El Salvador tiene nuevo presidente, pero no tiene planes para frenar la migración

En medio de escándalos y casos históricos de corrupción, El Salvador se prepara para un nuevo quinquenio presidencial de la mano de Nayib Bukele. Bukele logró ganar las elecciones presidenciales sin presentar propuestas concretas de cómo pretende solucionar los problemas más grandes que aquejan al país centroamericano.

Fue el candidato de un partido no tradicional (Grand Alliance for National Unity-GANA) y aunque su victoria la logró con alta ventaja sobre sus adversarios de la izquierda y la derecha, su triunfo reflejó que el ausentismo en las urnas y el voto de castigo a los dos partidos mayoritarios fueron el máximo ganador en los comicios salvadoreños.

De 5,268,411 de salvadoreños inscritos en el padrón electoral, solo 2,700,992 de electores votaron en las presidenciales pasadas. Bukele ganó con el 53% de los votos que se emitieron en estas elecciones, es decir, que obtuvo 1,434,856 votos.

La corrupción pasó la factura a los dos partidos que por 30 años compartieron la alternancia en el gobierno salvadoreño. El año pasado, varios casos de ex presidentes involucrados en el desfalco al Estado salvadoreño llegaron a la justicia y a los medios. Sólo unos meses antes de las presidenciales, el ex presidente Antonio Saca, condenado a diez años de cárcel por corrupción, declaró que todos los presidentes de ARENA y el mismo partido recibieron dinero que fue desviado de Casa Presidencial por más de una década.

Por otro lado, las acusaciones y las tres órdenes de detención contra el ex presidente Mauricio Funes–primer mandatario de la izquierda, acusado por corrupción y otros delitos entre 2017 y enero de 2019–también impactaron en la derrota del partido de izquierda. Además, su supuesto vínculo con algunos desvíos de dinero del Estado para favorecer al ex presidente Saca, y el pago de sueldos extras a funcionarios de gobierno causaron el descontento en los electores de izquierda.

La campaña de Bukele, de 37 años y salido de las filas del FMLN, se centró en las redes sociales dirigiéndose a un público joven, a las generaciones que no sufrieron los horrores de la guerra civil que afectó al país en los 80 y a los que tampoco vivieron la transición de la postguerra en los 90. Uno de los lemas principales de la campaña de Bukele fue: “El dinero alcanza cuando nadie roba”, con el que hacía alusión a los casos de corrupción ventilados en los últimos meses previos a la campaña electoral.

Tras el triunfo de Bukele, la izquierda y la derecha han quedado desmoralizadas. Las dirigencias de ambos bandos depusieron sus cargos pocas horas después de que Bukele se declaró ganador, antes de la medianoche del 3 de febrero. Tanto la derechista ARENA, como la izquierda del FMLN hablan de una renovación y de un relevo de mando necesarios, de cara a las próximos elecciones para diputados y la campaña del próximo año.

“Poder tener la oportunidad de romper con el bipartidismo fue una razón por la que voté, y ver cómo una persona joven puede mover masas y hacer algo distinto a lo que estamos acostumbrados en el país. Todas las obras que hizo en San Salvador, también me motivaron para pensar que él puede ser un buen presidente”, dijo Gabriel Campos, un joven salvadoreño que votó por primeras vez.

El nuevo presidente se reunió con la embajadora de Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes, pocos días después de las elecciones. Se apresuró a decir en su cuenta de twitter que su gobierno se enfocará en fortalecer las relaciones con ese país como punto prioritario: “El Salvador trabajará para fortalecer las relaciones con nuestro aliado natural más importante”.

Aunque no ha definido cuál será el rumbo de su política exterior, Bukele ha alineado algunas de sus acciones en la dirección de la política estadounidense. Antes de reunirse con la embajadora Manes, condenó, desde su cuenta de twitter, las acciones del presidente venezolano Nicolás Maduro y del nicaragüense Daniel Ortega asegurando que sus gobiernos carecen de legitimidad porque están en el poder por la fuerza y llamándolos “dictadores”.

“Dictadores como Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Juan Orlando en Honduras, jamás tendrán ninguna legitimidad, porque se mantienen en el poder a la fuerza y no respetan la voluntad de sus pueblos. Dictador es dictador. De ‘derecha’ o de ‘izquierda’”, tuiteó el presidente electo.

De empresario a presidente

El presidente electo es hijo del reconocido empresario Armando Bukele, iman de la mezquita de San Salvador y representante de la comunidad árabe-palestina del país, que falleció el año pasado. Nació en 1981, estudió derecho en la Universidad Centroamericana y dejó la carrera apenas unos meses después de haberla iniciado, para dedicarse, según él, a los negocios.

Antes de iniciarse en la política, Bukele administró bares ubicados en zonas exclusivas del país, fue gerente de la reconocida empresa de motocicletas Yamaha, en El Salvador y de la compañía de publicidad y marketing OBERMET, que gozó de varios contratos millonarios de algunos ministerios del gobierno salvadoreño en los últimos años.

Su carrera política inició en 2012, tras ganar para el FMLN la alcaldía Nuevo Cuscatlán, un pequeño pueblo cerca de la capital que tiene un potencial desarrollo económico e industrial, por su ubicación. En 2015, de nuevo junto al partido de izquierda, llegó a la alcaldía de la capital, pero en 2017 fue expulsado por la cúpula izquierdista, señalado de violentar los principios del partido, luego de lanzarle una manzana a una concejal de su partido y de llamarla “bruja”.

