narco.

La capacidad de los movimientos populares para trascender las exigencias económicas inmediatas, forjar una agenda de intereses comunes y colocar el tema del modelo económico mexicano firmemente en el centro del debate, es de importancia fundamental para llevar al país por un camino distinto del que ahora le conduce a una mayor descomposición económica y social. Y como de ello son agudamente conscientes muchos mexicanos, el carácter de la nueva administración de Obama influirá en gran medida para el logro de mejores o peores resultados en su propia nación.

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