
Por Ariela Ruiz Caro
La guerra arancelaria intensificada por el presidente Donald Trump durante su segundo mandato y sus aspiraciones, expresadas abiertamente, de no permitir que América Latina y el Caribe dejen de ser su patio trasero, han propiciado el acercamiento político y económico de nuestra región a China. En efecto, la Declaración de Beijing suscrita por la región, con excepción de la Argentina, durante la IV Reunión Ministerial del Foro CELAC-China realizada el 13 de mayo en Beijing, arrasó con las amenazas del gobierno de Estados Unidos para alejar la presencia china de la región. Su firma expresa una actitud de soberanía de la región y representa un duro golpe político para Estados Unidos, que ha visto derrotados sus esfuerzos por aislar al gigante asiático.
A pesar de ser una Cumbre de nivel Ministerial, participaron tres presidentes latinoamericanos (Luis Inácio Lula da Silva de Brasil, Gustavo Petro de Colombia y Gabriel Boric de Chile), además de una veintena de cancilleres y altos representantes del resto de los 32 países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Además de suscribir la citada Declaración acogieron el Plan de Acción Conjunto CELAC-China para la Cooperación en áreas clave (2025-2027). En el Plan se proponen diversos proyectos y actividades que serán abordadas de manera coordinada y voluntaria en los temas de interés para las partes involucradas. Asimismo, se establecen principios que seguramente desvelan al gobierno estadounidense.
Antecedentes de la presión
estadounidense para alejar a
China de la región
El foco de atención del gobierno presidido por Trump está puesto actualmente en América Latina, en contraposición a su primer mandato donde se evidenció un distanciamiento de la región, que tuvo su mirada puesta básicamente en asfixiar a Cuba y sacar al presidente Nicolás Maduro de Venezuela. Trump solo visitó una capital latinoamericana, Buenos Aires, en oportunidad de la Cumbre del G20 de 2018. Además, Trump fue el primer presidente estadounidense que no participó en una Cumbre de las Américas, que se realiza cada tres años desde 1994. Su ausencia en la VIII Cumbre celebrada en Lima, en 2018, puso de manifiesto que su gobierno carecía de un proyecto político para la región que no fuera exigir alineamiento detrás de su política contra China.
Con ese objetivo, al final de su mandato, lanzó la “Iniciativa América Crece” en diciembre de 2019, la cual ofrecía créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC) de Estados Unidos para la construcción de infraestructura sostenible, tecnología y redes digitales, así como para la conformación de cadenas productivas en el continente (nearshoring). Se condicionó expresamente a los gobiernos a limitar el flujo de los capitales de China en la región y a no contratar tecnologías 5G provenientes de ese país. Pero el proyecto no prosperó debido fundamentalmente a que la iniciativa no disponía de recursos adicionales a los ya previstos en las mencionadas agencias que supuestamente financiarían los proyectos.
En junio de 2022, el presidente Joe Biden presentó una nueva propuesta que calificó como histórica: la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas (APEP). De la APEP participaron once países además de Estados Unidos, la mayoría de los cuales habían suscrito tratados de libre comercio con ese país (Barbados, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Perú, Uruguay, Panamá y México). En su primera cumbre presidencial, en Washington D.C., a fines de 2023, el presidente Biden les dijo a los once socios del nuevo club que, gracias a la iniciativa APEP, podrían elegir entre la diplomacia de la trampa de la deuda china y un enfoque transparente de alta calidad para el financiamiento de las infraestructuras y el desarrollo ofrecido por entidades financieras estadounidenses o multilaterales. Pero tampoco prosperó.
El problema es que Estados Unidos es uno de los países más endeudados del mundo. Su deuda, equivalente al 124% de su PIB y crece a la tasa más veloz de los países de la OECD. Su enorme déficit fiscal es cubierto por emisión de deuda cuyos intereses representan la segunda partida en importancia del presupuesto nacional, mayor inclusive que los gastos de defensa. La reciente rebaja de la calificación de los títulos de la deuda emitidos por el Tesoro por la agencia Moody´s, así como el llamado de atención del Fondo Monetario Internacional (FMI) a reducir su exorbitante déficit fiscal y su deuda, han incrementado los costos de financiamiento de ese país, pues necesitan ofrecer mayores tasas de interés para hacer atractiva su inversión. Estos hechos le impiden al país tener la disponibilidad de líneas de crédito que tienen los chinos en el marco de sus iniciativas regionales, bilaterales y en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR). De esta última iniciativa creada en 2013, participan más de 140 países, 23 de ellos de nuestra región.
