El dilema de México, ¿una democracia real?

Manifestación en la Ciudad de México para el sufragio efectivo

Las campañas presidenciales han llegado a su fin y México se encamina a la recta final en la lucha por ejercer la democracia y elegir al que será el próximo presidente de la República.

La opinión pública ha hecho general que solo hay dos caminos a elegir. El encabezado por Enrique Peña Nieto candidato del PRI que para muchos representa el regreso de la estabilidad no encontrada en la alternancia política y para otros un retroceso a una vida de infamias y autoritarismo demostrada y probada en 70 años previos en el poder.

Por otro lado está Andrés Manuel López Obrador candidato de las izquierdas, que representa el cambio de un modelo de gobierno fallido, no obstante,  para otros representa un “peligro para el país”, una versión generado en la opinión pública por los medios de comunicación. También esta, Josefina Vázquez Mota aspirante a la presidencia del PAN que arrastra la historia de una guerra de violencia y muerte por parte de su partido y el lastre de lo que la alternancia no ha podido resolver en 12 años en el poder.

Entre la guerra proselitista por tratar de convencer a la mayor cantidad de ciudadanos de adherirse a su propuesta política, los candidatos hicieron uso de toda clase de elementos para opacar a sus adversarios y librar de obstáculos el camino a “Los Pinos”.

El domingo 1o de julio los ciudadanos decidirán cual de los candidatos ocupa la presidencia de México. Ahora que las campañas han terminado, se cuenta con tres días para reflexionar y razonar entre el caudal de información política. La elección, para muchos no es un camino fácil. La opinión pública y los ciudadanos siguen desconfiando del arbitro electoral para la contienda, el IFE, que no ha demostrado ser capaz de defender la voluntad nacional a costa de lo que sea, más bien se ha visto débil para impedir incluso los abusos y las violaciones a la ley expuestas en el curso de la campaña.

Enrique Peña Nieto

La reacción de los jóvenes universitarios con el movimiento “#Yo Soy 132” dieron una sacudida a la campaña del candidato del PRI que se vislumbraba como un día de campo en su camino a la presidencia, previamente ya decidida con el apoyo de la televisión y algunos medios informativos. La figura del candidato que se mostraba como un gigante que camina en medio de multitudes que lo aclaman como parte de una amplia operación de mercadotecnia, se vio opacada por los jóvenes que lejos de tragarse la historia de telenovela armada por Televisa, indignados exigieron la democratización de los medios y la abierta difusión de la información en el proceso electoral.

A partir de entonces la campaña del candidato se volvió una lucha por justificar y legitimar la posición de Peña Nieto ante la ola de manifestaciones de rechazo hacia su persona y lo que representa, al ser parte del partido tricolor. Las protestas en su contra dejaron claro el rechazo a lo que los estudiantes consideran la imposición de un poder fáctico no regulado, las televisoras, y los poderes que se articulan a su alrededor.

Con esta carga a cuestas se vio con el desafío de deshacerse de la sombra de su partido y las consignas de que solo pueden ganar a través de las practicas de compra de votos y entrega de despensas y materiales. Por su parte las autoridades electorales continúan desacreditando estas aseveraciones diciendo que es “mítico” decir que se comercian los sufragios y que los ciudadanos deben confiar en las Instituciones, aun cuando en las redes sociales sean incontables los comentarios y fotografías que describen las practicas de corrupción.

Para el último día de campaña el abanderado del PRI se reunió con sus simpatizantes en la plaza de los Mártires en Toluca para el cierre de la campaña. Colocó sillas, gradas, megapantallas, además de repartir lucidores carteles mascaras de su imagen y pelotas. Desde muy temprana hora sus simpatizantes se dieron cita, pasando primero por un estricto cerco de seguridad. Entre los asistentes figuraron los exgobernadores del Estado de México con Eruviel Ávila a la cabeza, como siempre, el gran ausente, Arturo Montiel.

