Los objetivos de la visita de Barack Obama a la Argentina

Macri-Obama-1La asunción de Mauricio Macri como presidente significó un giro intenso de la política argentina en varios sentidos, incluso en el internacional. Durante los primeros cuatro meses de gestión recibió al presidente francés François Hollande, al primer ministro italiano Matteo Renzi, el presidente búlgaro Rosen Plevneliev y, la semana pasada, al propio Barack Obama. Fue la sexta visita de un presidente estadounidense en la historia de Argentina. El último había sido George Bush que tuvo que presenciar su propio fracaso; vio morir al ALCA en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005. Esta vez fue distinto. Obama llegó después de la histórica visita a Cuba y festejó: “Tomamos nota de los cambios. Con el presidente Macri, Argentina está retomando su rol tradicional de liderazgo en la región y el mundo”, dijo desde la Casa Rosada.

Las treinta y seis horas que el mandatario pasó en el país tuvieron una particularidad: además de la agenda de lucha contra el narcotráfico y terrorismo internacional que lleva consigo a todos lados, el tópico de los Derechos Humanos se coló a la fuerza en la mesa de discusión porque la fecha de la visita coincidió con el 40 aniversario del golpe cívico militar.

Ante la controversia–es de público conocimiento la intervención de Estados Unidos en las dictaduras del Cono Sur en la década del ´70–Washington prometió acelerar la desclasificación de documentos de las agencias de inteligencia. El mismo 24 de marzo, una fecha compleja para el propio Macri, los presidentes ensayaron una fuga hacia adelante visitando el Parque de la Memoria. “Se que existen polémicas por las políticas de los EEUU en esos días oscuros, eso es algo que EEUU está analizando y en lo que está trabajando”, dijo ahí Obama.

Obama y el giro geopolítico

Más allá de los gestos de ¨buena voluntad¨ relacionados con los DDHH, la visita de Obama representa un giro potente en lo geopolítico. Antes de llegar a Buenos Aires, Obama dijo en la CNN que las políticas del kirchnerismo habían sido ¨siempre anti norteamericanas” y que “recurrían a una retórica que data probablemente de los años 60 y 70 y no a la actualidad”. Mientras en 2005 Bush fracasó con el ALCA, una política iniciada por Bill Clinton que visitó el país en 1997, Obama encontró en el gobierno de Macri una nueva oportunidad. Es un gobierno que necesita favores, le resulta crucial que se desbloquee el conflicto de la deuda externa y los fondos buitres.

Pero el amor con amor se paga y así fue como la canciller argentina Susana Malcorra reconoció antes de la llegada de Obama que están sondeando las posibilidades para un Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y Estados Unidos. La inserción de Argentina en el mundo está cambiando de tono. Si el gobierno de los Kirchner fantaseaba con la incorporación argentina a los BRICS, el de Macri prefirió la cumbre de Davos al tiempo que se ausentó de las reuniones de los organismos regionales.

A fines de enero, Macri alegó que tenía fracturada una costilla y faltó a la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en Quito, pero pocos días antes, con la costilla igual de fracturada, había viajado a la reunión del Foro Económico Mundial en Suiza. Otro dato central del giro es que días antes de que el mandatario de EEUU llegará al país, Macri recibió en su despacho al presidente de la Organización de Estados Americanos, el uruguayo Luis Almagro.

La desclasificación de documentos y los DDHH

Según la encuesta de 2014 del Pew Research Center, Argentina estaba entre los países con peor imagen de los Estados Unidos: el 43 por ciento de los argentinos tenía una percepción negativa del país del norte. Al momento en que se supo que Obama llegaría en la misma fecha del 40 aniversario del golpe de estado, las críticas de los organismos de Derechos Humanos estallaron.

En aquel momento, la agenda oficial incluía una visita a la ex ESMA (un centro clandestino de detención que, durante el kirchnerismo se convirtió en un sitio de la memoria). La titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, escribió un comunicado: “El 23 y 24 de marzo, como una cachetada a la historia, a nuestros hijos, y a nosotras, las Madres, llega Barack Obama al país, invitado por otro enemigo de las Madres: Mauricio Macri”. En el documento también se refirió al Plan Cóndor. “En todos los países en donde hubo dictaduras, estuvieron dirigidas por Estados Unidos”. Y se preguntó: “¿A ese hombre vamos a recibir en la ex Esma? Tiene las manos manchadas de sangre”.

El secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, defendió la actividad: “El presidente Obama es una persona de los derechos humanos. Si él visita la ex Esma es un homenaje a las víctimas, un reconocimiento al trabajo de los organismos y a la democracia”. Pero el rechazo continuaba y días después la agenda se rediseñó. Susan Rice -asesora en Seguridad Nacional- anunció en conferencia de prensa: “Además de los más de 4 mil documentos que Estados Unidos ya liberó de ese período oscuro, el Presidente Obama, por pedido del gobierno argentino, anunciará un esfuerzo para desclasificar documentos adicionales, incluyendo, por primera vez, documentos militares y de inteligencia”.

