El golpe de Trump y Milei a la salud pública mundial

El secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr. y el Ministro de Salud de Argentina, Mario Lugones, 27 de mayo de 2025. Fotografía: X@MinSalud_Ar

Por Ariela Ruiz Caro

El pasado 27 de mayo, el presidente de la Argentina, Javier Milei, recibió en la Casa Rosada al secretario de Salud de Estados Unidos, Robert Kennedy Jr. Como resultado de esa reunión, Milei ratificó su decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se sumó a su propuesta de crear un organismo alternativo. Feliz con el encuentro, Kennedy Jr. escribió en su cuenta de Instagram que tuvo “una maravillosa reunión con el presidente argentino sobre el retiro mutuo de nuestras naciones de la OMS y la creación de un sistema de salud internacional alternativo basado en la ciencia de referencia y libre de impulsos totalitarios, corrupción y control político”.

Dos días después de ese encuentro, el medio virtual Notus y el Washington Post denunciaron graves irregularidades presentes en el reporte de salud Hacer América saludable otra vez (MAHA) por contener datos falsos, citas de estudios inexistentes o inventados, textos no científicos de inteligencia artificial o autores que niegan la autoría de los estudios que se citan en el informe. Kennedy Jr. lo había presentado junto a Donald Trump, en la Casa Blanca, el 22 de mayo.

Independientemente de la gravedad que reviste la falta de rigurosidad científica en un reporte de salud de la primera economía del mundo, la decisión de ambos gobiernos de debilitar a la OMS y convocar a otros países a que se incorporen a un proyecto paralelo, de dudosa rigurosidad científica –toda vez que una de las partes considera que las cuarentenas constituyen delitos de lesa humanidad y otra alimenta el escepticismo con respecto a las vacunas–, es un atentado contra la salud pública mundial y otro golpe contra el multilateralismo y la institucionalidad de la gobernanza global.

Al haber ratificado su salida de la OMS, Milei se convierte en cómplice de una de las decisiones más cuestionables tomadas por Trump, quien viene incrementando su desprestigio a nivel internacional. Pocos gobiernos en el mundo lo toman en serio y su incontinencia para tomar medidas desopilantes ha añadido dosis de incertidumbre, caos e inestabilidad al escenario internacional. Su impopularidad es también creciente en su propio país. Desde 1949, todos los presidentes han tenido mayor respaldo que Trump durante los cuatro primeros meses de mandato.


Historial del abandono de la OMS

En el marco de su política de destrucción de las instituciones multilaterales bajo el lema America First, Estados Unidos se retiró durante su primer mandato del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP), de la UNESCO, de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, del Acuerdo de París sobre el cambio climático, del Pacto Mundial de las Naciones Unidas sobre Migración y Refugiados, del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio suscrito con Rusia y del Acuerdo Nuclear con Irán que se firmó junto a China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania. Asimismo, desde 2017 bloquea la nominación de varios miembros del cuerpo de apelaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con lo cual el órgano que arbitra las disputas comerciales entre países ha quedado inactivo.

En el plano de la salud, en abril de 2020, en plena pandemia, suspendió el financiamiento a la OMS según Trump, por ser chinocéntrica y por su mala gestión y encubrimiento en la propagación del coronavirus. Tres meses después oficializó su retiro, aludiendo que “Estados Unidos es desde hace mucho tiempo el proveedor más generoso del mundo de ayuda sanitaria y humanitaria a poblaciones de todo el mundo. Esta ayuda se proporciona con el apoyo de los contribuyentes estadounidenses con la expectativa razonable de que sirva a un propósito eficaz y llegue a quienes la necesitan. Lamentablemente, la OMS ha fracasado estrepitosamente en estas medidas, no sólo en su respuesta al Covid-19, sino también a otras crisis sanitarias en las últimas décadas. Además, la OMS se ha negado a adoptar las reformas que se necesitan con urgencia, empezando por demostrar su independencia respecto al Partido Comunista Chino” señaló.

