Unas cinco mil personas participaron en el Carnaval del Maíz en la Ciudad De México, en un ambiente festivo pero de claro rechazo a Monsanto y sus semillas transgénicas.

Unas cinco mil personas participaron en el Carnaval del Maíz en la Ciudad De México, en un ambiente festivo pero de claro rechazo a Monsanto y sus semillas transgénicas.
Unas siete mil personas conformaron una cadena humana en la Ciudad de México en contra de la propuesta de leyes secundarias a la reforma constitucional en telecomunicaciones, que definen como «un atentado contra nuestras libertades de información y de libre expresión.»
La lucha contra el maíz transgénico en México empezó en las comunidades, saltó a las calles y los libros y ahora se dirime en los juzgados. Es una disputa desigual en la que el ejecutivo federal ha tomado partido activamente por los intereses trasnacionales, en contra de la mayoría de productores y de los consumidores mexicanos.
La defensa del derecho a la alimentación, de la biodiversidad, de nuestros bienes naturales y la lucha por poner fin a la violencia en todas sus expresiones, agudizadas por el sistema capitalista y patriarcal, son banderas de la lucha de las mujeres campesinas.
La Cámara de Diputados Congreso de la Unión ha abierto el debate sobre “el impacto de los insumos transgénicos en la producción de alimentos”, mes y medio después de que la justicia federal suspendió la autorización de permisos de siembra de maíz modificado genéticamente.
El 10 de octubre el Juzgado Federal XII ordenó al gobierno mexicano «suspender el otorgamiento de permisos de liberación experimental, piloto y comercial de maíz genéticamente modificado», al dar arranque a un juicio de acción colectiva contra la invasión del maíz de Monsanto en México.
Representantes de comunidades afectadas y organizaciones ambientales denunciaron que la contaminación, el deterioro de cuencas y la falta de agua sana es responsabilidad directa del gobierno mexicano «por omisión y comisión.»
México vive el periodo más violento para la prensa en su historia moderna; los datos, análisis y testimonios de organizaciones aquí presentados así lo confirman.
Monsanto es un ente de excepción. En la vida no es raro que incluso a las peores cosas podamos encontrarles algún rasgo positivo, pero las estrategias de esta multinacional productora de transgénicos y pesticidas son una representación tan acendrada del mal que ha sido fácilmente escogida como el blanco de la ira global contra las corporaciones capitalistas que están deteriorando la economía, la biodiversidad y la salud de la gente.
En época de crisis alimentaria, la disputa por el maíz se recrudece. El escenario es el combate entre una cultura que gira en torno a la producción material y simbólica del maíz, valioso patrimonio agrogenético, social e histórico de la humanidad, y el entramado de intereses mercantiles y políticos que ven en este grano prodigioso sólo otro elemento para aumentar sus ganancias y poder mediante el saqueo.