Trump usa la pandilla MS para justificar políticas anti inmigrantes en Estados Unidos

La guerrra contra la MS declarada por el presidente Donald Trump desde antes de llegar al gobierno se ha convertido también, en una guerra contra los inmigrantes centroamericanos.

En un intento por manchar la reputación de los miles de latinos que viven en Estados Unidos y para justificar su política anti inmigrante, Trump está utilizando ahora el miedo que genera la Mara Salvatrucha.

Desde su campaña, antes de las elecciones, Trump prometió a sus seguidores “aniquilar y deportar” a todos los miembros de la pandilla y también a los inmigrantes indocumentados. Un año después de haber llegado a la Casa Blanca, el presidente mantiene su discurso de cero tolerancia y además con sus políticas ha evidenciado aún más su rechazo a la comunidad inmigrante.

“Se han utilizado casos extraordinarios que sucedieron en Long Island y se ha generalizado para que la imagen del extranjero latino se perciba como una amenaza. Trump ocupa esto para decir que los miembros de la MS no son niños y para justificar la decisión de ponerle fin a los programas Menores no Acompañados, DACA y TPS”, dijo Oscar Chacón, director de Alianza Americas.

En sus últimos discursos, Trump ha intentado relacionar algunos crímenes cometidos por pandilleros con los inmigrantes indocumentados en general. Durante su discurso del Estado de Unión, el presidente relacionó un crimen en particular con las políticas migratorias del país:

“Esta noche le pido al Congreso que cierre los vacíos técnicos que permiten que la MS-13 ingrese a nuestro país. Muchos de estos miembros de la pandilla han aprovechado esos vacíos que hay en nuestras leyes para entrar al país como menores no acompañados y terminan en las escuelas, como en la que estudiaban Kayla Cuevas y Nissa Mickens”, dijo Trump en su discurso el 31 de enero.

Cuevas y Nickens fueron asesinadas en noviembre de 2016, en Long Island, New York, por miembros de la MS-13 que asistían a la misma escuela. De los nueve detenidos por este crimen solo dos entraron a Estados Unidos de forma irregular y mantenían el estatus de indocumentados.

De acuerdo a cifras del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), en 2016 este organismo arrestó a 1,095 supuestos miembros y colaboradores de la MS. Sin embargo, solo 162 de los detenidos eran inmigrantes indocumentados, el resto, 933 eran ciudadanos estadounidenses.

“Los que estamos bajo el programa TPS y DACA somos los inmigrantes más chequeados. Cada año revisan nuestros records, tienen nuestras huellas digitales en todos los documentos y nos sometemos a controles rigurosos de seguridad para poder renovar nuestros permisos. El presidente no puede decir que todos somos delincuentes”, dijo Cecilia Martínez, de la Alianza Nacional TPS al Programa de las Américas.

Los crímenes de la MS se han convertido en la excusa perfecta que Trump utiliza para atacar a la comunidad inmigrante, para justificar deportaciones, redadas, para cancelar programas de beneficio a inmigrantes centroamericanos y hasta para negociar la construcción del muro que tanto ansía levantar.

El cónsul de El Salvador en Long Island, Miguel Alas, dijo al Programa de las Americas que de todas las solicitudes de asistencia legal que reciben en el consulado solo el 5% de estos casos están relacionados con delitos cometidos por pandilleros o con actividades de pandillas. Explica que la mayoría de los problemas tienen que ver con casos de violencia intrafamiliar y conducir bajo los efectos del alcohol.

La policía del condado de Suffolk, Long Island, responsabiliza a la MS de 19 asesinatos cometidos entre 2013 y 2016. Pero además de esos crímenes, las autoridades todavía buscan a un asesino en serie que mató a diez mujeres en la misma zona.

La pandilla es otra excusa que Trump utiliza para negarse a resolver la situación de unos 100 mil Dreamers y otros 300 mil beneficiados del TPS, programas que fueron cancelados por el presidente estadounidense en septiembre de 2016 y en enero de 2018. El TPS otorgaba un amparo legal y permisos de trabajo a más de 200 mil salvadoreños y ahora todos ellos corren el riesgo de ser deportados.