Pero Trump ya había rechazado, antes de la pandemia, liderar esfuerzos conjuntos en el marco de la cooperación internacional para detener la propagación de nuevos virus. En mayo de 2018 disolvió el equipo de seguridad de salud global en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, creado por el expresidente Obama en 2014 con el fin de coordinar acciones con los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) frente a eventuales epidemias. Además, debilitó drásticamente la sección global de los CDC reduciendo el número de países en los que trabajaban conjuntamente para contribuir a prevenir posibles brotes epidemiológicos, de 49 a 10. Lo mismo ocurrió con otras agencias y programas federales creadas por Obama. La comunidad científica norteamericana, especialmente el Center for Strategic and International Studies (CSIS) y personalidades como Bill Gates advirtieron sobre las consecuencias nefastas que podían tener la suspensión de estos programas si apareciera una pandemia.

Cuando Joe Biden tomó posesión de su cargo en enero de 2021, puso fin al proceso de retiro iniciado por su antecesor. Sin embargo, cuatro años después, Trump volvió a abandonar esa organización el 20 de enero de este año, el mismo día que asumió su cargo. En esta oportunidad, el presidente contaba con el apoyo incondicional de Javier Milei quien, dos semanas después anunció su retiro de la OMS por profundas diferencias con ese organismo en la gestión sanitaria de la pandemia de la Covid-19 además de señalar que las cuarentenas decretadas para controlar el avance del SARS-CoV-2 podrían configurar un delito de lesa humanidad.

En línea con Trump, Milei señaló entonces que “hoy la evidencia indica que las recetas de la OMS no funcionan porque son el resultado de la influencia política, no basadas en la ciencia”, por lo que invitó a “repensar desde la comunidad internacional para qué existen organismos supranacionales”. Paradojas de la vida. El comunicado argentino resalta la importancia de la ciencia cuando el gobierno, al igual que el estadounidense, recorta gastos destinados a ese rubro. Expresión de ello es la reciente movilización, sin precedentes, de la comunidad científica de todo el país contra la política de ajuste, en defensa de la ciencia, la investigación y las universidades argentinas.

Reunión bilateral Argentina-Estados Unidos en materia de salud, 27 de mayo de e025. Fotografía: X@MinSalud_Ar

Y si de ciencia se habla, Kennedy Jr. defendió durante décadas teorías conspirativas respecto a las vacunas. El alto funcionario ha criticado sostenidamente a las principales agencias sanitarias estadounidenses–la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y CDC– sobre la producción y seguridad de las vacunas y ha afirmado, entre otros, que existe un vínculo entre las vacunas y el autismo, lo que ha sido desmentido rotundamente por numerosos estudios científicos. Muchos expertos consideran que Kennedy Jr. está provocando mayor reticencia a las vacunas, que han causado brotes de enfermedades como el sarampión en Texas y otros Estados vecinos. Esta enfermedad se había erradicado en Estados Unidos en el 2000.

Durante su visita el secretario de Salud estadounidense firmó una declaración conjunta con su par argentino, Mario Lugones en el que señalan que “la OMS ha optado por ampliar competencias que no le corresponden y condicionar la soberanía sanitaria de los países”. Habría que ahondar en este último concepto, puesto que Estados Unidos era su mayor aportante, lo que le permitía tener capacidad para plantear y realizar reformas en una institución que, con errores y falencias, ha tenido un rol crucial en el ámbito de la salud –en particular en la lucha contra enfermedades infecciosas, la coordinación de respuestas a emergencias sanitarias globales y el apoyo a comunidades desatendidas– desde su creación en 1948, y de la cual forman parte 194 países.

Amanda Klasing, de Amnistía Internacional en Estados Unidos, considera que con la decisión de retirar al país de la OMS, el presidente Trump muestra al mundo su flagrante desprecio por la salud pública mundial y por la necesidad de que los países trabajen codo con codo para abordar las amenazas globales a la salud. (…) No tenemos más que mirar a la pandemia de la Covid-19 para saber que las enfermedades no se detienen en las fronteras”. Para Amnistía Internacional, la OMS es la organización mundial mejor equipada para responder a emergencias globales de salud. Por ello, han instado al gobierno de Trump a reconsiderar su postura.