La presión actual por alejar a
China de “su patio trasero”
Evitar la presencia de China en nuestra región es abiertamente la prioridad para el actual gobierno. Paralelamente al Foro CELAC-China que tenía lugar en Beijing, importantes autoridades de Estados Unidos participaron (el 12 y 13 de mayo) en Miami en la 10.ª Conferencia de Seguridad Hemisférica.
En dicho evento el almirante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur, advirtió sobre los riesgos del despliegue de China en América Latina y el Caribe y señaló que su presencia en la región encierra “programas militares potenciales”. “Tendríamos que estar muy preocupados por eso”, manifestó. La referencia se centra en la presencia de China en Cuba. Pero además abarca casos como el del Perú con el mega puerto de Chancay o el de la Argentina, donde existe una base de investigación científica en la provincia de Neuquén respecto de la cual la Casa Blanca sospecha sobre un doble uso militar por parte de China.
A principios de febrero, el secretario de Estado Marco Rubio realizó una gira a Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá y República Dominicana, países donde dejó claro que Estados Unidos continuaría brindando asistencia si están alineados con sus “intereses nacionales”. Fue la primera vez en más de cien años que un secretario de Estado visitaba la región centroamericana y caribeña en su primera salida oficial.
En Panamá, el gobierno ha sido obligado a retirarse de la IFR y, a mediados de abril, autorizó la presencia de tropas y contratistas de Estados Unidos en zonas adyacentes y de acceso al Canal de Panamá como parte de un acuerdo bilateral de cooperación en materia de defensa denominado Panamax-Alpha. El convenio permite el uso conjunto de instalaciones por tropas estadounidenses para enfrentar amenazas que puedan afectar la seguridad del canal.

En Perú, la construcción del mega puerto de Chancay ha despertado desconfianza. El canciller Elmer Schialer y el ministro de Defensa, Walter Astudillo, debieron viajar a Washington para reunirse con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, y con el secretario de Estado, Marco Rubio, donde se acordó intensificar la colaboración bilateral en áreas estratégicas como la lucha contra el narcotráfico, la realización periódica de ejercicios conjuntos y el acceso a tecnología avanzada para las Fuerzas Armadas peruanas, en un contexto hemisférico que “demanda respuestas coordinadas ante amenazas comunes”. Hegseth aprovechó para advertir sobre la creciente preocupación de Washington con respecto a China: “Representa una amenaza potencial para la paz y la seguridad hemisférica. No podemos ignorar su expansión encubierta bajo el disfraz del desarrollo (…). Pekín invierte para dominar, no para cooperar”, advirtió el secretario de Defensa.
Como respuesta a la preocupación de Washington por la creciente presencia china en infraestructuras clave de la región, el canciller Schialer dijo días después: “Nuestros amigos norteamericanos han estado tanto tiempo alejados de América Latina que ahora les parece extraño lo que ven”. Schialer agregó que Perú mantiene una brecha de infraestructura estimada en 123.000 millones de dólares que representa “una oportunidad” para inversores de todo el mundo. El canciller denomina la política exterior que el Perú lleva adelante como de neutralidad constructiva, es decir, se abre la puerta a todos los países que quieran colaborar para crear riqueza, lo que no supone alinearse con ningún bloque geopolítico, sino priorizar el desarrollo del país con base en sus intereses y principios.