Las víctimas por la violencia atribuidas a la MS eran en su mayoría jóvenes latinos recién llegados a Estados Unidos y los crímenes ocurrieron en la zona donde residen, en su mayoría, familias latinas y no familias blancas. Este dato también ha sido obviado por el presidente en sus discursos.

“En este ambiente anti inmigrante es muy fácil atacar a los inmigrantes indocumentados con la retórica de atacar al crimen. Después del fracaso de campañas de cero tolerancia y de una tregua que en El Salvador logró la reducción de homicidios, Estados Unidos optó por nombrar a la pandilla callejera como una organización criminal transnacional y ahora el gobierno de Trump ha elevado el nombre de la pandilla como ninguna otra en su historia con la retórica de que todos son inmigrantes criminales”, dijo Alex Sánchez, director de Homies Unidos, organización que ayuda a jóvenes en riesgo en Los Angeles, California.

En el último informe sobre pandillas y violencia en El Salvador elaborado por International Crisis Group, se detalla que durante los últimos 15 años los gobiernos salvadoreños han concentrado sus políticas de mano dura como una respuesta popular a las campañas electorales y no como una solución al problema de violencia en el país.

“A medida que se disparó la violencia en 2014 tras la desintegración de una tregua con las pandillas, las medidas extremas de reclusión penitenciaria y las redadas policiales han vuelto a ser los métodos predominantes para frenar la amenaza criminal y en paralelo, las acusaciones de brutalidad policial y ejecuciones extrajudiciales se han multiplicado”, apunta el informe.

La postura anti inmigrante del presidente y el discurso del miedo utilizando como principal recurso a la MS, también ha sido aprovechada por otros republicanos. En noviembre del año pasado, la campaña del republicano Jacks Martins, que corría por el condado de Nassau, en New York, causó indignación.  

Los residentes del condado señalaron que Martins envió afiches a sus casas, que contenían fotografías de pandilleros, no inmigrantes, recluidos en cárceles de El Salvador, en los que acusaba a la candidata demócrata, Laura Curran, de adoptar una postura a favor de la MS y de “los inmigrantes ilegales”.

“La MS se ha convertido en un producto rentable para Trump. Aquí (en Estados Unidos) algunos se creen que todos los jóvenes salvadoreños son pandilleros. El problema va más allá, los jóvenes son perseguidos también en este país por la MS y por las autoridades. Muchos de esos jóvenes que lograron reunirse con sus familias en este país vienen huyendo porque en sus países también son perseguidos”, dice Omar Henríquez, de la Alianza Nacional TPS, de New York.

La MS nació en Estados Unidos

En la década de los 80s miles de salvadoreños partieron hacia Estados Unidos huyendo de la guerra civil que se libraba en El Salvador, guerra en la que el gobierno de Ronald Reagan apoyó con fondos y estrategias al ejército salvadoreño y los grupos de extrema derecha.

Las familias de refugiados salvadoreños que llegaron a tierras estadounidenses se establecieron al sur de Los Angeles, en California, en áreas que entonces eran dominadas por pandillas mexicanas.

Como sucede aún, los jóvenes salvadoreños, en su mayoría adolescentes, que llegaron a Estados Unidos eran acosados y atacados por los miembros de estas pandillas que ya tenían marcado su territorio y para defenderse de los ataques, los salvadoreños decidieron formar su propio grupo: la Mara Salvatrucha.

“Cuando muchos salvadoreños llegamos a Estados Unidos por la guerra, nos vimos en la necesidad de unirnos como grupo, porque nos atacaban, nos golpeaban a veces sin razones. Antes la razón era esa, la defendernos entre nosotros de los otros grupos raciales que ya estaban establecidos en las calles”, dice Jonathan, un pandillero salvadoreño retirado que vivió gran parte de su vida como miembro del Barrio 18 en New York.