Atentado contra la vida

En Estados Unidos el “gran y hermoso” proyecto de ley fiscal, como lo denomina el presidente estadounidense, aprobado el 22 de mayo por la diferencia de un voto en la Cámara de Representantes, establece ajustes draconianos en salud y ayudas sociales, a la par que extiende amplios recortes de impuestos para los más adinerados. Así, el hermoso proyecto, si es aprobado en el Senado, introducirá importantes recortes en el seguro médico Medicaid para personas de bajos ingresos, así como en un programa de ayuda alimentaria. Mientras los gastos no relacionados con defensa se reducirán un 22%, el gasto público para defensa aumentará un 13% y un 65% para seguridad nacional, con el objetivo de frenar la inmigración ilegal.

En la Argentina no es muy distinto. Según el economista argentino Horacio Feinstein  el desfinanciamiento de la salud pública en el país, ha traído como consecuencia una grave crisis, aún en progresión, como consecuencia del cierre de reconocidos hospitales en salud mental y de alta complejidad, luego de haber echado a personal profesional, técnico y administrativo. Señala que se ha afectado severamente a diversos equipos médicos que trabajaban en el Ministerio de Salud, casualmente en el área responsable de las vacunas para enfermedades prevenibles, en medio de brotes de enfermedades como sarampión y hepatitis A y bajas tasas de vacunación. En esa dirección se despidió al 30% de los trabajadores, cifra que asciende al 40% en el área de enfermedades infectocontagiosas como es el caso de los líderes de la campaña de VIH-sida, rabia, coqueluche y fiebre hemorrágica argentina, y de referentes en sarampión, justo cuando reaparecen casos en el país. En este punto, es importante destacar que Kennedy Jr. prioriza el combate de las enfermedades crónicas por sobre las infecciosas, prevalentes en los países pobres o menos desarrollados.

“Tuve una maravillosa reunión con el presidente argentino @JMilei sobre el retiro mutuo de nuestras naciones de la OMS y la creación de un sistema de salud internacional alternativo basado en la ciencia de referencia y libre de impulsos totalitarios, corrupción y control político.” Dijo Kennedy Jr. en su cuenta de X. Fotografía: X @SecKennedy

Todo esto ocurre en un contexto en que, por la crisis económica, el porcentaje de población que recurre al sistema público de salud se ha acrecentado, ya que muchas personas han tenido que desertar –por no poder pagar– de obras sociales y prepagas.

En la nota Trump y la salud mundial: crónica de un mes de destrucción, publicada en Le Grand Continent, el ex diplomático e Inspector para asuntos sociales de Francia, Louis-Charles Viossat, señala que lo más peligroso en lo que respecta al desfinanciamiento de la OMS es la interrupción total o parcial de los programas de lucha contra las 42 emergencias sanitarias en curso, 17 de las cuales son graves, como el cólera, la viruela del simio o el virus de Marburgo, justo cuando la institución había hecho un llamado para recaudar 1.500 millones de dólares adicionales y cuando una grave epidemia de gripe aviar, con los primeros casos humanos, amenaza directamente a Estados Unidos y al mundo entero.

Pero ni Trump ni Milei tienen reparo en cortar los gastos en la salud pública, la educación o la ciencia, pilares que determinan sociedades más integradas. Por eso su proyecto alternativo a la OMS al que han convocado a otros países para unirse no tiene ninguna posibilidad de prosperar. Ninguno es un modelo a seguir. Menos aún, cuando el secretario de Salud estadounidense no es capaz ni siquiera de presentar un informe de su cartera con rigor científico.

Abandonar esta organización le genera un ahorro de dinero a Estados Unidos pero, a la vez, le ocasiona una pérdida importante de protagonismo de la gobernanza de la salud mundial. La grandeza de un país no solo se mide en billetes, sino sobre todo en el rol protagónico que tiene en materia de cooperación.

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