Sin respeto a los derechos indígenas no hay solución al cambio climático

Lima, 8 de diciembre.- La Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático inició con una fuerte presencia indígena lanzando al mundo su convicción de que la humanidad atraviesa por una crisis civilizatoria, en un planeta exhausto donde ya no tiene cabida el analfabetismo biológico de quienes no saben leer la vida.

Durante el primer día se llevó a cabo el Tercer Encuentro Nacional del Pacto de Unidad de las Organizaciones Nacionales de los Pueblos Indígenas del Perú, mientras la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI) debatió y dio a conocer su posicionamiento frente a los efectos del cambio climático, en tanto la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) planteó rutas para el fin del extractivismo y la neo colonización.

Por la tarde, el acto inaugural de la cumbre exhibió la riqueza de las manifestaciones artísticas de los pueblos originarios del continente, su diversidad cultural y también sus diferencias políticas.

Pero una idea fue la argamasa para el común de mesas, paneles, foros, debates, audiencias, conferencias, talleres y las más de 50 actividades —muchas de ellas obligadamente simultáneas— del primer día de trabajo de la cumbre: las soluciones verdaderas a la crisis climática pasan necesariamente por el pleno reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas.

“Somos 370 millones de indígenas en el mundo, representamos apenas el 5 por ciento de la población global, tenemos un poquito más del 10 por ciento de territorios en el planeta, pero somos custodios, somos guardianes de más del 90 por ciento de la diversidad biológica mundial”

Habla Carlos Pérez, indígena ecuatoriano, quien considera que sin pueblos indígenas no podría haber otros pueblos en el mundo, sin mujeres indígenas no habría tanta sabiduría en medicina, en producción y elaboración de alimentos, en saberes ancestrales.

“Por eso exigimos —agrega—, no venimos a pedir de rodillas, venimos a exigirles a la China, a Estados Unidos, al Japón, a la Unión Europea que haya justicia climática, que no sigan con sus parchecitos, sus falsas promesas sino de una vez por todas se pague esa deuda gigantesca, la deuda social, ambiental, económica, de etnocidio, de genocidio, de destrucción de parte de los países industrializados hacia las naciones pobres y hacia los pueblos indígenas”.

Para los pueblos indígenas presentes en la cumbre, el cambo climático es ocasionado principalmente por la emisión de gases de efecto invernadero proveniente de los países industrializados.

El impacto es global pero afecta mayormente a los países pobres a pesar de que estos contribuyen menos a su generación. Es una realidad inexorable que perjudica con mayor gravedad a las comunidades y pueblos indígenas del mundo cuyas prácticas productivas, sociales y culturales han mantenido una relación estrecha y armónica con la Madre Tierra. La justicia climática empieza por reconocer este hecho.

Y debe respetar, como estableció el pacto de unidad de las organizaciones indígenas, “el derecho al autogobierno, jurisdicción propia, seguridad jurídica de los territorios, forma de vida y modelo de buen vivir para garantizar la propia existencia y como medida de prevención frente al cambio climático y el calentamiento global”.

“El cambio climático plantea el desafío de un nuevo orden económico y un nuevo modelo de vida social que no se base en el lucro y el consumismo, con bajas emisiones de gases de efecto invernadero. Los pueblos indígenas tenemos mucho que aportar en el desafío de enfrentar el cambio climático, no sólo en la mitigación y adaptación sino también en la tarea de forjar una sociedad del Buen Vivir en armonía con la naturaleza”.

Para Carlos Pérez, el nuevo ropaje del colonialismo se llama extractivismo. “Saludamos a las mujeres que vienen caminando desde Cajamarca, para denunciar los estragos de las mineras en sus comunidades, ese es un ejemplo de dignidad y resistencia, de esas gotitas de resistencia que formarán océanos; el extractivismo se ha globalizado y la resistencia está llamada a globalizarse”.

Pérez asegura que para esta lucha es necesario superar viejas nociones eurocéntricas como derecha e izquierda, que provienen de la Revolución Francesa.

“No hay diferencia entre el gobierno de Correa y el gobierno de México, ambos son extractivistas; en ese sentido, no hay diferencia entre el gobierno de Evo Morales y el de Ollanta Humala, por eso los pueblos indígenas tenemos que ir más allá de la izquierda y la derecha que también es colonialismo.  Hay que recuperar el auténtico Sumak Kawsay (buen vivir, en quechua), el comunitarismo y el amor a la Pachamama. El mundo seguirá viviendo sin nosotros, nosotros no podremos vivir sin el mundo.”

Hay en curso una financierización de la vida que constituye una profundización radical del capitalismo configurado como neocolonialismo. Los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales son los principales afectados por esta lógica perversa que transforma la naturaleza en mercancía y agrava aún más la desigualdad social.

Pero los pueblos indígenas proponen la salida: contra el capitalismo, primer motor del calentamiento global–el buen vivir; la sostenibilidad de la vida contra la mercantilización; frente al agro negocio–la soberanía alimentaria y la agricultura campesina y familiar sostenible.

Estas ideas resonaron también en los breves pero numerosos mensajes pronunciados en el acto de inauguración, después de la colorida ceremonia en la que mujeres indígenas representaron los ciclos vitales de la Madre Tierra ante más de un millar de personas en el anfiteatro del Parque de la Exposición, en cuyos diversos espacios se lleva a cabo la cumbre.

Cuando llegó el turno a Susana Villarán, primera autoridad de Lima, una docena de jóvenes con megáfono y pancartas de rechazo a la participación de gobernantes en la cumbre subió al foro a interpelar a la alcaldesa, pero fueron bajados a empellones.

Pato Chávez, vocero de los jóvenes de Yasunidos dijo que ellos han venido a la Cumbre de los Pueblos a posicionar el mensaje de que la única forma real de detener el cambio climático es dejar el petróleo en el subsuelo y que la cumbre debe ser realmente de los pueblos, sin presencia de gobiernos.

“Somos un colectivo de colectivos en el Ecuador, con más de un año de existencia, desde que se echó abajo la iniciativa de no explotar el petróleo de Yasuní,” cuando el presidente Rafael Correa metió reversa al proyecto, añadió.

La comisión organizadora de la cumbre emitió una declaración de desagravio calificando la irrupción como vandalismo y afirmó que “los sujetos actuaron de manera irrespetuosa y sorpresiva motivados por intereses particulares pretendiendo resquebrajar el espíritu de unidad del evento”.

De la larga lista de oradores, destacó una joven que pidió al público contar hasta 43, en memoria de la tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa “asesinados por el estado mexicano” y de todos los muertos y reprimidos por defender los recursos naturales.


Para más información:

http://cumbrepuebloscop20.org/es/

 

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