La Cumbre del G-20 en México: En el ojo de la tormenta

Al presidente de México Felipe Calderón no le queda ninguna esperanza de que  la crisis europea esté bajo control antes de presidir la Cumbre del G-20 el 18-19 de junio. Aunque la amenaza inmediata de una crisis económica ha disminuido, la continua incertidumbre en Grecia y la crisis creciente en España son los problemas más recientes que han empeorado la situación en la zona euro, dijo la Comisión Europea en su reporte semanal de la última semana de mayo. Como es usual, el reporte llamó a mantener la situación actual.

De hecho, varias tormentas se asoman en el horizonte, que sin duda nublarán la Cumbre en la estación turística de Los Cabos en el océano Pacífico en junio.

La tormenta económica

Aunque Grecia evadió estrechamente la suspensión de pagos, las dos rondas de medidas de austeridad han afectado a la clase media y pobre, al mismo tiempo que han fracasado en sacar a la economía de la zona de peligro. De hecho, las medidas de austeridad han instalado al país en una recesión profunda.

Comienza a parecer que España no está muy detrás. El ex-presidente Felipe González declaró que España estaba “al borde de una emergencia total”, principalmente debido a la crisis en el sector bancario. La Comisión Europea ofreció ayuda del fondo de rescate para la recapitalización de bancos, pero requerirá recortes en la financiación a las regiones autónomas y reformas financieras en corto, medidas de austeridad similares a aquéllas impuestas en Grecia por el triunvirato Fondo Monetario Internacional-Banco Central Europeo-Comisión Europea.

Además de causar extenso sufrimiento humano, las medidas de austeridad están comenzando a preocupar a las naciones afluentes por cómo disminuyen la demanda global. El G8 continúa a ser el líder en la economía global, por lo que vale la pena echar un vistazo de cerca a la declaración del 19 de mayo de 2012.

La Declaración Camp David se lee como un Consenso de Washington reciclado. Como tal,  es un mal presagio para cualquier solución innovadora que podría salir del G20. De acuerdo al G8, cada problema que enfrenta la economía global tiene la misma solución:  mayor comercio global y desregulación. Sin importar que la falta de regulación llevó a la crisis financiera en primer lugar, o que los patrones de crecimiento irresponsables nos dieron el calentamiento global, la respuesta sigue siendo más de lo mismo. El G8 apenas menciona el control de emisiones y en lugar propone un tratamiento nacional para las importaciones de equipo ambiental, despojando de manera efectiva a los países en vías de desarrollo de la posibilidad de construir sus propias industrias ecológicas. ¿Seguridad alimentaria? Usa fondos gubernamentales y políticas para impulsar la inversión privada. Lo mismo con la infraestructura. También hay, una vez más, un compromiso con la “responsabilidad fiscal” y con la “abstención de medidas proteccionistas”.

El debate dominó la reunión G8 en Camp David. El asunto que capturó a la prensa sobre la reunión G8 no fue, sin embargo, la completa capitulación en políticas económicas ortodoxas – la prensa ha olvidado el breve período en el que la regulación y el rol del Estado para proteger a los pobres fueron presentados como estrategias alternativas viables para manejar la crisis. En su lugar se enfocó en el debate Crecimiento vs Austeridad, en el cual la “austeridad” recibió un golpe, por lo menos de manera retórica. Obama, preocupado por el impacto de un recesión europea sobre la economía estadounidense, se postuló como el defensor del crecimiento, enfrentándose contra la canciller alemana Angela Merkel, en pro de la austeridad.

El nerviosismo sobre la crisis continua se reveló en el G8 como una descarga de acusaciones mutuas. El juego de culpabilidad está listo, una dinámica que hace poco si no es que nada para resolver los problemas presentes. Estados Unidos, Japón y otros países están diciendo que la Unión Europea se metió en el lío por sí sola, y por sí sola debe de salir de éste. De inmediato la Unión Europea refutó diciendo que los otros países deben tomar una mayor responsabilidad. Específicamente, la Unión Europea exigió que China permitiera la apreciación de su moneda y que Estados Unidos no subiera los impuestos de la población acaudalada. En una carta del líder de la Comisión Europea José Manuel Barroso y el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy referente a la agenda del G20, el cambio hacia una política de crecimiento es evidente.

