En México, cazados por hablar

Eneas de TroyaAl principio de este verano, Rubén Espinosa salió del estado costeño del Golfo de México, Veracruz después de recibir amenazas de muerte. Su trabajo como fotoperiodista lo hizo enemigo del gobernador del estado, quien preside sobre uno de los lugares más peligrosos del mundo para ser reportero.

El 31 de julio, Espinosa fue encontrado golpeado y muerto a tiros en un apartamento de la Ciudad de México.

Ocho meses antes, Nadia Vera, una estudiante activista y trabajadora cultural, viendo valientemente al lente de la cámara dijo al entrevistador que si algo le pasaba, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte y su gabinete serían los responsables. También salió de Veracruz a la capital del país después de haber sufrido ataques.

En julio 31, Nadia Vera fue encontrada sexualmente abusada, torturada y asesinada, a balazos.

Tres mujeres más fueron asesinadas ese mediodía, en el normalmente tranquilo barrio de clase media alta–una joven mexicana de 18 años llamada Yesenia Quiroz, una colombiana identificada solo como “Nicole” y la trabajadora doméstica llamada Alejandra. La prensa en general se refiere al caso como “el asesinato de Rubén Espinosa y cuatro mujeres,” relegando a las víctimas con el anonimato aún en la muerte.

En una reciente demostración de periodistas y defensores de los derechos humanos, el pavor era palpable. Como comunicadores en México, estamos enfurecidos e intensamente frustrados de como tantas personas de nuestro rango han sido asesinadas, desaparecidas o censuradas sin ninguna repercusión.

Para muchos, incluyendo a mí, este crimen me llega. Por mucho tiempo, siempre que se me preguntaba si no tenía miedo de criticar abiertamente en México, yo respondía que afortunadamente la Ciudad de México es relativamente segura. Los carteles de las drogas y sus aliados del gobierno solo vigilan de cerca en áreas de más conflicto.

El homicidio quíntuple en una esquina tranquila de la ciudad destrozo ese mito–y con eso lo que sobraba de nuestro deleite. Varios días antes de su asesinato, Espinosa le dijo a amigos que un hombre se le acerco y le pregunto que si el era el fotógrafo que huyo de Veracruz. Cuando le dijo que si, el hombre le contesto, “Quiero que sepas que aquí estamos.”

Considerado un refugio, la Ciudad de México se ha convertido en un lugar de caza, en un país de riesgo para periodistas en donde con frecuencia acaban reportando sobre los brutales asesinatos de sus colegas–y preguntándose quien sigue.

Blancos

Rubén Espinosa había fotografiado movimientos sociales en el estado de Veracruz por los últimos ocho años, incluyendo protestas de periodistas sobre el asesinato de Regina Martínez en el 2012, una periodista y colega de Espinosa en la revista Proceso. Cubrió las protestas contra la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa por la policía local de Guerrero y los actos de represión por el gobierno del estado de Veracruz.

Espinosa capto una foto de primera plana del Gobernador Duarte, gordo y portando una gorra de policía, la cual apareció en la portada de Proceso a la par del encabezado: “Veracruz, Estado sin Ley.” Espinosa se dio cuenta que el gobernador estaba tan enfurecido por la foto que mando a sus agentes a obtener y destruir cuanta copia de la revista se encontraran. El reportero que mientras estaba tomando fotos del desalojo de los manifestantes, un agente del gobierno le dijo, “Más vale que dejes de tomar fotos o te va a pasar lo que a Regina.”

La Oficina del Procurador Especial por Crímenes Contra la Libertad de Expresión reconoce que 102 periodistas han muerto desde el 2000 hasta el 2014.

Sin embargo el procurador de la Ciudad de México ni siquiera menciono las amenazas contra Nadia Vera, una activista y miembro de una organización estudiantil YoSoy132, como pista de investigación sobre su asesinato. La Oficina del Alto Comisionado Para los Derechos Humanos de la ONU afirmo que Vera y las otras víctimas encontradas junto con Espinosa mostraron señales de tortura sexual. Los investigadores de la Ciudad de México anunciaron que aplicarían los protocolos de investigación por posibles feminicidios, pero no dijeron porque o confirmaron los reporte de violación y tortura sexual.