La palabra mara para los salvadoreños significa grupo de jóvenes y Salvatrucha es una forma en que se refería también a las personas de ese país. Con el tiempo se incorporaron otros jóvenes que llegaban a Estados Unidos desde Guatemala y Honduras y que también eran acosados por pandilleros.

Poco a poco la nueva pandilla pasó de la defensa personal a los crímenes violentos y se involucró además con el narcotráfico. Al terminar la guerra en El Salvador, Estados Unidos, bajo el mandato presidencial de George H. W. Bush, deportó a cientos de salvadoreños que habían cometido delitos, entre ellos miembros de la MS.

“Algunos pandilleros empezaron a involucrarse en la venta de drogas, se relacionaron con otros grupos que tenían ya una organización criminal bien definida y junto a eso se empezó a pelear con las otras pandillas para el control del territorio, de las calles. Ahí fue cuando algunos empezaron a caer, fueron detenidos y los que no tenían papeles fueron deportados”, dice Jonathan.

El ambiente post guerra y sin planes de programas de reinserción para excombatientes en El Salvador, los deportados que ya militaban en las pandillas encontraron el semillero perfecto para establecer el nacimiento y crecimiento de los grupos pandilleriles que además mantendrían sus conexiones con los miembros que se quedaron en Estados Unidos.

Mientras tanto, en Los Angeles, los miembros de la MS hicieron una alianza con la Mafia Mexicana y adoptaron el nombre de MS-13 (la letra M ocupa la posición número 13 en el alfabeto y fue el símbolo con el que la pandilla le rendía su tributo a la Mafia Mexicana). Algunos de los pandilleros que fueron deportados regresaron a Estados Unidos de forma ilegal y otros se quedaban en Centro América expandiendo la marca.

“Las cosas empezaron a cambiar porque muchos pandilleros vieron la forma de hacer dinero fácil y eso sigue ahora. Cuando algunos se aliaron con otros grupos lo hicieron por el dinero, por la reputación, por las drogas y ahora los jóvenes lo hacen por la misma razón el dinero fácil y las drogas. Pero además muchos al principio pensamos que la pandilla da un estatus y que la gente nos respeta”, dijo Jonathan, el pandillero.

Tanto en Estados Unidos como en El Salvador, los pandilleros reclutaban, acosaban a jóvenes para la pandilla y extendían sus alianzas con el narcotráfico en la región. En cada región la MS forma clicas para operar por sectores y estos grupos por lo general mantienen comunicación entre sí.

“Las clicas decidieron individualmente qué hacer. Algunos pandilleros se metieron en los cárteles de droga, pero no representaba a la pandilla. Han habido grupos que dentro de la pandilla se metieron con el crimen organizado, pero eso no representaba a la pandilla y ahora los jóvenes se meten a la pandilla porque no les importa vivir, porque se sienten amenazados y forzados por la violencia”, explica Alex Sánchez, de Homies Unidos.

Los últimos cuatro gobiernos salvadoreños decidieron enfrentar el problema de las pandillas con represión; esto, sumado a la falta de oportunidades y la inexistencia de programas de prevención de violencia se volvió la mejor fórmula para que las pandilleras crecieran y se expandieron, hasta convertirse en un gran problema para El Salvador, Honduras y Guatemala.

“Tras 15 años de políticas represivas de seguridad fallida, El Salvador sigue en el centro de la confrontación. La combinación de estas políticas de mano dura y el enfoque del gobierno estadounidense sobre migración podría deteriorar más la situación de seguridad de ese país. Pues, la deportación masiva de Estados Unidos a finales de los 90, supuso la exportación del fenómeno pandilleril a El Salvador que contribuyó al vertiginoso crecimiento de la MS 13 y su principal rival el Barrio 18”, señala el informe de International Crisis Group.

La MS no es la única pandilla en Estados Unidos

Trump también ha olvidado mencionar en sus discursos que la MS no es la única pandilla en Estados Unidos.

De acuerdo a datos del Buró Federal de Investigaciones, conocido por sus siglas en inglés como FBI, hay por lo menos tres pandillas callejeras más grandes, por su cantidad de miembros y por sus crímenes, que la MS.

