Falta de Decisión

El presidente Mel Zelaya tiene la razón al negarse a ser devuelto a su silla presidencial embroquetado y atado como si fuera un pollo capón, un símbolo impotente de una fachada democrática. Si la Secretaria de Estado Hillary Clinton permite que el gobierno golpista imponga condiciones para el regreso del presidente constitucional, estará dañando, tal vez de manera irreparable, a la OEA, y engañando a Oscar Arias, quien creyó tener su respaldo inequívoco.

Robert E. White es
presidente del Center for
International Policy (Centro
para la Política Internacional).
Foto: www.ciponline.org.

Que Estados Unidos contemporice con los promotores del golpe de estado, que garantice que quienes rompieron el orden constitucional no pagarán precio alguno, y que imponga condiciones insultantes a un presidente electo como precio por su regreso, es confabularse con quienes han denigrado la democracia en Honduras durante los últimos veinticinco años.

A Estados Unidos se le presenta una gran oportunidad. Al expresarse sin ambigüedades, al actuar con decisión, al unirse a las demás naciones del hemisferio en la restauración del gobierno constitucional, se habrá logrado una victoria enorme para la doctrina de Obama de una Sociedad de las Américas.

Sin duda Mel fue un presidente errático e inepto. De hecho, Honduras ha tenido una sucesión de presidentes anodinos, tolerados tan sólo porque nunca intentaron poner en vigor ningún tipo de reformas serias. A diferencia de los anteriores, Zelaya trató de traer a Honduras alguna medida de democracia económica. Fracasó, en parte por sus propias debilidades, pero el limitado éxito que llegó a alcanzar hizo caer sobre él la ira de aquellos para quienes Honduras no es una nación que ha de ser levantada, sino una máquina productora de dinero que ha de ser explotada.

Si Estados Unidos y la OEA no pueden resolver la situación, no tengo ninguna duda de que el presidente Hugo Chávez formará una coalición para restaurar al presidente legítimo. Si nosotros no encabezamos el esfuerzo, otros lo harán.

Hay un precedente para lo que afirmo. En 1948, el presidente de Costa Rica en funciones, con el apoyo de la oligarquía y las fuerzas armadas, decidió anular los resultados electorales y continuar en el poder. Estados Unidos no hizo nada. Pepe Figueres dirigió una fuerza de voluntarios, apoyada por contingentes militares de Guatemala, Cuba y la Legión del Caribe. Esta combinación de fuerzas derrotó al ejército costarricense, y Figueres restauró el orden constitucional. De esa intervención resultaron la abolición del ejército, la creación de impuestos a los ricos, reformas del tipo del New Deal para el país, y la democracia más ejemplar de América Latina.

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