Deportados: Una historia interminable

20160118_1440092Sus lagrimas son gruesas, rondan por sus mejillas. Mientras con su mano seca uno de sus ojos, el otro sigue destilando el dolor que se hace líquido.

Estefany es la primera de las 127 personas migrantes deportadas el día de hoy a Honduras, de un total de 920 en lo que va del año.

Confundida, mira por todos lados. Fuertemente encogió sus brazos mostrando miedo mientras se sentaba tímidamente; parecía hablar sola. Definitivamente, no quería volver a su patria.

Luego de dos años de vivir en Georgia, Estados Unidos, Estefany, de 19 años de edad, fue detenida por el temido ICE a mediados de diciembre. Pasó su ultima Navidad en el país en un centro de detención de la unión americana.

20160118_1434332Sus pocas pertenencias, al igual que las del resto de los migrantes, vienen en un costal anaranjado. Minutos antes un grupo de voluntarios del Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR) las bajaron para luego entregárselas conforme los iban llamando por sus nombres.

Mientras desempacan sus cosas, los llaman uno por uno para entregarles sus cédulas de identidad o en su caso sus partidas de nacimientos que previamente fueron tramitadas por los encargados del CAMR. Además de ofrecerles un café, les dan algo de dinero para comprar un boleto de autobús y así poder regresar a sus casas. Muchos deciden darse la vuelta y volver al camino, al no poder regresar a sus barrios o colonias por que sería morir en el intento.

20160118_1313192Afuera del centro, algunas familias esperan ansiosamente ver salir por la puerta a su hijo o hija, esposo, hermanos o padres. Lloran, se abrazan, se besan, pero a la mayoría nadie los espera.

Algunos de los deportados los agarraron en su intento por cruzar la frontera de los Estados Unidos–no avanzaron a acariciar el tan anhelado sueño americano. No fue el caso de Allan Rosales, también entre el grupo de deportados el día de hoy. El acudió a reportarse a las oficinas del ICE en Atlanta y ahí mismo fue detenido. A mediados del 2014 y con tan solo 16 años de edad, se entregó llegando en el puente internacional de Reynosa, Tamaulipas. Un coyote lo llevó desde La Ceiba hasta la frontera con los Estados Unidos por 7 mil dólares. Allí le dijo que caminara por el puente y se entregara a migración. Su vida corría peligro en su país y su familia no quería que lo mataran, por lo que solicitó refugio.

En Octubre del 2015 se presentó a migración. No sabia que ya tenía una orden de deportación por lo que los agentes de migración lo detuvieron ahí mismo. A las 14:00 horas el avión donde Allan fue deportado aterrizó en San Pedro Sula, catalogada como la ciudad mas violenta del mundo, aunque el gobierno hondureño dice lo contrario.

Allan ya tiene 18 años cumplidos y extraña a sus compañeros de la Berkmar High School donde estudiaba. Al salir, logra pedir prestado un celular y a través de whatsaap habla con su tía para que avise a su madre que ya había llegado a Honduras. Cuelga, seca sus lagrimas y exclama, “Tengo que regresar por que allá estaba estudiando y no quiero perder el año.”

20160118_1358342“Bienvenido Tulito–nos alegra tu llegada” se lee en un cartel. Doña Rosario y su esposo había ido a recibir a su sobrino que hace 20 años vivía del otro lado.

“Hace tiempo que no lo vemos, solo por fotos,” dicen a la salida del  CAMR. Tulito fue reconocido y abrazado por sus tíos que, emocionados, le enseñaron el cartel de bienvenida, mientras taxistas rodeaban a otros migrantes para ofrecerles viajes a sus colonias o a la central de autobuses.

Las edades de los deportados son en su mayoría entre los 18 y 28 años. Son jóvenes que huyen de la violencia y que buscan un mejor futuro emigrando al norte. “Este año esperamos que incrementen las deportaciones,” dice Geraldine Garay, una de las coordinadoras del Centro de Atención al Migrante Retornado.

Son las 5 de la tarde de un día nublado en San Pedro Sula. El CAMR terminó sus actividades por hoy. Dentro solo quedan las sillas vacías, que mañana serán ocupadas por otros deportados. Una historia interminable.

Rubén Figueroa es activista y defensor de derechos humanos, coordinador sur – sureste del Movimiento Migrante Mesoamericano

 

 

 

 

 

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