El pedido de apertura es un reclamo histórico de los organismos de DDHH argentinos. De hecho, cuando Macri los recibió tardíamente por primera vez (recién a 70 días de asumir), se lo plantearon explícitamente. Después reiteraron el pedido formalmente, con cartas al embajador del país del Norte (Noah B. Mamet) y a Susana Malcorra. Aunque en 2002 EEUU desclasificó parcialmente 4,705 documentos del Departamento de Estado, muy pocos de ellos dan especificaciones sobre los centros clandestinos de detención, información que resulta clave para los juicios. Lo que se reclama es acceso a los memorándums del Buró de Inteligencia e Investigaciones, los informes de agencias de inteligencia del Ejército y las fuerzas de seguridad, el FBI, la CIA y la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA).

Obama llegó al país el 22 a la noche, se reunió con Macri el 23 a la mañana, dio una conferencia al mediodía y una charla con “jóvenes emprendedores” (seleccionados por la Embajada de EEUU en Argentina) que se transmitió, casi completo, en cadena nacional. Al día siguiente visitó el Parque con Macri pero sin organizaciones de DDHH. Allí hizo oficial la promesa esperada: “Voy a lanzar un esfuerzo para abrir nuevos archivos. Hemos desclasificado varios, pero por primera vez vamos a desclasificar los registros militares y de inteligencia”. Más tarde voló hacia la ciudad sureña de Bariloche, como había hecho Dwight Eisenhower en 1960 y Bill Clinton en 1997. Mientras tanto, las calles se llenaban, como cada año, de ciudadanos organizados y sueltos, que marchan a la Plaza de Mayo en repudio al golpe de estado.

En el documento oficial de la movilización, Madres de Plaza de Mayo e H.I.J.O.S se refirieron al tema: “La del 76 fue una dictadura cívico-militar. Los grupos económicos, el Gobierno de Estados Unidos, la cúpula de la Iglesia y la corporación judicial fueron la parte civil del golpe de Estado más asesino de nuestra historia, en el que las Fuerzas Armadas desplegaron algunos de los métodos de tortura más macabros del mundo”.

También criticaron la política de derechos humanos durante los primeros días del gobierno de Macri, pidieron la liberación de Milagro Sala–una dirigente de Jujuy presa desde enero–y fueron cautos respecto a las promesas. “Es obligación de todos los Estados y gobiernos aportar a la Memoria, la Verdad y la Justicia. Por eso, esperamos que se cumpla el anuncio y que finalmente podamos acceder a toda la información que tiene ese país, que fue partícipe de los delitos de lesa humanidad que se cometieron en las dictaduras de la región con el Plan Cóndor”.

La economía

En el aspecto económico, los primeros meses del gobierno de Macri fueron rudos. Tanto, que el diario Clarín, sabido enemigo del gobierno de Cristina Kirchner, tituló el 2 de abril: “Crece la pobreza y ya alcanza a uno de cada tres argentinos”. Se basaron en datos del observatorio de la Universidad Católica Argentina. Es que desde el 10 de diciembre, el flamante presidente tomó todas medidas ingratas. El aumento furioso de las tarifas de luz, gas, transporte y agua se combinaron con devaluación y una inflación galopante. Además, y en paralelo, quitó las retenciones al campo–salvo la soja, que se redujo del 35 al 5 por ciento–y eliminó impuestos a las mineras extranjeras acentuando aún más la estrategia regresiva de redistribución del ingreso.

Mientras tanto, el ministro de Economía Alfonso Prat Gay tiene una sola obsesión: acordar con los fondos buitres. En esa apuesta, el gobierno se juega entero porque es la base necesaria para que su proyecto, que supone reendeudar al país, pueda avanzar. Para lograr su misión Macri necesitó cabildeos para resquebrajar a la oposición en el congreso y así lograr que se cayeran dos leyes claves de la estrategia kirchnerista en la renegociación de la deuda externa, la ley Cerrojo y la ley de Pago Soberana. Aunque con un Congreso -a priori- opositor, finalmente el oficialismo logró con notable mayoría que ambas leyes cayeron, dándole un envión potente el ejecutivo. Como gesto de buena voluntad, horas antes de concluir la visita, el gobierno de Obama mandó un amicus curiae (amigo de la Corte) a la Cámara de Apelaciones de Nueva York apoyando la postura argentina para que se levanten las restricciones contra el país y se pueda avanzar en el acuerdo con  los holdouts.

A Obama le quedan pocos meses en la Casa Blanca y Macri sabe que dialoga con un “pato rengo”, pero le sirve para marcar agenda dentro del país y para configurar un nuevo eje con miras a la región y al mundo. Ya sea un demócrata o un republicano el próximo presidente estadounidense sabe que puede contar con Argentina para su estrategia de fortalecimiento del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Esto supondría empujar a todo el Mercosur.

También se especuló con un eventual TLC entre el bloque y EEUU, lo cual, en términos políticos, simbólicos y económicos representaría un giro potentísimo. La canciller argentina Malcorra admitió “conversaciones” con en ese sentido, aunque aclaró que la Argentina “no negocia sola”, sino dentro del Mercosur. La ministra dijo que sería “apresurado” hablar por ahora del tema, pero no descartó la opción.

Es que “un TLC lleva tiempo y preparación”, explicó. Las cláusulas del bloque establecen que de firmarse acuerdos comerciales con terceros, deben ser en conjunto. De hecho, desde hace años se trabaja en un acuerdo de este tipo entre el Mercosur y la Unión Europea que recién ahora terminaría de tomar forma. Hoy, con Brasil y una Venezuela en crisis, con Uruguay y Paraguay siempre críticos de las asimetrías y con una Argentina gobernada por Macri, la idea de un TLC no es extravagante.

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