En cierre de campaña “en casa” como lo llamó el candidato, quien ya se proclama poseedor del triunfo, el candidato instó a sus seguidores a no confiarse y asegurar una victoria inobjetable. Además de su familia y sus colaboradores más allegados contó con la presencia del cantante Alejandro Fernández y entre los invitados más especiales, el priista Carlos Hank Rhon. Hasta el momento no se ha mencionado nada de las personas que colaborarán en su gabinete, solo se mencionó la participación del jefe policial colombiano, Oscar Naranjo, para seguir en la guerra contra el narcotráfico.

Josefina Vázquez Mota

La candidata del PAN vivió una campaña llena de altibajos, en la cual no solo tuvo que cambiar su estrategia, sino también a algunos de sus colaboradores; tuvo que luchar contra la imagen de muerte y violencia del gobierno del actual presidente Felipe Calderón, así como llamar constantemente a las autoridades electorales para evitar la compra y coacción del voto que efectúan los priistas en varios estados.

Con una abierta campaña de “guerra sucia” contra el candidato del tricolor EPN, donde evidenciaba el incumplimiento de este, en los compromisos firmados cuando fue gobernador del Estado de México; Vázquez Mota logró colocarse en segundo lugar en las encuestas, para luego, tras el primer debate entre candidatos y la aparición del movimiento estudiantil “#Yo Soy 132”, ser desplazada por el candidato de la izquierda para colocarse en un desafortunado tercer lugar en las preferencias.

Aun cuando ella considera que ha tenido mucho en su contra, y a diferencia del candidato del PRI y el del PRD empezó muy tarde su campaña, la realidad es que su campaña se ha visto opacada por contradicciones y la división. La gota que derramó el vaso se dio cuando el expresidente Vicente Fox, en contradictoria postura, dijo que, solo un milagro podría hacerla ganar, después públicamente le proclamó su apoyo y más tarde, hizo un llamado a votar por el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, a lo que los panistas calificaron de ruin y sinvergüenza.

Ante la adversidad la candidata continúo firme en su campaña, en sus actos se muestra segura y convencida de alcanzar el triunfo. Sin embargo, no deja de culpar al IFE por haber hecho concesiones con el candidato del PRI que a todas luces se nota ha rebasado los topes de campaña y al candidato de la izquierda que lleva 12 años en campaña.

Su cierre de campaña se realizó en el estadio Omnilife de las Chivas en Jalisco, con capacidad para 40 mil personas, con simpatizantes que llegaron de diferentes puntos de la ciudad. En un acto que pareció desesperado por ganar ovaciones de los ahí presentes, dijo que de llegar a la presidencia invitará al presidente Felipe Calderón a encabezar la Procuraduría General de la República (PGR).

Otra de las cosas que opacó terriblemente su campaña fue la captura del  supuesto hijo del “Chapo Guzmán”, el criminal más poderoso y buscado del crimen organizado, que más tarde sería desmentida por la DEA y las pruebas de ADN realizadas al detenido, así como una serie de irregularidades y violaciones a sus derechos humanos.

De ese modo la candidata del blanquiazul llega a la recta final de su campaña, llevando a cuestas la mala reputación que su partido se ganó a pulso en seis años de alternancia política.

Andrés Manuel López Obrador

El candidato de la izquierda llegó a la contienda por segunda ocasión en un intento por convertirse en una opción viable para el país cansado de tanto proselitismo y muy pocas propuestas que auguren un resultado confiable que se refleje en su futuro. Cargando a cuestas la carga de corrupción y clientelismo de muchos organismos que integran a su partido, el candidato se dedicó a recorrer pueblo por pueblo a lo largo y ancho de todo el país, para proponer a los ciudadanos una opción de cambio y lucha en el camino de la democracia.