Según las cifras del FBI, la MS tiene en Estados Unidos unos diez mil miembros; mientras que el Barrio 18 tiene 33 mil miembros activos y es responsable de al menos un robo al día en varias ciudades de la nación americana. Además, los Creeps tienen 25 mil miembros y los Bloods, formada por afroamericanos, tiene entre 20 y 25 mil miembros en todo el país.

“La MS no es el único grupo violento en el país. Lo que pasa es que como el presidente la está utilizando, el nombre de la pandilla está en todos lados, en los noticias, en la política… porque todo esto es en contra de los inmigrantes”, dice, Jonathan.

En la lista de pandillas peligrosas que mantiene el FBI aún se encuentra la Mafia Mexicana y su afiliada pandilla conocida como Los Sureños, con unos 30 mil miembros que operan principalmente en California, Arizona, Texas y Florida. Recientemente se ha agregado a la lista la pandilla Los Aztecas, que se dedica -según las autoridades- al tráfico de armas entre Estados Unidos y México.

Las autoridades y activistas civiles de algunos condados de Virginia y de Long Island, donde se concentra la mayoría de los crímenes y miembros de la MS, consideran que esta pandilla no es un problema de seguridad nacional, sino de estrategias de prevención y atención a jóvenes a nivel local.

“El problema de las pandillas es un problema local, un problema que exige que las comunidades latinas, los padres, las escuelas y la misma policía se involucre en la prevención con los jóvenes. El problema de las pandillas no es algo de seguridad nacional, es algo local al que debemos responder con programas de atención a los jóvenes y de prevención de violencia”, dijo Aby Lino, de Latino Justice and Boys to Men, organizaciones civiles que trabajan  en las comunidades y escuelas de Long Island.

“Lo que ha hecho el presidente Trump ahora es darle un poder y una notoriedad a la MS que no tiene. La MS no ha podido salir o crecer afuera de Long Island porque además de tener al gobierno y a la policía como enemigo, también tiene a las otras pandillas. Nadie quiere a la MS y las pandillas en Estados Unidos, no son lo que son en El Salvador. Aquí las autoridades persiguen y arrestan. En nuestros países es diferente”, dice Jonathan.

Según Jonathan, en El Salvador las leyes son más benevolentes con algunos delitos y permiten que los pandilleros queden libres al poco tiempo de ser detenidos, mientras que en Estados Unidos cuando un pandillero es detenido es casi inmediatamente condenado por los crímenes que se le acusan.

Criminalización de menores y víctimas

La MS no es solo el instrumento para atacar a Dreamers, beneficiarios del TPS e inmigrantes centroamericanos. Trump también ha relacionado con este grupo a los menores no acompañados, niños y jóvenes que llegaron a Estados Unidos en los últimos siete años huyendo de la violencia que viven los países del Triángulo del Norte.

El programa Menores no Acompañados, creado por la administración de Barack Obama como una manera de garantizar los derechos de los niños y niñas migrantes menores de 18 años en 2014  y cancelado en agosto del año pasado por Trump para los niños salvadoreños y guatemaltecos, permitía que inmigrantes legales pudieran solicitar refugio para sus hijos que se encontraban en situación vulnerable por la violencia y las pandillas en Guatemala, El Salvador y Honduras.  

“Los jóvenes centroamericanos recién llegados bajo este programa no son pandilleros. Son jóvenes buscando refugio de la persecución de las maras y de la brutalidad policial. Se están cometiendo los mismos errores del pasado y se debe reconocer como comunidad que los jóvenes no acompañados vienen traumados por la violencia”, agrega Alex Sánchez, director de Homies Unidos.  

La decisión de iniciar este programa se dio luego que el gobierno de Obama reconociera una nueva crisis migratoria en 2014 con la detención en las fronteras terrestres de Estados Unidos de más 65 mil menores de edad que viajaban solos desde sus países para buscar asilo.

