Sale la “Caravana Contra el Miedo” para los derechos de los migrantes

El Edificio Federal se cierne sobre sus cabezas como una amenaza mientras los manifestantes se reúnen. Las políticas de Washington los han traído aquí a Sacramento, para presionar al gobierno del estado de California con el fin de proteger a sus ciudadanos y comunidades de las órdenes anti-inmigrantes del 45° presidente.

Y California es solo la primera parada. Sindicalistas, migrantes, funcionarios del gobierno y dirigentes sociales -las categorías suelen superponerse- cantan y marchan frente al centro de poder estatal antes de acercarse al micrófono para contar sus historias y hacer sus promesas. Sus camisetas traen una gráfica con las letras “Caravana contra el miedo” con las fechas de abril y un gráfico de una niña con sus brazos aiertos en un gesto que da la bienvenida, su cara viendo hacia arriba con esperanza.

Es el lanzamiento de una caravana inusual para tiempos inusuales. Un letrero dice “Somos el pueblo. Respeta nuestra humanidad. ¿Desde cuándo los residentes de una democracia avanzada tienen que abogar por el respeto de su humanidad?

Al parecer, desde la elección de Donald Trump. Aunque las deportaciones y el temor existieron antes, desde noviembre de 2016 y las órdenes de la administración Trump de arrestar, detener y deportar hasta 3 millones de trabajadores indocumentados, la atmósfera se ha vuelto mucho más desagradable. En esta “América”, incluso los migrantes autorizados pueden ser blancos, las familias se esconden en sus casas, la policía es reasignada para cazar a personas migrantes en lugar de a los criminales, y el muro en la frontera se ha convertido en el signo visible de la construcción mucho más peligrosa e insidiosa de paredes dentro de los corazones y mentes de los ciudadanos estadounidenses.

“Yo nací aquí, pero siempre he vivido con miedo porque mis padres siempre vivían con miedo”, dijo Melissa Santos a la multitud. Ella describió años de ser instruida para no contestar la puerta y en que tenían miedo de salir al supermerado debido a la posibilidad de que sus padres indocumentados pudieran ser deportados. Su madre sufrió violencia doméstica durante la mayor parte de la infancia de Melissa y no pudo llamar a la policía. Con todo lo difícil de crecer en este ambiente de miedo y violencia, ella cree que la nación se encamina hacia épocas aún peores.

“Desde que Trump ganó las elecciones, los inmigrantes se convirtieron en blancos de cacería, y ahora están más restringidos porque no pueden llamar a la policía”, dijo a los y las miembros de la caravana y otras personas reunidas en Modesto, California, la segunda parada de la caravana. Uno tras otro, los oradores describieron comunidades encerradas en el miedo y familias paralizadas por la incertidumbre de cómo y cuándo sus vidas podrían ser permanentemente interrumpidas.

“Vivir en las sombras”, el ex presidente Obama lo llamó, y al final, hizo muy poco para remediar la situación. Con la llegada de Donald Trump, las sombras se oscurecieron más y para millones de personas, incluyendo muchos de los que asistieron a las manifestaciones de la caravana, llevar a cabo las tareas de la vida cotidiana implica correr el riesgo de ser separado de sus seres queridos, amigos, trabajos y hogares.

“Valores de California”, resistencia de California

Trabajadores de la Unión Internacional de Empleados de Servicio (SEIU), inmigrantes y organizaciones de derechos humanos en estados fronterizos organizaron la caravana para enfrentar este temor creciente y sumar acciones de resistencia. En gran parte como resultado de su presión, el estado de California está tomando un papel prominente en confrontar la visión de Trump de una nación entregada a las manos de una élite blanca, masculina y multimillonaria.

Como la sexta economía más grande del mundo si fuera considerado un país separado (algo que se ha propuesto seriamente desde la elección de Trump), California tiene el músculo económico para trazar su propio curso. Como el estado que acoge a más inmigrantes que cualquier otro, California y muchos de sus representantes electos han tomado una posición contra las políticas de deportación y anti-obrero de un presidente que no eligieron.

El objetivo principal ahora es la aprobación de la Ley 54 del Senado. SB54 es una propuesta para hacer que todo el estado sea un “estado santuario”. Aunque existen leyes relacionadas y los municipios han adoptado medidas similares, esta sería la primera declaración estatal en los libros. Obliga a la policía para que actúe como agentes policiacos y no como agentes de migración, y destierra las operaciones del ICE, proporcionando socorro a las familias inmigrantes que temen que puedan ser atrapadas en cualquier momento.

“California ha tenido mucho éxito”, señaló el senador Richard Pan, partidario del proyecto de ley. “Otros estados y otros países quieren emular lo que estamos haciendo, y parte de eso es el abrazo a nuestra diversidad. Tenemos muchos inmigrantes que han venido a California y contribuido vitalmente a nuestra cultura, nuestra economía y al vibrante lugar que llamamos California. Por lo tanto, cuando alguien intenta inyectar miedo, desconfianza y división, eso es contrario a lo que creemos aquí y lo que debemos creer en los Estados Unidos”.

“Lo que hacemos aquí en California va a tener un efecto en el resto del país”, destacó el presidente de SEIU-USWW, David Huerta, a una multitud animada.

La SB54 también se conoce como el proyecto de ley de Valores de California y esa es la verdadera batalla aquí. Aunque Estados Unidos tiene una vena profunda de racismo a lo largo de su historia, expulsar formalmente a los inmigrantes ha ocurrido sólo brevemente y esporádicamente en el pasado. Hacer que una parte de una nueva visión de “Make America Great Again” se ejecuta en contra de la realidad cotidiana de lo que realmente hace que América sea grande. Se laceran familias y comunidades enteras.

En la época del racismo abierto, la alegre diversidad de la manifestación es en sí misma desafiante. Los signos reflejan las demandas del movimiento: “ICE fuera de California”, “Familias unidas para proteger a los inmigrantes y refugiados”, “Juntos somos imparables”, “#HereToStay”, “Bienvenidos los inmigrantes”, “No Ban, No Wall” El canto que marcó la marcha del 21 de enero en Washington: “¡Esto es lo que parece la democracia!” Otro lo modifica: “¡Esto es lo que parecen los valores de California!”

El viaje a la frontera de la Caravana

La caravana contra el miedo es un esfuerzo conjunto de unas 230 organizaciones. La ruta serpentea a través de California y luego se establece a lo largo de la frontera, al igual que la administración Trump pide las primeras ofertas de varios millones de dólares para construir más muro, y avanza en los planes para reforzar medidas anti-inmigración disfrazada de seguridad nacional.

Después de la demostración en el edificio federal de Sacramento, unas 60 personas cargaron en furgonetas blancas con eslóganes y hashtags pintados en sus costados. Los autobuses se dirigieron a la siguiente parada en Modesto donde se reunieron con miembros de la Asamblea estatal.

De vuelta en el camino, los walkie-talkies mantienen las furgonetas en línea -nadie está autorizado a adelantarse o quedarse detrás. En una reunión de la comunidad en Stockton, la caravana y los miembros de la comunidad relacionan las experiencias que siguen un hilo común: comienzan con la injusticia y terminan con el empoderamiento.

La noche es un breve descanso en un piso duro, pero nadie se queja. Más de 1.000 millas se encuentran por delante, y tantas historias. El miedo es una herramienta de control de autócratas y racistas, y la administración Trump lo sabe. Pero para funcionar, requiere el consentimiento del que teme.

El mensaje de la Caravana es sencillo: romper el miedo al salir de las sombras, no retroceder un paso más. Y a la luz del día, podemos vernos, unirnos y luchar.

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