Cumbre CELAC-Unión Europea: América Latina y el Caribe rechazan amistad condicionada

La Cumbre presidencial realizada entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) y la Unión Europea (UE) los días 17 y 18 de julio, en Bruselas ha sido un gesto político importante dado que no se reunían desde hacía ocho años, pero mostró lo distanciadas que están ambas regiones. 

Además de los temas de fácil y rápido consenso que culminaron con una declaración de 41 puntos, la UE tenía como prioridad buscar un alineamiento de América Latina y el Caribe con la postura europea de condena tajante a Rusia en la guerra con Ucrania; señalar a los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela por déficits en sus sistemas democráticos y lanzar una propuesta de inversiones en la región que contrarreste la presencia de China. 

CELAC rechaza presiones para tomar posición en Ucrania

La miopía para ver las diferentes posiciones políticas en nuestra región explica que el Consejo Europeo, organizador del evento, haya barajado la idea de invitar a Volodimir Zelensky a la Cumbre UE-CELAC, de la cual tuvo que retractarse no solo por el rechazo de los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, sino también por los de Brasil y Bolivia, entre otros. 

Con su alineamiento automático con la postura militarista de Estados Unidos en la guerra en Ucrania, los europeos han roto sus vínculos con Rusia, un país que forma parte de su entorno geográfico y cultural, y que les proveyó gas natural, aun en tiempos de la guerra fría, lo que contribuyó a su proceso de industrialización de la postguerra.

La reciente Cumbre de la OTAN, así como la del Grupo de los Siete (los más ricos del mundo) recibieron a Zelensky con vítores. La promoción de la figura de Zelensky por parte de los aliados recuerda a algo similar a la ovación que tuvo Juan Guaidó, en el Congreso de Estados Unidos en ocasión del discurso del expresidente Trump sobre el estado de la Unión en febrero de 2020. Todavía resuenan las palabras del expresidente Donald Trump cuando, dirigiéndose a éste le dijo: “Aquí, esta noche, se encuentra un hombre muy valiente que lleva consigo las esperanzas, los sueños y las aspiraciones de todos los venezolanos. Uniéndose a nosotros entre los presentes está el verdadero y legítimo presidente de Venezuela, Juan Guaidó.” 

Como se recordará, Guaidó se había autoproclamado presidente interino de Venezuela un año antes y el gobierno de Estados Unidos no solo le armó un set de Embajadas en más de 50 países y organismos internacionales, sino que configuró el hoy extinto Grupo de Lima desde donde se alentó a los militares venezolanos a que lo reconocieran y destituyeran a Maduro. Hoy la farsa ha caído y la derecha venezolana tomó la decisión formalmente de cesar a Guaidó y su “gobierno interino” que nunca gobernó. Asimismo, los países miembros del Grupo de Lima fueron retirándose de ese foro.

Estados Unidos y la Unión Europea invitan al presidente ucraniano a cuanta reunión realizan y presionan a que otros organismos extra regionales también lo hagan. Pero la CELAC rechazó la propuesta de invitarlo a pesar de que la mayoría de sus gobiernos han aprobado las resoluciones de condena a la invasión de Rusia a Ucrania. Varios países de la CELAC, entre ellos México y Brasil han participado activamente en los esfuerzos para lograr una solución diplomática a la guerra en ese país puesto que ven agresiones de ambos lados.  

La invasión de Rusia a Ucrania es un tema complejo en el que el agresor estaba siendo empujado contra la pared por la OTAN. Poco se habla de las reiteradas misivas que el presidente ruso envío a su par estadounidense advirtiéndole que no cruzaran los límites de lo que era considerada su seguridad interna y exigiendo que desistieran de intentar que Ucrania fuera parte de esa alianza militar. Acertadamente, salvo Colombia en tiempos de Iván Duque, ningún país de nuestra región se ha plegado a sanciones comerciales o económicas contra Rusia. Si bien el comercio con ese país representa un porcentaje reducido para la mayoría, su composición, fundamentalmente urea, es clave para varios. 

Así, a pesar de las presiones que se iniciaron por intentar imponer la presencia del presidente ucraniano en la Cumbre, la declaración final condena la guerra en Ucrania, pero no menciona a Rusia. En el punto 15 de la misma, solo se expresa profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania, que sigue causando un inmenso sufrimiento humano y está agravando debilidades ya existentes en la economía mundial, limitando el crecimiento, aumentando la inflación, perturbando las cadenas de suministro, incrementando la inseguridad energética y alimentaria e intensificando los riesgos para la estabilidad financiera. En este sentido, expresaron la necesidad de una paz justa y sostenible en consonancia con la Carta de las Naciones Unidas. 