La invisibilidad de las mujeres en la prensa y los reportes oficiales han sido parcialmente compensados por los medios sociales. En las redes sociales, millones de posts y tuits colocaron a la luz las vidas de estas mujeres, y especialmente Nadia, su vida pública y activismo pasado, en un campaña improvisada que insiste que las vidas de esas mujeres también son importantes.

¿Señales de Encubrimiento?

Ahora, justo días después del comienzo de la investigación, con el país–especialmente los periodistas–titubeando por las noticias, ya existen señales de encubrimiento.

En agosto 2, el Procurador General de la Ciudad de México, Rodolfo Ríos dio una conferencia de prensa reportando sobre los avances en el caso. A pesar de que Ríos prometió continuar todas las líneas de investigación, minimizo las posibilidades de que eso pudiera ser un crimen político contra la libertad de expresión, alegando que Espinosa estaba desempleado.

Ríos también menciono que el fotoperiodista llego a la Ciudad de México buscando trabajo—un sutil intento de adelantarse a la propia versión del periodista muerto que fue forzado a salir de Veracruz debido a la constante persecución. La oficina del procurador coloco al frente que el principal motivo del crimen fue el robo, aun después del tipo de ejecución de tortura y muerte, y no ha llamado a nadie en el gobierno de Veracruz para presentar testimonio.

Estas son señales de que el gobierno capitalino puede estar tratando de avasallar la investigación, y eso ha enfurecido al público, especialmente a los periodistas. Las absurdas evidencias del procurador general de que Espinosa estaba desempleado al momento de su muerte, parece sugerir que su trabajo como periodista no era motivo, lo cual causó indignación.

En agosto 5, los investigadores anunciaron que arrestaron y estaba bajo interrogatorio un sospechoso basado a las muestras de huellas encontradas en el apartamento. A pesar de los avances aparentes, existe el temor de que el gobierno no tiene la intención de realmente investigar un crimen que puede llegar directo hasta los más poderosos miembros del partido del presidente.

El Rol de los E.U.

La participación del gobierno mexicano en el mismo crimen, o por lo menos en crear un clima que conlleve al crimen y falle en prevenirlo, de igual manera presenta graves preguntas a los políticos en E.U. La organización de vigilancia Artículo 19 reporta que cerca de la mitad de las agresiones contra periodistas fueron llevadas a cabo por agentes estatales.

Desde el 2008, el gobierno de los E.U.–por medio de la Iniciativa Mérida y de otras partes–han provisto como se ha proporcionada $3 mil millones de dólares al gobierno mexicano para la guerra contra las drogas. Este es un periodo cuando los ataques a los defensores de los derechos humanos y periodistas ha escalado, y más de 100,000 personas han sido asesinadas por criminales al igual que fuerzas de seguridad.

Una fracción de ese dinero ha sido para los mecanismos de protección que han demostrado no tener valor. En lugar de ayudar, están sirviendo para apoyar la falsa idea de que México es el bueno en la guerra contra el crimen organizado. Los casos de corrupción, complicidad, y abuso se amontonan semana por semana y han derrumbado esa promesa.

Apoyando gobiernos abusivos y fuerzas de seguridad mientras se dice que apoyan a los periodistas y defensores de los derechos humanos, siendo atacados por ellos mismos, pretendiendo ayudar a la zorra mientras arman al cazador–es simplemente prolongar la caza. Los ciudadanos mexicanos que hablan son cazados, muy seguido por su propio gobierno. Ya es hora que el gobierno de los E.U. lo reconozca y que inmediatamente suspenda la Iniciativa Mérida.

Hasta que no exista responsabilidad y justicia—y haya un fin a los asesinatos de los que hablan con la verdad sobre lo que está pasando aquí—mandar dinero de los contribuyentes americanos a las fuerzas de seguridad mexicanas es un vil engaño hacia el afecto de los mexicanos y de los más altos principios de la política extrajera de los E.U.

Laura Carlsen, Directora del CIP Programa de las American en la Ciudad de México.

Traducción en español, Elena Durán

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