Lo que es sorprendente en este debate es la falta de consideraciones humanas. Aunque la políticamente popular preocupación sobre el desempleo está presente, la discusión se enfoca más sobre cómo la gente seguirá consumiendo, en lugar de enfocarse en cómo podrían cubrir sus necesidades básicas. ¿Crecimiento para quién? ¿No debería ser la máxima prioridad asegurarse de que las familias más vulnerables sean atendidas? Incluso el lenguaje a favor de un aumento en el gasto gubernamental es para mantener el consumismo a la alza, no para crear redes de seguridad social. La discusión acerca de mantener a los trabajadores trabajando y productivos – un deber para cualquier economía saludable – se enfoca en cómo mantener el sistema financiero en auge, no en la producción y el sustento familiar.

La tormenta política

Las elecciones en Grecia se convirtieron en un referéndum sobre la austeridad. La respuesta proveniente de las personas fue un NO resonante, reflejado en la defección de los dos partidos líderes pro-austeridad y el aumento en votos a favor de los partidos de izquierda anti-austeridad y, de menor grado, del partido de extrema derecha. La Coalición Radical de Izquierda (SYRIZA) recolectó el 16.2% del voto, poniéndolo en segundo lugar – a corta distancia del líder “Partido Nueva Democracia”. Los dos partidos están a la par para las elecciones programadas para el 17 de junio, al mismo tiempo que el G20 se reúne para discutir el destino de Grecia.

Existe la posibilidad de que la nación griega rechace el plan de rescate financiero. El candidato de SYRIZA Alexis Tsipras dijo “el 17 de junio los votantes tienen una opción: la austeridad del rescate financiero o nuestro programa” y describió la nueva política de SYRIZA como “una de dignidad y esperanza para el pueblo y el país”.

La elección de François Holland en Francia también trasladó la balanza lejos del modelo apriete-de-cinturón liderado por Alemania. El Partido Socialista de Hollande probablemente ganará la mayoría en las elecciones legislativas a finales de este mes, así fortaleciendo su mando. Las vastamente impopulares medidas de austeridad han también alimentado la extrema derecha. El partido fascista “Amanecer Dorado” recolectó el 7% del voto en las elecciones griegas, llevando a la Red Europea en Contra del Racismo a notar, “los ciudadanos y residentes europeos necesitan alternativas progresistas a las medidas de austeridad. No deberían ser las personas vulnerables en la sociedad las que pagan las facturas de la crisis por la deuda financiera y soberana generada por las instituciones financieras y la falta de supervisión por los líderes políticos y los tomadores de decisiones”.

Las movilizaciones “grassroots” en contra de la austeridad y la desigualdad en Grecia, España, Estados Unidos, y otros países miembros del G20 se están calentando. Las protestas plantean la cuestión de si las demandas de los negocios y bancos formuladas por el grupo empresarial B20, y adoptadas por el G20, pueden ser impuestas a largo plazo sin correr el riesgo de disturbios sociales generalizados. Son medidas que requieren de enormes sacrificios de aquéllos menos dispuestos a ceder más. Hay un punto de ruptura social en algún lugar: no donde las sociedades se desintegran, sino en donde se unen – para rechazar salvar el sistema a costa de la sociedad.

¿Qué logrará el G20?

En este escenario, la habilidad del G20 para negociar cualquier tipo de solución significativa es altamente dudosa. La discusión austeridad vs crecimiento/estímulo no será resuelta, porque la potencia económica europea, Alemania, se mantiene firme. Además, ningún lado ha proferido soluciones reales, ya que las dos caras del debate están evitando un análisis más profundo de la crisis que podría hacer de los financieros los responsables en causar la crisis y reformar reglas para prevenir el tipo obsceno de toma de ganancias y especulación que sitúa a países enteros al borde de la ruina.

También es probable que la admirable propuesta de México de hiper-financiar el Fondo Monetario Internacional al son de $500 billones no sea aceptada. Aunque algunos fondos han sido prometidos y el FMI recibió la propuesta con júbilo, Estados Unidos y Canadá se han negado a pagar. Sin ningún avance en reformas que les daría una mayor voz, economías emergentes como China, India, Brazil y otras, no se interesan en la propuesta.