Con una campaña de reconciliación, llamó a sus simpatizantes una y otra vez a olvidar y perdonar y unirse a su proyecto de nación para rescatar a México. Desde una etapa muy temprana se empezaron a figurar nombres de reconocido prestigio que se unieron a su proyecto y de llegar a la presidencia formarían parte de su gabinete, entre ellos, el conocido ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente.

Probablemente este detalle es lo que dio a la campaña de López Obrador la credibilidad y confianza que necesitaba en un segundo intento por llegar a la presidencia que sus adversarios mostraron como una ambición desmedida por alcanzar el poder a costa de lo que fuera. La llegada del movimiento estudiantil #Yo Soy 132, que si bien se declara una postura apartidista, por otro lado denotaba a la izquierda como la única posibilidad de cambio, le favoreció, haciendo las críticas directas a la candidatura de Peña Nieto que no hacía el candidato del centro-izquierda.

Con eventos abarrotados de jóvenes que le demostraban su apoyo, el candidato comenzó a repuntar en las encuestas y logró colocarse en segundo lugar, solo por abajo del puntero. A diferencia de EPN, Andrés Manuel fue recibido en las universidades privadas con todo el apoyo de los jóvenes y salió airoso de esos encuentros, sonde las inquietudes y los cuestionamientos de los universitarios fueron respondidos sin provocaciones de rechazo.

La guerra sucia de sus contrincantes, donde lo acusan de intolerante no surtió gran efecto–repetir la formula de desprestigio sobre la misma persona dos veces, no es muy confiable para los ciudadanos. Por otro lado ha reiterado en repetidas ocasiones el posible fraude de las elecciones, la desconfiabilidad de las Instituciones y el poder de ciertos grupos económicos que no están de acuerdo con su propuesta. Por ello él y su equipo han formado el ejercito antifraude, Andrés Manuel no piensa confiarse y ha preparado un equipo de personas que vigilaran todas las casillas del país para evitar fraudes. Con más de 400 mil voluntarios listos para sumarse a la estructura de vigilancia del PRD y las redes sociales.

López Obrador llegó al cierre de su campaña con una marcha del Ángel de la Independencia al Zócalo de la Ciudad de México, donde fue acompañado por miles de seguidores que le mostraban su afecto y apoyo. Al llegar al Zócalo, la plaza principal y todas las calles aledañas, así como las vías que lo conducen, estaban abarrotadas de gente que no dejaba de ovacionarlo. De acuerdo con distintos medios, más de 1 millón de personas se dieron cita para acompañar a López Obrador en el cierre de campaña.

En su discurso reiteró sus propuestas, mencionó los nombres de quienes, de llegar a la presidencia,  integrarán su gabinete y se comprometió con los ciudadanos a ‘no traicionar su confianza y apoyo’ en todos estos años.

Según encuestas, prevalece la desconfianza en las autoridades que conducen el proceso electoral y dudas sobre los candidatos. El ambiente se  torna incierto, lo único real es que México está a un paso de tomar de definir su futuro en un proceso electoral, donde por primera vez  los jóvenes ocupan un lugar estelar, demostrando que están preparados para decidir y que no se dejarán manipular por nadie en la decisión. Ante esta efervescencia, el IFE ha hecho que todos los candidatos firmen un pacto de civilidad, en el cual aceptaran sin objeción el resultado de las próximas elecciones.

Los candidatos firmaron, pero la ciudadanía aún está a la expectativa y las cartas están sobre la mesa. Lo que ocurre hoy será histórico. La construcción de la democracia involucra a todos los ciudadanos por ello es de vital importancia la participación. Necesitamos un nuevo rumbo en empleos, oportunidades y calidad de vida para todos, que los lideres y las Instituciones ganen nuevamente la confianza de los ciudadanos, solo de esa forma seremos capaces de vislumbrar un mejor futuro.

Vanessa Garcia G. es estudiante de Comunicaciones y Periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y escritora con el CIP Programa de las Américas  www.americas.org/es

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TE RECOMENDAMOS