El pasado 6 de mayo, Marco Rubio les dijo a los mandatarios del Caribe Oriental (San Kitts y Nevis, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Dominica, Granada y las Bahamas), en Washington, que se mantuvieran alejados de China por ser un “agente maligno”, cuyas actividades económicas y culturales en la región son una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Les manifestó que deben tomar decisiones “responsables y transparentes” sobre los proveedores y contratistas que eligen para construir infraestructura para no ser “vulnerables a riesgos de privacidad y seguridad”. Les urgió a que se coordinaran en materia de seguridad e intercambio de información a través de la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe, una asociación de seguridad compartida entre Estados Unidos y las naciones caribeñas establecida en el 2010. Varias de ellas son parte de la iniciativa de la IFR. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Lin Jian, dijo que tales declaraciones buscan manchar y socavar las relaciones entre China y estas naciones, lo cual revela un prejuicio ideológico y un desprecio por las normas fundamentales de las relaciones internacionales.
A pesar de las amenazas de las autoridades estadounidenses, todos los países de nuestra región, –inclusive los más presionados y aliados de Estados Unidos (Panamá, Paraguay. Ecuador, El Salvador) con la excepción de Argentina, cuyo presidente Javier Milei tiene un alineamiento obsecuente con el presidente Trump en política exterior—suscribieron dicha Declaración. Solo el lema bajo el que se reunieron, “Planificando juntos el desarrollo y la revitalización, construyendo conjuntamente una comunidad chino-americana latina y caribeña con un futuro compartido”, debe resultar perturbador para los oídos estadounidenses.
No menor resulta el compromiso de apoyo mutuo en la exploración de modelos de desarrollo de acuerdo con las necesidades de sus respectivas sociedades, el respeto a la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, el rechazo al uso de la fuerza en las relaciones internacionales y la imposición de medidas coercitivas unilaterales, así como el compromiso a promover un orden internacional más democrático.
La realidad más allá
de las declaraciones
Pero no solo los objetivos de la declaración podrían sonar desagradables a las autoridades estadounidenses. Durante el evento en Beijing tuvieron lugar importantes foros empresariales que realizaron empresas chinas con contrapartes de Brasil, Ecuador y Colombia, en los que se concertaron múltiples proyectos
En 2023, el yuan fue la quinta moneda más utilizada en el mundo en comparación con el puesto 35 que ocupaba en 2010. Muchos países han comenzado a realizar el comercio con China en yuanes y en sus propias monedas nacionales en lugar del dólar. En 2024, el volumen del intercambio comercial entre China y la región superó por primera vez los 500.000 millones de dólares, cifra más de 40 veces superior a la del comienzo del siglo presente, aunque se trata de un comercio de exportación dominado por materias primas y en muchos casos deficitario, lo que es imprescindible revertir.

Todos los países de la región, incluida la Argentina de Javier Milei, encuentran en la oferta de créditos e inversiones chinas una oportunidad para disponer de mayores márgenes para el ejercicio de su soberanía o autonomía estratégica, como señala el presidente Boric. Es en esta perspectiva que resulta importante la incorporación de Colombia a la IFR, un país históricamente aliado de Estados Unidos.
Inclusive el presidente argentino, que decía durante su campaña electoral que él no negociaba con comunistas, ha renovado un swap de 5.000 millones de dólares que mantiene con China, hecho que ha disgustado al enviado especial de Estados Unidos para América Latina, Mauricio Claver-Carone. El funcionario estadounidense —quien a fines de mayo dejará su cargo para retornar a su firma de inversiones con sede en Miami, el Fondo Lara— le ha reiterado al presidente Milei que “mientras tenga el swap, Argentina no será libre”.
La cooperación satelital entre China y la región se ha convertido en un caso avanzado de la cooperación Sur-Sur en alta tecnología. Asimismo, la inauguración del mega puerto de Chancay del Perú traerá aparejado un nuevo corredor terrestre-marítimo entre Asia y la región, toda vez que se construirá un ferrocarril transoceánico que unirá los territorios de Perú y Brasil. De hecho, no es el único proyecto de corredor bioceánico. Se tiene previsto un corredor por carreteras que unirán las costas de Brasil con las de Chile.
La preocupación del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth durante una reunión con las autoridades panameñas al decir que no podemos permitir que China controle nuestro patio trasero, debe haberse exacerbado con los resultados de este IV Foro CELAC-China, que le han abierto a la región un margen de negociación para ejercer su soberanía y no convertirse en el patio trasero de nadie.