La captura de El Chapo Guzmán: ¿Qué viene después?

images-1El 22 de febrero, los gobiernos de los Estados Unidos y México atraparon el pez más grande del inframundo del narcotráfico. Liderados por la Marina Mexicana, agentes y tropas entraron en un condominio de playa en la ciudad de Mazatlán a las 4 AM. El asalto no derramó sangre y en unos minutos cayó sin dar la pelea el líder del cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”.

El gobierno mexicano esperó horas hasta que El Chapo fue trasladado a la Ciudad de México, antes de dar la noticia. El Chapo está ahora preso en una prisión de alta seguridad del Altiplano, en el Estado de México.

En las últimas semanas desde la captura, miles de notas periodísticas han traído los detalles de la detención y de la vida escandalosa del narco. El intercambio de elogios entre los gobiernos de los países vecinos se contrastan con la opinión pública que registra escepticismo en torno al logro y sus implicaciones. Únicamente los funcionarios de EEUU se han atrevido a decir que la captura de El Chapo es el principio del fin del Cartel de Sinaloa.

El Chapo, el capo

El Chapo Guzmán era la cabeza indisputada de una vasta empresa global. Fue antes de su caída una de las pocas personas simultáneamente en la lista de los más ricos (la revista Forbes le puso en el lugar No. 67, con ingresos anuales estimados en $3 mil millones de dólares) y los más buscados (el gobierno estadunidense había ofrecido una recompensa de $5 millones de dólares).

Aun así, por 13 años eludió a los agentes de ambos países, después de escaparse de una prisión de alta seguridad en 2001, con la ayuda por lo menos algunas autoridades. Esta habilidad inexplicable de salirse de las garras de la ley en el momento preciso —junto con otros hechos que generaron sospechas— creó una percepción entre la población mexicana de que los gobiernos de EEUU y México favorecían al cartel de Sinaloa y protegían al Chapo. Su detención es un golpe fuerte contra esta hipótesis, pero no la descarta por completo. Aún está por verse qué pasa con El Chapo y cómo se reorganiza el Cartel de Sinaloa internamente y en su relación con funcionarios de los tres niveles del gobierno.

Por lo pronto, todos los escenarios factibles desembocan en más, no menos, guerra contra el narcotráfico. La estrategia de quitar a las cabezas del crimen, está comprobado, lleva a explosiones de violencia, debido a guerras internas de sucesión o batallas por el control con otros cárteles que buscan aprovechar la debilidad del cártel temporalmente descabezado. La nación se prepara para otra ola de violencia.

En México, las relaciones entre capos, el gobierno y la sociedad no son un cuento de buenos contra malos. El Chapo tenía y tiene políticos y policías en su nómina en todo el país. Su organización provee empleo y servicios sociales a comunidades, además de sembrar el terror y la sangre.

En el estado natal de Guzmán, Sinaloa y el estado vecino de Durango, algunos habitantes organizaron manifestaciones en las calles en defensa de El Chapo. Melissa Montenegro, una de las organizadoras, comentó a Sin Embargo que El Chapo “ha hecho más por nosotros que cualquier gobierno” en el combate al hambre y la pobreza en la región. El gobierno mexicano desestimó las manifestaciones diciendo que los manifestantes son “parientes del Chapo”.

Lo innegable es que la percepción de un gobierno indiferente y corrupto fue un factor clave en la construcción del imperio del Cártel de Sinaloa. Donde el gobierno retiró servicios por los ajustes estructurales, el crimen organizado entró con empleos, crédito y apoyos para la comercialización. A los campesinos que ya no podían ganarse la vida vendiendo maíz o frijol frente a las importaciones después del TLCAN, ofrecieron el cambio de cultivo a marihuana u opio, con ingreso fácil 10 veces superior al que reciben por producir alimentos. Bajo la lógica Narco-NAFTA, la economía subterránea ofrecía mucho mejor sustento para sus familias que los mercados internacionales monopolizados.

El culto de El Chapo se construyó alrededor de su historia esperanzadora del pobre que triunfa en la vida. Los campesinos cantan los corridos de sus hazañas, cómo se burlaba del gobierno y su afán de benefactor en regiones abandonadas por la globalización.

Y claro, el derrame de dinero a su alrededor agrandó su fama.