Para probar suerte en las presidenciales se alió al partido de centro izquierda Cambio Democrático (CD), cancelado por incumplimiento de la Ley de Partidos Políticos salvadoreños. Tras intentar inscribir su propio partido fuera del tiempo establecido por la ley, finalmente se unió a las filas de GANA, partido formado por diputados disidentes de ARENA y cuestionado porque, según declaraciones del expresidente Saca, parte del dinero desviado de Casa Presidencial, por su administración, sirvió para su fundación.

Hasta ahora, Bukele mantiene un discurso de cero tolerancia a los políticos corruptos. Además, él y miembros de su grupo cercano han expresado que impulsarán la creación de una comisión que investigue casos o políticos ligados a la corrupción del país, tal y como lo ha solicitado Estados Unidos. Sin embargo, el partido que lo llevó a la presidencia tiene varias denuncias por corrupción y desvíos de fondos a ONG que pertenecen a la esposa de uno de sus máximos dirigentes.

Sin propuestas contra la migración de salvadoreños

Tres semanas antes de las elecciones presidenciales, Jesús, un hombre de 46 años, partía de la capital en la quinta caravana de migrantes que salió del país centroamericano. Según el salvadoreño, la falta de oportunidades y la violencia lo tenían al borde de la desesperación. El hombre está seguro que ningún político del país tiene interés en resolver los verdaderos problemas que aquejan a la población: la inseguridad y la falta de oportunidades.

“Al final no importa quién gana las elecciones porque a los políticos no les importa el pueblo. Yo tenía un taxi, pero ya no pude sacar los gastos adelante. Esa plataforma donde la gente pide taxi desde su teléfono nos vino a perjudicar a los taxistas y encima de eso, que por vivir o tener que trabajar en colonias asediadas por pandillas, nos vemos también afectados. Eso es básicamente lo que me ha motivado a dejar el país”, dijo el hombre.

Aunque las autoridades salvadoreñas no tienen el dato exacto de cuántas personas han abandonado el país en las caravanas, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Extranjería del país cree que al menos unos 2 mil salvadoreños salieron del país en las últimas cinco caravanas de los últimos meses. Sin embargo, no todos los que salieron del país han logrado llegar hasta la frontera estadounidense que colinda con Tijuana, en México.

“La verdad no importa no llegar hasta Estados Unidos. He escuchado que en México también uno puede encontrar oportunidades y que se les está dando como un permiso a los inmigrantes que están llegando en las caravanas. Entonces, si encuentro algo ahí, no voy a pensarlo dos veces en quedarme y aprovechar las oportunidades que no tengo en mi país”, dijo Jesús.

Según la ministra Liduvina Magarín, de los que lograron salir de El Salvador y cruzar Guatemala, 600 decidieron quedarse en México y ya están en el proceso de solicitar refugio en ese país. “Hasta ahora ningún salvadoreño, de los que salieron en las caravanas, ha llegado hasta Estados Unidos”, dijo la funcionaria salvadoreña.

Los datos de las autoridades reflejan también, que otros 500 salvadoreños que partieron en las caravanas retornaron al país. En la frontera entre Guatemala y El Salvador, muchos que salieron con sus hijos tuvieron que regresar a sus casas porque los menores no contaban con la documentación legal necesaria para poder cruzar la frontera. Otros, en cambio, fueron detenidos entre Guatemala y México por diferentes razones y retornados a territorio salvadoreño.

“Lo que nosotros podemos hacer por el momento con los migrantes, es persuadirlos, indicarles cuáles son los riesgos, pero respetamos la decisión, solo que necesitamos que los adultos se lleven a los niños porque los exponen a peligros”, dijo la ministra Magarín.

Del plan de gobierno que supuestamente ejecutará el nuevo presidente, se conoce poco. Desde su triunfo electoral, no ha presentado a ningún miembro que le acompañará en el gabinete presidencial y ha hablado muy poco del tema migratorio.

En el apartado “Migración y Trabajo- Política Exterior” del Plan Cuscatlán que presentó Bukele unos días antes de las elecciones, se plantea que el nuevo gobierno “promoverá la inversión de salvadoreños que viven afuera del país” y que además, se promoverá la inversión de capital extranjero para generar más empleos y desarrollo económico.

El presidente electo expresó que para poder abogar por los más de 250 mil salvadoreños afectados por la cancelación del Estatus de Protección Temporal, conocido como TPS, bajo la Administración del presidente Donald Trump, El Salvador tendrá que mejorar la “relación distante” que ha tenido con Estados Unidos en los últimos años.

La comunidad de salvadoreños beneficiarios del TPS lamenta que Bukele no haya mostrado interés durante su campaña, para acercarse a este grupo y que además, se adjudique méritos por la extensión del TPS otorgada a finales de febrero. En realidad, esta decisión fue debido a una demanda legal en contra de la cancelación del programa, presentada en una corte de California.

“Él (Bukele) dijo que iba a abogar por el TPS, que iba a hacer cabildeo por el programa, pero con nosotros nunca se reunió, nunca nos buscó”, dijo Arnoldo Díaz, de la Alianza Nacional TPS.

Bukele ha dicho también que su gobierno buscará becas para los jóvenes salvadoreños con la condición de que, una vez terminados sus estudios, estos jóvenes retornen al país para aplicar sus conocimientos en beneficios de proyectos de nación y de desarrollo social o económico.

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