El acuerdo de Cancún cumple con las bajas expectativas

¡Lo lograron! Después de anunciar de antemano que no saldría ninguna decisión de importancia de las negociaciones sobre el cambio climático y después de casi dos semanas de debates, el ejército de negociadores internacionales presentes en la COP 16 llegó a un acuerdo totalmente en línea con las bajas expectativas para éste. De hecho, incluso lograron retroceder en cuanto a algunos asuntos clave.

Con la excepción de una sola nación—Bolivia–que insistió hasta el final en un acuerdo que cumpliera con las normas mínimas científicas para revertir el calentamiento global, los representantes de 193 páises reunidos en Cancún acordaron: eludir controles vinculantes de emisiones, prometer fondos sin especificar fuentes, dejar intacto el régimen de propiedad intelectual que restringe el flujo de la tecnología verde, y ampliar los mecanismos de mercado asociados con un periodo de aumento de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Muchas organizaciones están diciendo que el resultado es “esperanzador”. Señalan que los pequeños países isleños y los países africanos arrasados por sequías aceptaron el acuerdo a cambio de fondos necesarios. Señalan que ahora al menos podemos proceder a la COP 17 en Durban.

Sin embargo, la incapacidad en Cancún de llegar a acuerdos sigificativas frente una crisis ambiental global habla por si mismo.

Salvaguardar el proceso multilateral fue importante—es todo lo que tenemos para tomar decisiones que afectan a nuestro planeta en su conjunto y a todas las especies que viven en él. Fue importante que las conversaciones no se derrumbaron del todo, como ocurrió en Copenhaguen. Pero el “acuerdo Cancún” contiene exclusivamente medidas voluntarias y deja a los países en libertad para establecer sus propios objetivos y planes para reducir emisiones. En esencia, se trata de un acuerdo multilateral para no estar de acuerdo.

El salvamento del proceso multilateral, y en particular del Protocolo de Kyoto, anunciado en Cancún es una afirmación dudosa como mucho. Como señala Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo: “La reunión de Cancún de hecho ha logrado que sea más probable que los países desarrollados se desprendan del Protocolo de Kyoto y su régimen vinculante de compromisos de reducción de emisiones, y giren hacia un sistema voluntario en el que cada país sólo hace promesas acerca de por cuánto van a reducir sus emisiones”.

Este resultado significa que los países desarrollados responsables del cambio climático quedan libres de sus acciones. Algunas disposiciones, como posiblemente permitir el comercio en “derechos de emisión excedentes” para el período 2008-2012, podrían cancelar totalmente sus objetivos de reducción de emisiones ya que un país en desarrollo que emite por debajo del nivel permitido para este período podría vender créditos a los países desarrollados para mantener vigente los niveles de emisiones, más allá del período para el que se había permitido tal monto.

Los mecanismos principales de compensación a través de la forestación y los cambios en el uso de la tierra, tales como la propuesta de Reducción de Emisiones por la Deforestación y Degradación Forestal (REDD) y los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) incluidos en el acuerdo, también socavan las promesas de reducción de emisiones mediante la ampliación del mercado para la compra de “permisos de contaminar” por encima de niveles seguros.

No es de extrañarse que Todd Stern, representante de Estados Unidos en la cumbre, expresó su satisfacción por el acuerdo diciendo: “Este resultado fue fundamentalmente en consonancia con los objetivos de EU”. EU entró con una agenda clara para bloquear los controles obligatorios de emisiones. Las responsabilidades de los contaminadores históricos de pagar su “deuda climática” fueron exitosamente relegadas a fondos no especificados, que probablemente incluyan mecanismos de compensación del mercado privado, y que también se podrían ofrecer en forma de préstamos en lugar de subvenciones. Los objetivos de EU se han logrado con creces en Cancún, poniendo a todo el planeta en grave peligro.

Otros grandes ganadores en el acuerdo de Cancún son los especuladores del mercado de carbono. En el comunicado de prensa de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) su papel se ha recalcado destacadamente en el párrafo relativo a las obligaciones de los países desarrollados: “Los objetivos de los países industrializados están oficialmente reconocidos en el proceso multilateral y estos países tienen que elaborar planes y estrategias de desarrollo bajos en carbono y evaluar la mejor manera de alcanzarlos, incluso a través de los mecanismos de mercado, y reportar sus inventarios anualmente”.

El acuerdo también fortalece los Mecanismos de Desarrollo Limpio que, en lugar de regular a los contaminadores y exigir limpiezas, recompensan a los contaminadores históricos por adoptar medidas correctoras limitadas exclusivamente al ámbito de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Mediante el uso de los mercados para financiar la evasión del control de emisiones, los líderes mundiales han perjudicado grandemente a la humanidad y le han brindado un regalo incalculable a los especuladores y los contaminadores. Al dejar la cuestión de reducción de emisiones de GEI al mercado, los gobiernos están en efecto abandonando a sus funciones fundamentales de regulación y aplicación de la ley en un momento de crisis.

¿Y qué del planeta con todo esto?

Una evaluación de “Climate Change Tracker” señala que “ninguna de las decisiones [en Cancún] fueron lo suficiente concretas como para dar lugar a cambios cuantificables”.

“Climate Change Tracker” calcula un aumento de 3,2 grados centígrados de temperatura si el acuerdo, que es voluntario, se cumple, mientras que otros afirman que estamos en camino para un cambio de 4-5 grados. Eso es muy por encima de la meta de 1.5-2 grados mencionado en el propio acuerdo y los científicos advierten que resultará en una situación que condenará a numerosas especies y comunidades y medios de subsistencia humanos a la extinción.

Desde el punto de vista de una especie condenada a la extinción por el aumento de la temperatura que este acuerdo aprueba de manera implícita, Cancún es una muy mala noticia. La humanidad es la forma de vida responsable de esta amenaza al planeta y la única capaz de detenerla. La naturaleza y las especies sin voz sufren de la injusticia de la inacción. La gente pobre, que con demasiada frecuencia carece de voz en sus sociedades, también sufre de manera desproporcionada. Por esta razón, fue el grupo más grande en protestar contra las negociaciones de cambio climático en Cancún.

Bolivia, la única nación disidente en lo que se suponía que fuera una decisión de consenso, emitió un comunicado diciendo: “El Estado Plurinacional de Bolivia cree que el texto de Cancún es una victoria vacía y falsa que fue impuesta sin consenso, y su costo será medido en vidas humanas. La historia juzgará severamente”. El negociador de Bolivia Pablo Solón anunció que el país entablará una demanda contra el acuerdo en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. La secretaria mexicana de relaciones exteriores, Patricia Espinosa, clausuró la sesión a las 3:30 a.m., interpretando la norma de que se concluyan los acuerdos en armonía al afirmar, “la armonía no significa unanimidad”. Solón afirmó que la decisión fue un “abuso del acuerdo marco sobre la protección del clima”.

Con nubes en el horizonte multilateral, promesas imprecisas y un planeta en riesgo, el acuerdo de Cancún sienta las bases para un acuerdo de Durban, que, a este ritmo, será solamente el escenario para un acuerdo de alguna otra parte. Mientras tanto, las medidas urgentes que los contaminadores del sector privado deben costear han quedado fuera de negociación y la deuda climática se acumula a medida que aumenta la temperatura.

En este contexto, las bajas expectativas ya no son aceptables.

Laura Carlsen es directora del Programa de las Américas del Center for International Policy en www.americas.org.

Traductor: Annette Ramos

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