Los escenarios

Ahora se presentan distintos escenarios, no necesariamente excluyentes, ninguno de los cuales implica un fin a la guerra contra el narcotráfico, la violencia o el tráfico de estupefacientes. Entre ellos:

1. “El efecto hidra”

En la mitología griega, Hidra, una serpiente de mar, hacía crecer tres cabezas por cada una que se le cortara. Indudablemente, el Cártel de Sinaloa ya ha sido reorganizado. El sucesor natural es Ismael Zambada, su socio más cercano.  Nadie cree que la organización criminal más poderosa del país no se había preparado para este día. Los colaboradores de El Chapo tienen experiencia en el negocio, disciplina y, seguramente, instrucciones sobre qué hacer.

2. “Dentro o fuera, sigue siendo el rey”

Según esta hipótesis, El Chapo sigue participando en las actividades del cártel a pesar de su aprehensión. Es importante recalcar que el cártel no se desintegró la primera vez que El Chapo estuvo en prisión, e incluso el negocio continuó. En México es común que los capos de la droga dirijan desde la cárcel. Las historias sobre la vida de El Chapo en prisión —las grandes fiestas con bebida y comida de lujo, los privilegios, drogas, prostitutas, etc.— son legendarias. Aunque no sea lo más probable, podría haber una repetición de un castigo simulado, que da margen de maniobra al cartel para reorganizarse, y disipa la imagen que tenía como cártel favorecido, mientras el gobierno reivindica su guerra contra el narcotráfico.

3. “La fractura fabricada”

El resultado final de la captura podría ser la fractura del Cártel de Sinaloa, como pasó antes con el Cártel del Golfo y La Familia Michoacana. Algunos estrategas de seguridad afirman que este resultado reduce las amenazas al Estado, al romperse estos grupos en entidades más pequeñas, tal y como sucedió en Colombia. Sin embargo, basándonos en experiencias previas en México — incluyendo los mencionados arriba que dieron lugar al nacimiento de los Zetas y los Caballeros Templarios, actualmente los grupos más sangrientos que hay— este escenario resulta ser el peor en términos de impacto en seguridad pública y violencia. La brutalidad y la falta de control centralizado, común entre los grupos fracturados termina siendo una amenaza mayor. Lo más probable es que esto no le sucederá, por lo menos no a corto plazo, al Cártel de Sinaloa.

4. “La rendición estratégica”

Guzmán se rindió después de tantos años sin poner resistencia, muy distinto a los enfrentamientos con otros capos como la matanza de Arturo Beltrán Leyva en 2009 o la reciente de Nazario Moreno. La explicación usual es que quería evitar el derrame de sangre que pudo haber dañado a su joven esposa, Emma Coronel, y a sus dos hijas bebés que fueron reportadas en el apartamento acompañándolo en el momento de su captura.

En el caso de El Chapo, las fuerzas de seguridad fueron por él primero en Culiacán y se escapó. La captura se hizo una semana después en un condominio en el la playa de Mazatlán, donde se encontraba expuesto, con una fracción de sus 300 guardias.

El sentido común dicta que si El Chapo hubiera pactado con el gobierno su rendición, por la razón que fuera, tendría dos demandas no negociables: no ser extraditado a EEUU, e impunidad y protección para su joven esposa e hijas. Curiosamente, el gobierno de Estados Unidos no ha pedido formalmente la extradición. Y el gobierno mexicano no detuvo a Emma Coronel, su esposa, en el momento de la captura, a pesar de su evidente relevancia en la investigación sobre las actividades de su marido, y a pesar de que estuviera en un lugar junto al narcotraficante más buscado del país y donde se escondían armas ilegales y contrabando. También hicieron caso omiso del hecho de que el padre y las dos exesposas del Chapo Guzmán están señalados por la Tesorería de EEUU por tener vínculos con el narco.

Estas circunstancias han desatado la especulación. Cuando ella dio a luz en Los Ángeles, CA., tampoco fue detenida por las autoridades de los Estados Unidos. La única explicación que dio el Procurador Murillo Káram fue que no hay cargos en su contra, sin explicar por qué la Procuraduría nunca ha registrado cargos. Si Guzmán hubiese negociado su arresto, la seguridad de su familia y la promesa de no ser extraditado, serían sus primeras condiciones. La pregunta en este escenario es: ¿Por qué entregarse ahora?