Mark Weisbrot del Centro para la Investigación Económica y Política (Center for Economic and Policy Research) señala que, “es ridículo que un país de ingreso medio con alto índice de pobreza como México financie a Europa.” Añade que es improbable que un FMI con más recursos resuelva algo y que podría empeorar la crisis al mismo tiempo que debilitaría la democracia.

“Dinero del FMI para el desarrollo será usado para continuar de hacer de Europa un lío. Los países en vías de desarrollo deben adoptar una postura y decir “no” a Europa. El Banco Central Europeo podría terminar la crisis esta semana mediante la reducción de las tasas de interés en los bonos a largo plazo, pero el Banco ve la crisis como una oportunidad para forzar a los gobiernos de hacer cosas por las que la gente normalmente jamás votaría,” Weisbrot nota.

Trabajar en el desarrollo de medidas concretas para la regulación de derivados probablemente tampoco dará fruto en Los Cabos. El grupo de trabajo sobre derivados anunció recientemente que no estaría listo para presentar propuestas en la Cumbre de junio.

No esperen avances en el financiamiento al cambio climático o en esfuerzos para su prevención o mitigación de la Cumbre en México. La financiación continúa a ser dejada en manos del Banco Mundial, el cual enfatiza soluciones de mercado y la participación del sector privado por encima de controles dirigidos por el gobierno y programas de mitigación. Las soluciones de mercado están fallando alrededor del mundo, al mismo tiempo que están generando grandes conflictos y contradicciones.

Dinámica interna del G20: Quién está adentro, quién se queda afuera

Aparte de todas estas contradicciones, acusaciones de que el G20 no tiene la autoridad moral ni oficial para erigirse como la entidad que decide estas cuestiones globales agravan el proceso. Es probable que estos desafíos al mismo G20 se intensifiquen al mismo tiempo que los debates y las contradicciones se intensifican, tanto dentro del grupo como entre el gran número de naciones excluidas. Los países que se encuentran fuera del G20 se quejan de que nadie los representa, incluso cuando el G20 se rebaja a regir sobre cuestiones que son literalmente vida y muerte para sus países.

La Comunidad del Caribe, CARICOM, dijo estar preocupada sobre “el lento proceso de reforma de las instituciones multilaterales, los resultados desiguales a la fecha y la continua falta de representatividad y transparencia del G20”. El Primer Ministro de Barbados Freundel Stuart afirmó, “Existen señales preocupantes de que nos hemos movido del club del hombre rico del G7 al club del hombre mayor del G20”, cuyos miembros están “más unidos en decirle a los países excluidos en el G20 lo que deberían de hacer en lugar de prescribir para aquellos dentro de su propio edil.”

Expresando su preocupación de que los pequeños Estados no tienen lugar en la mesa, un comentarista escribió cortésmente, pero con pesimismo, sobre los esfuerzos de México de hablar por ellos, “Mientras el mundo en vías de desarrollo debería estar agradecido por sus labores (de Calderón), la evidencia disponible sugiere que los pequeños Estados, especialmente, no deberían de contener su voz colectiva para hacer que esta reunión del G20 tenga una diferencia significativa sobre ellos.”

México difícilmente puede alegar ser la voz de los países en vías de desarrollo después de que su completa adhesión a principios neoliberales lo ha llevado precisamente a los peligros que estos países esperan evitar.

El otro problema es quién se incluye y quién se excluye a nivel sub-nacional. Mientras ciertos sectores se sientan en la mesa, otros no pueden poner pie en la puerta. Existe una enorme disparidad entre la influencia concedida al B20 y al L20. Mientras el sector empresarial se reunirá durante la Cumbre y tendrá línea directa con los tomadores de decisiones del G20, el grupo obrero es relegado a hacer recomendaciones usualmente ignoradas.

Con tantos retos y contradicciones, los frentes de tormenta prometen cualquier cosa menos viento en popa para la Cumbre del G-20 en México.

Laura Carlsen es director del Programa de las Américas, www.americas.org/es. Contacto: info@americas.org

Traducido por Nara González, Programa de las Américas.

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