“Legalmente esta era la protección de estos niños bajo la Ley de Protección a víctimas y entonces se excluyó a los niños mexicanos. Ahora Trump está elevando el ataque a estos niños y el fondo no es eliminar la Ley de Protección a Víctimas, sino excluir a los niños centroamericanos bajo la excusa de que son miembros de pandillas”, dijo Chacón, de Alianza Americas.

El verdadero rostro de los inmigrantes

El discurso del presidente, su uso de la MS contra los inmigrantes y la cancelación de programas como DACA y TPS, obligó a los afectados a salir de las sombras y a romper el silencio. Activistas y los mismos inmigrantes empezaron a mediados de 2017 una cruzada para “poner en el Senado el verdadero rostro de los inmigrantes”.

“Nos empezamos a preguntar por qué tanto ataque contra los inmigrantes, por qué tanto ataque contra los salvadoreños… y de ahí empezamos a hacer nuestro trabajo para que los senadores conocieron el verdadero rostro y todo el aporte que hemos dado los inmigrantes centroamericanos a este país. Muchos no sabían quiénes son los Dreamers, quienes son los tepesianos y ahora ya lo saben, los inmigrantes no somos delincuentes, no somos pandilleros, somos personas que hemos aportado con impuestos, con trabajo y con sudor a la economía y al desarrollo de Estados Unidos”, dice Cecilia Martínez, coordinadora de la Alianza Nacional TPS para Long Island, en New York.

Desde agosto del año pasado, este grupo de inmigrantes, en su mayoría salvadoreños, junto a otros grupos de activistas se han dado a la tarea de realizar cabildeos en varias oficinas del Senado en Washington DC para pedir apoyo y para contrarrestar la imagen negativa que Trump ha querido construir contra los inmigrantes latinos.

Hasta febrero de 2017 han realizado 120 reuniones para informar a lo políticos locales y a nivel del Senado. Martínez, dice que el objetivo del grupo es lograr que los senadores entiendan la importancia que representan los inmigrantes para Estados Unidos y que por ello se promueva una reforma que les permita obtener la residencia permanente que merecen por derecho.

“Todo este discurso anti inmigrante y discurso del miedo están permitiendo que se arme el andamiaje perfecto para que haya persecuciones contra latinos y hasta ejecuciones de latinos por la policía. Cuando tenemos a un fiscal como Sessions que llega a Long Island a hablar sobre pandillas y aconsejando al presidente para que se ataque a los latinos, nos estamos encaminando a un ciclo de violencia que en unos cinco años veremos los resultados negativos”, explica Chacón, de Alianza Americas, ante la postura anti inmigrante del gobierno.

Muchos ya reconocen la importancia del trabajo de los inmigrantes y buscan la forma de apoyar en la causa para proteger a sus trabajadores en caso de que hayan redadas o persecuciones. En Long Island cerca de 27 negocios, pequeñas empresas están trabajando para informar y educar a sus empleados sobre sus derechos.

Organizaciones de empleados de diferentes rubros a los que se les conoce como “Uniones Santuarios” se encargan de realizar jornadas de información para sus compañeros ante una posible redada de ICE.

Cecilia Martínez, de la Alianza Nacional TPS, dice que además del cabildeo que realizan con senadores, realizan jornadas informativas en el Consulado salvadoreño no solo para sus compatriotas, sino también para el resto de los afectados por la cancelación del TPS, que son originarios de Honduras y Haití.

“Estamos organizando más jornadas de información. Nosotros enlazamos con otros grupos como este (Sanctuary Union) para poder llevar la información a todos los que la necesitan porque en este momento lo más importante es que estemos informados”, dijo Martínez.

Los inmigrantes amparados al TPS aseguran que continuarán su trabajo para contrarrestar el discurso que maneja el presidente Trump para dañar su imagen y que además no descansarán hasta lograr que el Senado busque una alternativa para concederles la residencia permanente.

En cuanto a los dreamers, Trump dio al Senado como fecha límite el 5 de marzo para que presente un plan de ajuste a la situación de los amparados por el programa DACA. Sin embargo, las propuestas aun no avanzan porque el presidente insiste en negociar la situación de los dreamers por los fondos para la construcción del muro en la frontera sur de Estados Unidos.

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