5. “Reafirmando el desastre”

La caída de El Chapo podría ayudar a incrementar el apoyo del Congreso a la guerra contra el narcotráfico, otorgando tanto a Peña Nieto como a Obama un amplio consenso para gastar más en el modelo militarista en un momento en que este modelo está fuertemente cuestionado. Al reafirmar el modelo de guerra  —evidentemente fracasado—, la violencia se incrementará, más dinero público será desviado de necesidades sociales hacia la guerra y empresas de defensa, seguridad e inteligencia, sobre todo en EEUU, y la DEA recibirá más recursos y apoyo. Mientras todo mundo celebra la captura de un poderoso narcotraficante, en realidad pueden ser muy malas noticias tanto para México como para los Estados Unidos.

Entre los escenarios arriba descritos, no se incluye el que presume que la captura de Guzmán Loera destruya el poder del Cártel de Sinaloa una vez por todas, reduzca la violencia y restaure la ley y el orden en México. Por desgracia, este escenario es absolutamente irreal.

El juicio que viene

Según los medios, el hombre más buscado del mundo, es tan buscado en custodia como lo fue cuando andaba libre. Funcionarios estadunidenses en varios estados, entre ellos el jefe de la DEA en Chicago han anunciado que quieren que El Chapo sea juzgado ahí.

EEUU estuvo involucrado muy de cerca en su captura y tiene mucho interés en el desenlace. Las autoridades mexicanas reconocieron el uso de inteligencia estadunidense para el arresto, aunque no hay informes confirmados de agentes de EEUU en la escena de la captura. Mientras tanto, los mexicanos quieren ver al capo juzgado en su país. La preocupación, por supuesto, es que él pueda escapar con la complicidad de funcionarios corruptos, tal y como sucedió en el 2001. Hasta ahora, por no abrir un conflicto con el gobierno mexicano o por algún pacto desconocido, no existe una solicitud formal de extradición.

En realidad, lo que está en juego es quién se queda con la información que pueda dar El Chapo. Es un tesoro de inteligencia sobre el narcotráfico, e importa mucho a los dos gobiernos lo que pudiera decir en contra de otros cárteles o sus antiguos socios, y muy probablemente les importa también lo que debe callar.

La guerra no para

El gobierno de Peña Nieto fue cauteloso en no cantar victoria contra los narcos. Sin embargo en EEUU aprovecharon el logro para restaurar la dudosa credibilidad de la estrategia de guerra  contra el narco en México.

El procurador general de los Estados Unidos, Eric Holder, hizo una declaración llamándole “un gran logro y una victoria para los ciudadanos tanto de México como de los Estados Unidos” y elogió “la relación cooperativa con las agencias de seguridad estadunidenses y sus contrapartes en México.”

El Secretario de Seguridad Jeh Johnson felicitó al gobierno mexicano y dijo que la detención incrementará la seguridad en la frontera México-Estados Unidos. Johnson dijo que la captura de Guzmán es “una victoria significativa y gran paso adelante en nuestro interés común en el combate contra el tráfico de drogas, la violencia y las actividades ilícitas en nuestra frontera compartida.”

Irónicamente, al cártel de Sinaloa a menudo se le atribuye la pacificación de las antiguamente volátiles ciudades fronterizas.

Esta no es una justificación de los crímenes del cártel de Sinaloa ni un argumento para dar manga ancha a las actividades del crimen organizado. Pero a medida que más se sabe acerca de los diferentes enfoques de las políticas de penalización y cómo los cárteles construyen su influencia por sí mismos, está claro que la fuerza bruta resulta contraproducente.

La construcción de tejido comunitario, la acción judicial contra el lavado de dinero y la regulación —más que la prohibición— de las sustancias controladas tienen de lejos mayor potencial de éxito.

Con millones de dólares por contratos de seguridad en juego y un plan del Pentágono para extender su intervención en México, el gobierno de Estados Unidos sigue enfocado en lo que llama “hard security” o seguridad dura, mediante una estrategia de proveer entrenamiento y equipo para la guerra. La pobreza, que es a todas luces la herramienta de reclutamiento más potente de los cárteles, recibe apenas una bicoca en el presupuesto de Obama para 2015.

Son tiempos de tensión en México. El representante para drogas de Naciones Unidas ha advertido que la captura desestabilizará al cártel, lo cual significa usualmente más derramamiento de sangre.

Mientras los del gobierno siguen dándose palmaditas en la espalda, nadie parece estar preocupado por los efectos que habrá en la seguridad real, la que determina si los niños pueden salir a jugar a salvo, no la clase de seguridad de la que se alimenta el complejo militar industrial y ofrece a los políticos una base para seguir medrando.

Laura Carlsen es directora del Programa de las Américas www.americas.org.

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