Lecciones no aprendidas

Europa tampoco ha aprendido sobre cómo se procesan las diferencias políticas en la región. En la IX Cumbre de las Américas realizada en Los Ángeles en junio del año pasado, los anfitriones estadounidenses decidieron no invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Ello generó la inasistencia de los presidentes de varios países caribeños, además del de Bolivia, México y Honduras, entre otros. Además, varios de los que sí lo hicieron, como Alberto Fernández, en particular, expresaron severas críticas a esa actitud, así como a la inoperancia de la OEA. Otros manifestaron su disconformidad al manifestar que, si bien eran criticables aspectos políticos en esos países, estos debían ser abordados precisamente en esos eventos.

Poco antes de la Cumbre UE-CELAC el Parlamento Europeo aprobó una resolución que le reclama al Consejo Europeo, principal órgano de decisión de la UE, condenar públicamente al gobierno de Cuba, intensificar el apoyo a los representantes de la sociedad civil opuestas al gobierno e imponer sanciones a los responsables de las violaciones de los derechos humanos en Cuba, empezando por el presidente Miguel Díaz-Canel. La resolución, poco antes de las elecciones en España y antes de la reunión con la CELAC, fue poco más que imprudente.

Finalmente, el resultado de la reunión con la CELAC fue contrario a los objetivos del Parlamento Europeo. En la declaración final, los jefes de Estado suscribieron un párrafo en el que dieron un fuerte respaldo a Cuba al exigir el fin al embargo económico, comercial y financiero impuesto contra ese país. Asimismo, rechazaron la reciente designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo (de Estados Unidos) y su mantenimiento en dicha lista, hecho que está produciendo obstáculos a las transacciones financieras internacionales con la isla.

La sombra de China

Europa  se ha plegado a Estados Unidos en calificar a China como un peligro para la seguridad mundial y los valores democráticos, tal como fue definido en la Cumbre de la OTAN realizada en Madrid en junio del año pasado, en el marco de lo que entonces se estableció como un nuevo concepto estratégico. Esto, a pesar de que el país asiático representa para muchos países europeos un mercado fundamental para sus exportaciones e inversiones. Los 33 países miembros de la CELAC mantienen, en cambio, intensas relaciones económicas y de cooperación con China. En efecto, más de veinte en la región han suscrito el Acuerdo de la Franja y la Ruta de la Seda que contempla el financiamiento de infraestructura física y digital, entre otros rubros, a nivel mundial.

Para contrarrestar ese avance, Donald Trump había propuesto la iniciativa “América Crece”, que también contempla créditos para la infraestructura de la región (a cambio de no adquirir la tecnología digital 5G de Huawei producidos en China). Ésta fue reemplazada por “La Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas” que Biden lanzó en la citada Cumbre de Los Ángeles, con el mismo fin y precario financiamiento. 

Europa no se quiere quedar atrás, pues pelea con China el primer lugar como inversor extranjero en la región y es el tercer socio comercial de América Latina. Inicialmente, bajo la presidencia francesa del Consejo europeo, se lanzó la iniciativa Global Gateway a fines de 2021, con el objetivo de contribuir al desarrollo de los países socios de la UE, en particular del continente africano, a través de la movilización de capitales privados con el fin de impulsar la transición digital, energética y ecológica. 

La estrategia contemplaba poner a disposición 300 mil millones de euros hasta 2027 para apoyar la financiación de infraestructuras sostenibles. De ese total, África, donde la presencia China es fuerte, se beneficiaría con la mitad, es decir con 150 mil millones de dólares. El resto se destinaría a los Balcanes Occidentales, Ucrania, algunos países de Asia y América Latina y el Caribe.

En efecto, durante la reciente Cumbre de jefes de estado UE-CELAC se estableció una nueva agenda de inversiones de 45 mil millones de euros hasta el 2027 para los sectores mencionados, como parte de la iniciativa Global Gateway. La CAF y España organizarán en septiembre la primera reunión de ministros de Finanzas de la UE y la CELAC, con el fin de definir proyectos de inversión en todos los países de la región para impulsar dichos sectores, además de instrumentar formas más estratégicas y sostenibles de aprovechar los recursos naturales. 

El presidente ejecutivo de la CAF, Sergio Díaz-Granados, ha dicho que América Latina y Europa son un producto común de la historia y que nuestra región tiene mucho para aportar al presente y futuro de Europa. En este escenario de reordenamiento del poder hegemónico mundial, América Latina y el Caribe solo se debe obediencia a sí misma. La reciente Cumbre UE-CELAC ha dado señales de posiciones más autónomas.  

 

Ariela Ruiz Caro es economista con maestría en procesos de integración económica por la Universidad de Buenos Aires, y consultora internacional en la CEPAL, Sistema Económico Latinoamericano (SELA), Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL), entre otros. Ha sido funcionaria de la Comunidad Andina, asesora de la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR  y Agregada Económica de la Embajada de Perú en Argentina. Es analista del Programa de las Américas para la región andina/cono sur.

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