Monseñor Romero a un paso de convertirse en el primero santo de El Salvador

Romero JohnSevignyEl proceso de canonización del Oscar Arnulfo Romero, el obispo que fue asesinado en 1980 durante el conflicto armado, inició en 1994 y según algunos religiosos, el proceso no avanzó durante los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI por razones políticas.

Romero, obispo de San Salvador asesinado el 24 de marzo de 1980, será canonizado el próximo año, así lo confirmó el sacerdote jesuita Jon Sobrino, director del Centro Monseñor Romero de la Universidad José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador.

“Nos ha llegado la noticia de improviso. En la reunión del clero del 4 de noviembre, el Papa Francisco comunicó que Monseñor Romero será beatificado el año entrante. No hay detalles sobre la fecha y el lugar pero la noticia nos ha llenado de alegría”, expresó en una carta el sacerdote jesuita Jon Sobrino.

Aunque Sobrino se adelantó a dar la noticia, la Iglesia Católica salvadoreña no se ha pronunciado al respecto. El vicario, Rafael Urrutia, se ha limitado a decir que el obispo del país dijo que hay posibilidades que en 2015 se cierre el proceso de instrucción de la causa, que incluye un estudio sobre la posición del martirio de Monseñor Romero para que se proceda a su beatificación.

“Las cosas están caminando por buena ruta, de tal manera que el obispo Vicenio Paglia ha presentado la posición definitiva sobre el martirio de Monseñor Romero para que sea estudiada en el consistorio de los cardenales de la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos del próximo año, es decir una posible beatificación podría ser en 2015”, explicó Urrutia.

Muchos religiosos radicados en El Salvador expresaron que la causa para el nombramiento de Monseñor Romero como santo estuvo varada durante los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, ambos dijeron que “no era el momento oportuno”, pero con la llegada de Jorge Bergoglio al Vaticano en 2013 el proceso fue “desbloqueado”.

El papa Francisco afirmó que el caso “había sido demorado por prudencia”, pero al mismo tiempo señaló la importancia de que el proceso avanzara “rápidamente”.

En 1994 la Arquidiócesis de San Salvador pidió a la Santa Sede iniciar el proceso de canonización de Monseñor Romero. El entonces cardenal Joseph Ratzinger dirigía la Congregación para la Causa de los Santosy  tuvo en sus manos los escritos y homilías de Romero que fueron analizadas en el proceso.

Tres años después, analistas del Vaticano señalaron que había “un bloqueo” en la causa aduciendo que eran por razones ideológicas.

Oscar Romero llegó al Arzobispado de San Salvador en 1977 cuando la guerra civil se estaba gestando y en medio de violentas represiones que sufría campesinos y obreros salvadoreños. Romero fue el cuarto obispo de la capital y fue elegido porque no representaba ningún peligro para la ultra derecha del país que intentaba mantener controlados a sus detractores.

Aunque Romero era un sacerdote conservador, desde su llegada denunció la persecución que sufrían sacerdotes y religiosos católicos que se dedicaban a defender los derechos humanos de los campesinos y los asesinatos de estos cometidos por los cuerpos de seguridad militar.

“El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste esté cumpliendo su misión en la política de bien común”, con estas palabras Romero envió un mensaje al gobierno de ese entonces que ya había encarcelado y expulsado del país a varios sacerdotes que se identificaban con las causas sociales y con los más pobres.

Muchos consideran que el asesinato de Rutilio Grande, sacerdote jesuita e íntimo amigo de Romero, marcó el camino del arzobispo en pro de los derechos humanos y sus mensajes de cada homilía los domingos. Grande fue asesinado cerca de Aguijares, un pueblo al norte de San Salvador, donde tenía más de 15 años de estar al frente de la iglesia promoviendo la creación de las comunidades cristianas de base y la organización de los campesinos de la zona.

Para Romero la muerte de su amigo fue un gran golpe y convocó a una gran misa única para demostrar su solidaridad con los demás sacerdotes y religiosos que eran perseguidos, pese a que el nuncio apostólico y otros sacerdotes se opusieron a esta.

Después de la muerte de Grande, cada domingo Romero denunciaba las violaciones a los derechos de los campesinos, obreros, sacerdotes y religiosos desde la catedral de San Salvador.

Sus homilías empezaron a transmitirse en la radio católica YSAX y poco a poco las denuncias también eran contra el gobierno, el ejército del país y la guerrilla de izquierda por los asesinatos cometidos por los famosos escuadrones de la muerte y las desapariciones forzadas.

Romero intento obtener ayuda del Vaticano y solicitó al papa Juan Pablo II su intercesión para abogar por los más desprotegidos de El Salvador y los campesinos; sin embargo, este se limitó a responder: “Usted, señor arzobispo, debe esforzarse por lograr una mejor relación con el gobierno de su país. Una armonía entre usted y el gobierno salvadoreño es lo más cristiano en este momento”.

En una intervención en los medios de comunicación, Romero dijo que sus compañeros obispos y sacerdotes lo habían dejado solo en la defensa por los más pobres y sufridos del país, pero eso no lo detuvo y sus denuncias continuaron cada vez más fuertes.

Muchos consideran que en su última homilía, Romero firmó su sentencia de muerte y que incluso él sabía que dentro de poco su día llegaría. “Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres el ejército. En concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles… Hermanos son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos.

OSCAR ROMERO 4Y ante una orden de matar que de un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice: ‘no matarás’. Ningún soldado esta obligado a obedecer una ley inmoral nadie tiene que cumplirla… Queremos que el gobierno tome en serio de que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en el nombre de Dios cese la represión!”

Un día después, el 24 de marzo de 1980, Romero fue asesinado mientras oficiaba una misa en una humilde capilla donde estaba la casa parroquial. Un solo tiro fue suficiente para callar la voz que se dedicaba a denunciar los asesinatos de miles de salvadoreños que pedían justicia social.

Después de 20 años del asesinato de Monseñor Romero, el capitán retirado del ejército salvadoreño Rafael Álvaro Saravia, dijo en una entrevista a un medio de comunicación salvadoreño desde California, Estados Unidos, que él fue quien le entregó el dinero al francotirador que asesinó al arzobispo de San Salvador.

Según Saravia, Roberto D´Abuisson, fundador del partido de derecha ARENA fue quien ordenó la muerte de Romero y para su ejecución contrataron a un tirador de la Guardia Nacional salvadoreña que fue parte de la seguridad presidencial.

Los restos de Monseñor Romero descansan en la cripta de la catedral de San Salvador, en el centro de la ciudad capital y el anuncio sobre su beatificación causó mucha esperanza en los salvadoreños, para quienes el arzobispo mártir es ya San Romero de América.

 

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